Hay jinetes de luz en la hora oscura
Sandra Várez | 20 de noviembre de 2018
“Ojalá hubiera asistido a clases de cómo ser una estrella del rock. Me podía haber preparado alguien para esto”, se lamentaba Kurt Cobain antes de su fatídico final hace ya 24 años. Un 8 de abril de 1994, el mítico líder de Nirvana decidía acabar con su vida de un tiro en la cabeza. Su cuerpo apareció en su casa de Seattle, rodeado de cintas de casete y un peluche, y en su carta de despedida expresaba su dolor “por haber dejado de sentir el entusiasmo que le hacía vibrar con la música cuando era un niño”.
El precursor de la música grunge de finales de los 80 y leyenda para generaciones se había cansado de vivir y entraba en un desgraciado club, el llamado de los 27, con míticos como Jimi Hendrix, Jim Morrison o, más recientemente, Amy Winehouse, a quienes el éxito desde muy temprana edad los llevó a su propia destrucción.
Afortunadamente, no siempre es destructivo el cóctel fama y adolescencia, pero en los últimos años esta secuencia de subida meteórica-caída en desgracia se está dando en jóvenes estrellas, aupadas por la factoría Disney o a través de las redes sociales. Un ejemplo es la imagen de las teenStars Demi Lovato, Selena Gomez o el propio Justin Bieber, protagonistas en los últimos años de escándalos por drogas, delincuencia o víctimas de crisis mentales o emocionales.
Avicii . Una efímera historia de éxito, fama y ausencias vitales con un desenlace trágico
Con 12 años se dio a conocer el cantante y compositor canadiense Justin Bieber, a través de un vídeo subido a YouTube por su madre de su actuación en un concurso local de canto. Dos años después, fue descubierto por el productor Scooter Braun y, en poco tiempo, se convirtió en el líder musical de millones de adolescentes en todo el mundo, con sus temas en las primeras listas de éxitos y con un Premio MTV al mejor artista revelación, solo dos años después de su descubrimiento. Pero, al mismo tiempo que llega la fama, se producen los escándalos, como conducir bajo los efectos del alcohol y las drogas o saltarse controles de seguridad en aeropuertos o agresiones a fans, entre otros. Unos episodios que han provocado que su corta vida haya ocupado casi el mismo número de páginas de sucesos que de críticas musicales.
A pesar de que su expareja Selena Gomez ha pedido a los medios de comunicación, en varias ocasiones, que hablaran de su trabajo y no de su vida privada, tampoco ha podido evitar que su imagen se vea deteriorada. Sea por la presión de los medios y de las redes sociales (ha sido hasta ahora la artista con mayor popularidad en Instagram) o a causa de la enfermedad de lupus que padece, por la que ha tenido que ser sometida a un trasplante de riñón, Selena Gomez ha sufrido sucesivas crisis de ansiedad, ataques de pánico y depresión por los que ha tenido que dejar los escenarios en varias ocasiones.
https://www.instagram.com/p/BZBHr4Pg5Wd/Hace pocos meses, otra de las chicas Disney, Demi Lovato, ocupaba también las páginas de sucesos. La TeenStar era ingresada en estado inconsciente por una supuesta sobredosis de heroína durante la celebración de una fiesta de cumpleaños. Demi Lovato tiene tan solo 25 años, pero su problema con las drogas viene de lejos. Ella misma lo ha contado en el documental Simply Complicated. Convertirse en una TeenStar con Disney Channel, dice, le cambió la vida, le generó gran estrés y desequilibrios físicos y mentales y con tan solo 17 años ya coqueteaba con la cocaína.
Y Miley Cyrus (25 años), que en un tiempo no muy remoto dio vida a la exitosa serie de Disney Hannah Montana, se convirtió después en la reina de las extravagancias y en una máquina imparable de generar titulares sensacionalistas. Tanto es así que en 2009 y 2010 fue elegida la peor influencia para los jóvenes de todas las TeenStars, por encima de Britney Spears o Kanye West.
Pero, ¿genera la imagen de estas TeenStars una mala influencia en los fans más jóvenes? Los expertos y comunicadores de este tipo de música no lo creen. Los adolescentes las siguen en Instagram y otras redes sociales y copian, sobre todo, su forma de vestir, pero no están tan interesados en su vida privada ni en su estado emocional. “Se fijan en la música y en los valores positivos que esta transmite. Por eso, aseguran, el nuevo formato de OT tiene tanto éxito entre el público más joven”. Los chicos que entran en la academia son casi adolescentes y su tesón, trabajo y ganas de superarse los convierten en un referente. “Eso es con los que los jóvenes se quedan – dicen los críticos musicales- y con lo que los artistas quieren que sus fans se queden”, con su trabajo y no con su vida privada.
En cualquier caso, admiten la “presión brutal” a la que estos artistas están sometidos siendo tan solo unos niños. Y esa es “la asignatura pendiente en la gran industria que rodea a estas estrellas”. Cuidar su imagen, proteger la sobreexposición de su vida privada y enseñarlos a digerir el éxito evitaría, quizá, que la fama acabe con ellos.