Hay jinetes de luz en la hora oscura
Juan Pablo Maldonado | 07 de julio de 2017
El porcentaje aumenta a medida que lo hacen las afiliaciones, que en ese año crecieron un 3 por 100, pero no se entiende muy bien que lo haga a ritmo muy superior. Está demostrado que en momentos de mayor desempleo los trabajadores son mucho más cautelosos con las bajas por incapacidad temporal. Dicho informe propone que se vigile el uso indebido que se pueda estar haciendo de la prestación por incapacidad temporal; eso ayudaría –añade- a aliviar las castigadas cuentas de la Seguridad Social. Este cuento ya me lo sé.
No me gustan los trabajadores que abusan y que con su conducta dejan en mal lugar a los compañeros que causan baja laboral por enfermedad. Pero tampoco me agradan las campañas dirigidas a poner en entredicho la legítima causa de inasistencia al trabajo que es la enfermedad, al sembrar la sombra de fraude y exageración generales de las bajas laborales por razón de enfermedad.
Habría que ser algo más sensibles con el prestigio de los enfermos. Cierto es que vivimos en un país donde jugar con el honor ajeno, por lo general, sale gratis y no tiene más consecuencia que el deterioro de imagen de las víctimas, sin castigo alguno para el que emponzoña el buen nombre de los demás. Si además, como ocurre con los enfermos recurrentes, la víctima es un colectivo vulnerable, la cosa es más preocupante.
Una empresa con problemas serios de absentismo debiera preguntarse si la realmente enferma no es la organización y qué parte de culpa tienen sus directivos
Habría que empezar por revisar el concepto absentista, en sí mismo peyorativo, además de equívoco. Según la Real Academia de la Lengua, el absentismo puede consistir, bien en la abstención deliberada de acudir al lugar donde se cumple una obligación, bien en el abandono habitual del desempeño de funciones y deberes propios de un cargo.
La tasa de absentismo laboral sube hasta el 4,8 % en España y se sitúa en niveles de 2009
— cope.es (@cope_es) June 14, 2017
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En ambos casos, subyace la idea de incumplimiento con culpa. Existe, sin duda, un exceso en el uso cotidiano de los términos absentismo y absentista, al usarse para calificar toda inasistencia al trabajo con independencia de cuál sea la razón.
El origen del mal uso del término se encuentra en la mala técnica del legislador que, en su momento, utilizó el término absentismo para referirse –erróneamente- a todo tipo de inasistencia reiterada al trabajo.
Desparecido ya hoy del texto de la ley, el término ha permanecido sin embargo en el argot laboral, extendiéndose caprichosamente para meter en el mismo paquete a todos los que dejan de acudir al trabajo, hasta el extremo de que no encontramos término con el que referirnos adecuadamente al problema de faltas de asistencia al trabajo.
Lo más preocupante no es la inasistencia física del trabajador, sino el absentismo del alma, la falta de implicación e interés en el trabajo
Eso no quita para que, efectivamente, estemos ante un problema importante. Constantes han sido las medidas encaminadas a reducirlo: despido objetivo por este motivo, cada vez con menos requisitos, reforzamiento de la facultad empresarial de control del absentismo y de verificación de la enfermedad del trabajador, alta médica a propuesta de la mutua, reforzamiento de la inspección médica, etc. Y, a pesar de todo, como vemos, las tasas de absentismo aumentan.
Habría que mejorar seguramente la gestión e inspección de las bajas, pero convendría también actuar en el origen de accidentes y enfermedades a través de una eficaz política de prevención en la empresa y de salud pública. Las dolencias que más bajas causan son las de columna lumbar y las enfermedades psiquiátricas. Ambas se pueden seguramente amortiguar incidiendo en la ergonomía y en el clima laboral.
El ambiente laboral puede ser un motivo que desemboque en absentismo
Con todo, lo más preocupante no es la inasistencia física del trabajador, sino el absentismo del alma, la falta de implicación e interés en el trabajo. Debiéramos, tal vez, preguntarnos si los ambientes de trabajo no se están deteriorando y por qué.
Cuando el buen empresario observa un problema de absentismo en la empresa, se preguntará, al menos, por el clima de trabajo y calidad humana de la organización. Una empresa con problemas serios de absentismo debiera preguntarse si la realmente enferma no es la organización y qué parte de culpa tienen sus directivos.
¡Además de pocho, sospechoso! Que sepamos, los enfermos gozan de presunción de inocencia y tienen, como cualquier hijo de vecino, derecho al honor. Debiéramos preguntarnos también si detrás de ese linchamiento a los trabajadores en situación de incapacidad temporal no subyace una cierta falta de sensibilidad hacia los más débiles. En fin, es mucho lo que se puede hacer, además de culpabilizar a los enfermos.