Hay jinetes de luz en la hora oscura
Antonio Olivié | 13 de marzo de 2017
Es otro destino inédito para un pontífice. Se une a la lista de países que nunca había visitado un Papa… ni la mayoría de las autoridades de los grandes países. Hay que recordar que el año pasado también fue el primero de la Historia en visitar Georgia, Azerbaiyán o la República Centroafricana, entre otros.
Mientras tanto, algunos de los países con mayor número de católicos del mundo, como Argentina, España o Francia, no han recibido una visita suya ni se espera en los próximos meses. Los viajes previstos para este año, tras Sudán del Sur, son Portugal, por el centenario de Fátima, Colombia, por el proceso de paz, Bangladesh e India. Y no es fruto de la casualidad. Es una estrategia que difiere de la adoptada por sus predecesores, Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Francisco habla con signos y en cada viaje que realiza reafirma de su predilección por los pobres, por los más débiles y los perseguidos. No es tampoco una enmienda a la totalidad a los pontífices anteriores, que entendieron que también los pobres y los necesitados de los países occidentales merecían su atención. Sencillamente, el papa Francisco considera qué es lo que la Iglesia necesita en este momento. Y con ello nos envía un mensaje a todos los cristianos, nos pregunta cuál es nuestra personal implicación con los más débiles.
Cada cual es libre de opinar si acierta o no con esta agenda internacional. Pero lo que no se puede negar es que es más arriesgada e incómoda que la que cualquier líder mundial escogería. Ni por el nivel de las relaciones diplomáticas ni por las facilidades de alojamiento o la cobertura mediática que puede recibir en el tercer mundo. No son los destinos que un asesor diplomático escogería ni los que la mayoría de nosotros elegiría para sus vacaciones.
Estamos ante un Papa más pendiente de ir a buscar la oveja perdida de la parábola que de pasar la mano por el lomo al resto del rebaño. La ausencia del pastor, cuando va en busca de esa oveja perdida, forma parte de su misión
La selección de los destinos internacionales encaja perfectamente con su actitud frente a la periferia. Estamos ante un Papa más pendiente de ir a buscar la oveja perdida de la parábola que de pasar la mano por el lomo al resto del rebaño. La ausencia del pastor, cuando va en busca de esa oveja perdida, puede desconcertar al rebaño, pero forma parte de su misión.
Las prioridades de este Papa, como los países que visita, son distintas de las habituales. Hay quienes no terminan de entender por qué la primera encíclica de este Papa, ‘Laudato Si’, se dedicaba a la Ecología y el Medio Ambiente. Quienes creen que Francisco no habla de lo que debería tal vez no sean conscientes de cómo afecta el cambio climático a muchos de los países pobres, cómo está generando movimientos migratorios, pobreza y desigualdad. Es algo que se aprecia mejor desde la sensibilidad de una persona que proviene de Iberoamérica y que, en ocasiones, en los países occidentales no acertamos a comprender con claridad.
Las periferias del papa Francisco no se refieren tan solo a la Economía. También apuntan al ecumenismo, a tratar de crear un clima de reconciliación con los cristianos separados, con anglicanos, ortodoxos, luteranos o cualquier tipo de denominaciones protestantes.
En este sentido, el viaje que realizó a Suecia el año pasado tuvo un significado especial, al hacerlo al cumplirse los 500 años de la reforma protestante. Buscar puntos de unión en la raíz de ese desencuentro es una tarea titánica, que sigue la estela que ya marcaron los pontífices que le precedieron. El empeño por conseguir la unidad no es algo aislado y con cada obispo de Roma se dan nuevos pasos adelante.
A la hora de organizar un próximo viaje a Sudán del Sur se ha valorado especialmente el factor ecuménico. Y es que el papa Francisco reconoció que le habían pedido ir allí los obispos anglicano, presbiteriano y católico. La unidad de todos ellos sobre el terreno y el sufrimiento de la población han movido al pontífice a plantear este nuevo destino.