Mayo del 68 ha justificado una cosa y su contraria: la subversión y la toma de conciencia juvenil, el relativismo y la autenticidad, el populismo y la democracia. Aquella revolución estudiantil se desenvuelve en su cincuentenario más en el terreno del mito que en el de la Historia. Aún se piensa en unos hechos censurados en la España franquista. Y no fue así.
Las raíces filosóficas del Mayo del 68 se hunden en el agnosticismo teológico que nació de Kant. Las mitificadas revueltas estudiantiles de París no fueron contra la Iglesia, pero generaron importantes tribulaciones en un entorno posconciliar.