Hay jinetes de luz en la hora oscura
Antonio Olivié | 06 de abril de 2018
«El Papa ha dicho que el infierno no existe”. La frase corrió como la pólvora en la pasada Semana Santa. Y, como suele ocurrir, no era cierta. El problema es que en esta ocasión fue el director emérito del periódico La Reppublica, a sus 93 años de edad, quien daba esa interpretación tras una conversación privada con el Papa, sin grabaciones ni notas textuales.
El que un ateo como Eugenio Scalfari concluya, tras una charla informal con el Papa, que el Pontífice no cree en el infierno es comprensible. Que medios de comunicación de cierto relieve transmitan estas reflexiones como noticia es un problema. Y más cuando la propia Sala Stampa del Vaticano realizó una aclaración sustancial al día siguiente, diciendo que no se podía tomar nada de lo que publicaba este periodista como textual.
Son incontables las veces en que el papa Francisco ha hablado públicamente sobre el infierno. Especialmente llamativo fue su mensaje a la mafia, en marzo de 2014, en el que aseguraba que “el dinero ensangrentado no podréis llevarlo a la otra vida. ¡Convertíos! Todavía tenéis tiempo para no acabar en el infierno. Es lo que os espera si continuáis por este camino”.
Para quien tenga interés en ir más allá de titulares, le aconsejo leer su homilía de Casa Santa Marta, en noviembre de 2016. En ella, se refiere a que “la condena eterna no es una sala de tortura”, ya que quienes no llegan al Cielo es porque “siempre han ido por su camino, alejándose del Señor. Pasan de largo ante el Señor y se alejan ellos solos. La condena eterna es este alejamiento continuo de Dios”. Está claro que el papa Francisco considera el infierno como la negación del Cielo, un lugar para los que reniegan de Dios.
La polémica sobre el infierno es una más de toda una serie de fake news que se propagan en torno al Papa. Hay sitios web dedicados permanentemente a destacar cualquier atisbo de desviación de la ortodoxia, en vez de servir de altavoz a sus condenas de la ideología de género, de la cultura de la muerte y el descarte que provoca el aborto o de la necesidad de la confesión para perdonar los pecados y volver a la vida de Gracia.
Conocimiento y periodismo de calidad para crear ciudadanos críticos ante las “fake news”
Afortunadamente, el obispo de Roma insiste una y otra vez en los contenidos que ha defendido la Iglesia Católica a lo largo de su historia. Y la buena noticia es que consigue transmitir esta doctrina de una forma atractiva, capaz de interesar a personas que apenas se han interesado por la fe.
Entre los bulos más extendidos sobre el Papa están los referidos a Benedicto XVI. Hace un año, en la isla de Malta, un amigo me aseguraba que el Papa emérito se encontraba al borde de la muerte y que el Vaticano trataba de ocultarlo y no pedía oraciones por el Pontífice, tal y como denunciaba un influyente sitio web de EE.UU. Un año después, aunque sigue débil y podría fallecer en cualquier momento, es evidente que habían difundido un rumor infundado, pero algunos le daban más credibilidad que a un testigo presencial en Roma.
En la pasada Semana Santa, una página web italiana, Il Quotidiano del Lazio, aseguraba que el Papa emérito había fallecido. Horas después desmentían la noticia, pidiendo disculpas y asegurando que “una fuente que teníamos por creíble, no lo era tanto”. Hay un especial morbo por ser el primero en dar una noticia que, tarde o temprano, llegará, pero con la que algunos quieren jugar a la confusión en el Vaticano.
La falta de ética profesional de algunos, el desconocimiento de otros y el ánimo de arriesgar de Francisco crean un cóctel explosivo. El hecho de que el Papa quiera dialogar con personas alejadas de la fe es positivo, pero le deja expuesto a las malas interpretaciones o al desenfoque de quien confunde comprensión con aceptación de las ideas de otro. La superficialidad con que se manejan algunas redes sociales hace el resto.