Hay jinetes de luz en la hora oscura
Rafael Ortega | 04 de mayo de 2017
Francisco lo ha demostrado una vez más: es un Papa valiente. No solamente por viajar a Egipto en estos momentos y pasearse por la calles de El Cairo en un coche sin blindaje, sino por la importancia de sus encuentros y sobre todo de sus palabras. Creo que ha sido el viaje, hasta ahora, más delicado de su Pontificado y por el apoyo demostrado a dos personas que promueven la paz, no solo en Egipto, sino en toda la zona. Hablamos del patriarca copto Tawadros II y el gran imán de Al-Azhar.
El viaje de Francisco ha sido de reencuentro, de una nueva reconciliación y de la búsqueda de la paz. De reencuentro porque el Papa ha seguido los pasos de san Juan Pablo II, cuando visitó Egipto en el año 2000 para ir al monte Sinaí y orar “por la paz y la armonía de entre las religiones”. Un reencuentro también con el gran imán Ahmed al-Tayed, quien ya visitó al Papa en el Vaticano en 2016.
Palabras ante centenares de líderes religiosos pronunciadas en la Universidad de Al-Azhar, centro teológico del Islam sunnita, que supone el 85 por ciento de los musulmanes que hay en el mundo. ”Para prevenir los conflictos -ha dicho el Papa a los líderes sunnitas- y construir la paz es esencial trabajar para eliminar las situaciones de pobreza y de explotación, donde los extremismos arraigan fácilmente. Así como evitar que el flujo de dinero y armas llegue a los que fomentan la violencia”.
Seguramente el Papa estaba pensando, al pronunciar esas palabras, en los atentados suicidas del pasado Domingo de Ramos contra templos de Tanta y Alejandría, con 46 muertos, que tenían dos objetivos claros: matar en plena ceremonia litúrgica al Papa de Alejandría, el patriarca Tawadros II, y la acción política del presidente egipcio Al-Sisi, que ya estuvo con Francisco en Roma en noviembre de 2014.
El encuentro en El Cairo entre el Papa y Al-Sisi ha sido determinante para este último, pues ha supuesto un respaldo importantísimo a su política
Ahora, el encuentro en El Cairo entre el Papa y Al-Sisi ha sido, para mí, determinante para este último, pues ha supuesto un respaldo importantísimo a su política. ”Egipto -ha dicho el Papa- tiene una tarea fundamental: reforzar y consolidad la paz regional, a pesar de que haya sido herido en su propio suelo por una violencia ciega… Usted, señor presidente, que ha hablado de esto con claridad muchas veces y en distintas ocasiones, merece ser escuchado y valorado”.
Un respaldo, como decíamos, muy importante que ha convertido, creo, a Al-Sisi en el nuevo líder árabe frente a los extremismos existentes y que ponen en delicada situación a aquellas naciones que apoyan a lo que hoy es el Daesh.
Por eso, Francisco ha vuelto a decir: “Tenemos el deber de afirmar juntos que la historia no perdona a los que proclaman la justicia y en cambio practican la injusticia; no perdona a los que hablan de igualdad y desechan a los diferentes, tenemos el deber de quitar la máscara a los vendedores de ilusiones sobre el más allá, que predican el odio para robar a los sencillos su vida y su derecho a vivir con dignidad, transformándolos en leña para el fuego y privándolos de la capacidad de elegir con libertad y creer con responsabilidad. Tenemos el deber de desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas, afirmando la incompatibilidad entre la verdadera fe y la violencia, entre Dios y los actos de muerte”.
Francisco ha vuelto a decir que tenemos el deber de desmontar las ideas homicidas y las ideologías extremistas
En definitiva, un viaje que ha sembrado una gran semilla de amor y que seguro florecerá pronto, pues ya se sabe que los viajes de los Papas tienen consecuencias muy importantes, no muy inmediatas, pero sí fructíferas en el tiempo. Y más en un país, Egipto, que acogió a la Sagrada Familia huyendo de aquel bárbaro de entonces: Herodes.
Esta vez, Francisco nos da dado una nueva lección. Es un Papa valiente, de eso no cabe duda.