Hay jinetes de luz en la hora oscura
Rafael Ortega | 23 de noviembre de 2018
El presidente de la Conferencia Episcopal Española, el cardenal arzobispo de Valladolid, Ricardo Blázquez, ha vuelto a hablar muy claro en el tema de los abusos. Y lo ha hecho al inaugurar esta semana la Plenaria de la CEE, con un discurso con el que ha querido dar un toque de atención haciendo suyo el documento aprobado por el Sínodo de Obispos en el que él participó, y antes de la reunión que tendrá el papa Francisco con los 113 presidentes de las Conferencias Episcopales del mundo para abordar esta lacra, que se celebrará a finales del próximo mes de febrero.
Más de uno se ha visto sorprendido por la dureza de las palabras de Blázquez, considerado por sus contrarios como un “blando” en muchas de sus actuaciones. Eso es no conocer al arzobispo de Valladolid, que no alza nunca la voz, pero que sus palabras siempre tienen el matiz justo. Por eso, Ricardo Blázquez ha reconocido que “los abusos realizados por algunos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos provocan en quienes son víctimas, entre los cuales muchos jóvenes, sufrimientos que pueden durar toda la vida y a los que ningún arrepentimiento puede poner remedio”. Es –ha dicho- “una lacra que representa un serio obstáculo a la misión de la Iglesia”.
El cardenal Blázquez habla de los abusos en su discurso de la #AsambleaPlenaria. “Es evidente el deber de erradicar las formas de ejercer de la autoridad”. pic.twitter.com/oh35pCnub4
— Of. Información CEE (@prensaCEE) November 19, 2018
Unas palabras que encajan perfectamente con la doctrina de Francisco que, a nuestro entender, “escuecen” porque algunos no quieren o no han querido entender lo que ha estado mal hecho en el pasado. Por eso, Blázquez ha recordado que “el Sínodo expresa el agradecimiento a los que han tenido la valentía de denunciar el mal padecido y ayudan a la Iglesia a tomar conciencia de cuanto ha ocurrido y de la necesidad de reaccionar con decisión”.
En el mismo sentido, como no podía ser de otra manera, se ha expresado en su primera rueda de prensa el nuevo secretario de la Conferencia Episcopal Española, el obispo auxiliar de Valladolid, Luis Argüello, elegido el 21 de noviembre por la plenaria de la CEE, ente sus dos competidores, Jorge Fernández Sangrador, vicario general de Oviedo, y el sacerdote Carlos López Segovia, vicesecretario general de la CEE. Una elección que, por cierto, no ha sentado muy bien entre los que apostaban por una cierta vuelta a posturas pasadas y que trataron de jugar su baza en la Permanente que confeccionó la terna, colocando el primero de la misma a Fernández Sangrador.
Y es que el reto es muy fuerte. Por eso, el ya ex secretario general de la CEE y obispo electo de Ávila, José María Gil Tamayo, hizo lo propio la pasada semana, al reconocer que “la Iglesia está obligada a un testimonio más coherente que nadie, pero esto no exime al resto de asumir su cuota de responsabilidad en esta cultura común compartida de silencio”.
El hasta ahora portavoz de la CEE no está de acuerdo con que las penas o el castigo que impone la Iglesia a los pederastas sean leves. Las penas, dice, “son más leves por parte del Estado, que las prescribe y deja a las víctimas sin posibilidad de defenderse”. Insiste, por ello, en “la necesidad de buscar un remedio compartido y que toda la sociedad asuma su responsabilidad ante los casos de pederastia”. ”Ahora hay una condena justa de la sociedad, pero hemos convivido hasta hace no mucho tiempo con una dejación social con estas cuestiones, igual que se ha convivido, desgraciadamente, con la violencia contra la mujer”.
Comisión para el tratamiento de los abusos. Del pecado al delito
Tras reconocer la responsabilidad y el silencio de la Iglesia ante la pederastia, Gil Tamayo ha aseverado que en España existe una campaña mediática y política intencionada para desacreditar y “criminalizar” a esta institución, y en la que no se duda, incluso, en instrumentalizar a las víctimas y convertir su testimonio en un espectáculo.
Por eso, aplaudo y debemos hacerlo todos los que despreciamos estos actos tan bárbaros las palabras de estos tres eclesiásticos españoles, que actúan entre sí en perfecta sintonía y que, sobre todo, quieren luchar ante ”los que desean ocultar estas gravísimas faltas”, y denuncia un clericalismo que, como dice el papa Francisco, “conduce a la pretensión de pertenecer a un grupo que posee todas las respuestas y no tiene necesidad de escuchar y aprender nada o fingir escuchar”.
El compromiso de la jerarquía de la Iglesia española en este tema es muy fuerte y solicita, con palabras de Blázquez, “las oportunas acciones y sanciones necesarias” contra los abusadores, que llenan la Iglesia de “mediocridad, presunción, división y corrupción”, y pide que “la Iglesia reconozca abiertamente los abusos de diversa índole“, aunque recuerda “la dedicación paciente de tantos cristianos, ministros, consagrados y laicos”. «No es legítimo abrigar sospechas sin fundamento».
Frente a los que intentan vivir del pasado, los que añoran otra Iglesia, los que tienen tortícolis de tanto mirar a Roma, está una Iglesia, que somos todos, dispuesta a arrimar el hombro y a no pasar ni una en este espinoso tema. Por eso, muchas gracias, don Ricardo.