Hay jinetes de luz en la hora oscura
Jessica Zorogastua | 27 de febrero de 2017
Venezuela experimentó la mayor tasa de inflación del mundo en 2015, superando el 150%, según cifras oficiales, aunque algunos expertos la situaban en el doble. La predicción del FMI apuntaba que 2016 podía cerrarse con una inflación del 475% –aunque las previsiones del propio Banco Central del país podrían elevar la cifra hasta el 800%- y que esta llegaría al 1.660% en 2017, mientras que el desempleo pasaría del 18% al 21,4% en este año 2017 si no cambiaban las cosas.
Estas cifras económicas son duras, pero para el pueblo venezolano, quien experimenta sus consecuencias que son devastadoras. En una situación similar a la vivida en Perú en 1989, una barra de pan que comenzaría costando al principio de la semana 50 céntimos, terminaría la semana costando 2 o 2,5 de la moneda local. De hecho, el salario mínimo venezolano se ha multiplicado por cuatro en el último año por la incapacidad de la moneda de tener valor para llenar la cesta de la compra.
El salario mínimo venezolano se ha multiplicado por cuatro en el último año por la incapacidad de la moneda de tener valor para llenar la cesta de la compra
Podría pensarse la visita del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero a Venezuela –van 5 visitadas en poco más de un año- ha sido para preocuparse por el pésimo año económico del país y el sufrimiento de su gente, pero una vez más lo ha hecho para, en teoría, mediar entre la oposición –que ganó las elecciones legislativas en diciembre de 2015 con un total de 99 diputados frente a 46 del chavismo, dando el primer gran golpe a la política chavista en Venezuela en quince años- y el presidente Nicolás Maduro. Unas negociaciones estancadas y que mantienen al país en la inacción, que siempre termina pagando un pueblo cada vez más empobrecido y desesperado.
Lo más sorprendente de este viaje de Zapatero es que lo hace tras una escalada de descalificaciones de Maduro al Gobierno español, de la reunión de los expresidentes Felipe González y José María Aznar –dos exmandatarios que no han coincidido prácticamente nunca en actos públicos-, para denunciar el deterioro del Estado de derecho y la petición de la liberación de los presos políticos, encarnado especialmente en Leopoldo López; y de que Maduro haya cometido su enésimo ataque a la libertad de prensa, expulsando a periodistas extranjeros. Nada de eso parece contar para Zapatero que, bajo el paraguas de mediador de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR), visita asiduamente al país latinoamericano sin lograr avances reales para la democracia.
Unas negociaciones estancadas y que mantienen al país en la inacción, que siempre termina pagando un pueblo cada vez más empobrecido y desesperado
Henrique Capriles, unos de los principales opositores venezolanos y gobernador de Miranda, además de recriminarle su ineficacia en el supuesto diálogo y su no alusión a los presos políticos, ha llegado a afirmar que la visita de Zapatero pretendía ser una cortina de humo para distraer la atención sobre las sanciones que el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha impuesto contra el vicepresidente venezolano, Tareck El Aissami, acusado de narcotráfico internacional. María Corina Machado, exdiputada y activista, ha ido un paso más allá y ha asegurado que Zapatero y la delegación de UNASUR han planteado a la oposición venezolana que reconozca a Nicolás Maduro como presidente legítimo y que acepte y apoye a su Gobierno hasta 2019, para tener un país estable a cambio de fijar la fechas de las elecciones regionales y municipales, que deben celebrase en diciembre de 2017.
No parece muy democrático ni velar por el diálogo ni negociar unas fechas electorales contempladas en la Constitución del país caribeño. Tampoco parece muy democrático que, aunque Zapatero abogue porque en el diálogo se incorpore la prensa -antes se había reunido con representantes de la Cámara de Periódicos de Venezuela- en ese país, el último medio independiente, Radio Carcas Televisión (RCTV), haya sido cerrado hace 10 años por Hugo Chávez y que Maduro haya expulsado a prensa norteamericana (CNN) y brasileña la semana pasada.
María Corina Machado ha asegurado que Zapatero y la delegación de UNASUR han planteado a la oposición venezolana que reconozca a Nicolás Maduro como presidente legítimo
Zapatero insiste en el diálogo, que todavía no ha demostrado ningún resultado. Aunque quien revise un poco la Historia sabe que para dialogar hace falta voluntad, democracia e Imperio de la Ley como garante. Por el contrario, los totalitarismos silencian a los medios de comunicación y utilizar el diálogo y el apaciguamiento como medidas de distracción. Pero Zapatero es un defensor del diálogo y de las palabras llenas de buenas intenciones.
Esa fue su motivación, entendemos todos, cuando en septiembre de 2004 presentó ante la ONU la propuesta de la Alianza Civilizaciones, pocos meses después del peor atentado terrorista de España en Atocha y tres años después del atentado de las Torres Gemelas. Una Alianza que seguía defendiendo en 2015 porque el terrorismo «solo se derrota” con «la cultura y las ideas». Hay quien debate todavía si Zapatero es idealista o necio. Está claro que en el tema de Venezuela es irresponsable, porque detrás del régimen de Maduro hay un reguero de pobreza y angustia de millones de personas que van a seguir sufriendo si no hay un cambio en las políticas económicas que devuelvan al país venezolano al camino del desarrollo.