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Cataluña

9 hechos notables que aclaran la mascarada del “sí-feréndum” y la desatención del Estado

Manuel Martínez Sospedra | 06 de octubre de 2017

Cataluña

El 155 lo quieren españoles orgullosos de vivir en una potencia mundial, democrática y justa Cataluña, una prueba para Sánchez . Pactar con Rajoy para intentar llegar a La Moncloa Una explicación sobre el procedimiento del artículo 155 y su trámite de aplicación tan lento El totalitarismo catalán . Expulsar a los que no comulguen con el procés ni con su voluntad El punto débil de la ejecución del artículo 155: la evolución política del PSOE de Pedro Sánchez Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, a prisión por agitar a las masas contra el Estado de derecho

El «sí feréndum» deja sobre la mesa el triunfo mediático secesionista, como muestra la prensa internacional. Pero lo sustantivo son los hechos, que revelan que ha sido una mascarada llena de irregularidades. Puigdemont y los suyos no quieren otra cosa que la independencia y el error de Rajoy ha sido desatender al bloque constitucional catalán.

La resaca del sí-feréndum catalán deja sobre la arena de la playa dos cosas distintas: las imágenes y los hechos. En el plano de las imágenes, la realidad es una; en el de los hechos, otra. En el plano de las imágenes, hemos sufrido una derrota total, completa, absoluta, como revela la reacción de la prensa internacional al referéndum secesionista y, parece ser, el tráfico en las redes. En este terreno, lo ocurrido el domingo en Cataluña es un episodio de violencia policial desmedida a cargo de un Estado, sospechoso de despótico cuanto menos, que recuerda a la España negra (que, como es bien sabido, es la de siempre). En este campo, el Omnium y la ANC (Asamblea Nacional Catalana) ganan al Estado por goleada. De un lado, tienden un velo de silencio sobre los atropellos encadenados en que está consistiendo el procés; del otro, desacreditan al Estado ante la ciudadanía catalana y ante buena parte de la del resto de España, al tiempo que facilitan la percepción internacional de la “cuestión catalana” en términos de oposición entre una ciudadanía pacífica y festiva y un Estado sospechoso de opresor. Sin otro fundamento que una chapuza policial descomunal, por cierto. Porque el triunfo mediático de los secesionistas tiene por condición de posibilidad la incompetencia con la que se ha manejado el problema. secesionista

Pero si la imagen es una parte de la realidad, lo sustantivo de esta no la dan las imágenes, la dan los hechos. Y como estos tienen la fastidiosa costumbre de ser tozudos, no se dejan desconocer y cuentan con una elevada posibilidad de acabar por prevalecer, así que vayamos a estos:

Primero

Como ya se sabía, el referéndum ha sido una mascarada en la que toda irregularidad ha hecho acto de presencia. No es una consulta democrática, pero eso da igual, porque en el diseño secesionista la votación no era más que un pretexto para habilitar la DUI (Declaración Unilateral de Independencia) o, alternativamente, para llevar a unas autonómicas en las que el secesionismo pueda conservar la mayoría, en caso necesario, merced a la exhibición de los mártires de la causa. Lo que, por cierto, agranda las dimensiones de la chapuza policial.

"Niños que creen que #Cataluña fue un reino". La opinión de @carloscuestaEM #Referendum #1Oct #dbhttps://t.co/FwHmAdbXpX

— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 3, 2017

Segundo

Pero el secesionismo, hábil en el manejo de la imagen y el uso de la calle, es torpe en la cuestión fundamental: viene siendo incapaz de romper lo que un diario barcelonés ha llamado el “techo de cristal” del independentismo. Desde finales de los ochenta, el voto nacionalista viene oscilando en el seno de una franja que va del 43 al 48 por ciento, en autonómicas, y la hegemonía del secesionismo no ha cambiado ese dato básico: si damos por buenos los datos del Govern (que, por cierto, emulan al Fraga de 1966, la suma excede el 100% de los votos) se ha votado algo menos que en la consulta de hace dos años, los votos no independentistas han sido similares y los afirmativos suponen algo menos del 40% del censo electoral. Activar la mayoría silenciosa debería ser el primer mandamiento de las tablas de la ley.

Tercero

Las llamadas al diálogo son retórica huera: el secesionismo no quiere otra cosa que la independencia ya, ningún gobierno español puede consentirla, ningún país de nuestro entorno puede aceptarla. Pero aunque no fuere así, aunque hubiere alguna voluntad de diálogo en la plaza de S. Jaume, daría lo mismo. A fecha de hoy, es dudoso, cuanto menos, que los partidos secesionistas puedan liberarse de la tutela que la criatura que han alimentado les impone: el tejido asociativo que pilotan el Omnium y la ANC. Y estos quieren la DUI, la quieren ya y son ellos, y no el Govern, quienes tienen la posibilidad del control de la calle. Los que están perdiendo el dominio del uso de violencia legítima no es solo el Estado, son todas las instituciones, a comenzar por la Generalitat. Hay un clima pre-insurreccional en Barcelona y no faltan candidatos para arrimar el encendedor a la lata de gasolina, para que empiece el mambo. Más de un aprendiz de brujo está pensando:¡Mare meua!

El ex diputado Eugenio Nasarre analiza el mensaje de #FelipeVI. #Cataluña #1Oct #referendum @CasaReal #db https://t.co/Ov8UXlqTev

— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 4, 2017

Cuarto

La clave del complejo organizativo del secesionismo se halla en el control de la Generalitat, pues es este el que les otorga los recursos administrativos, legales, financieros y simbólicos sin los cuales ese complejo no podría actuar en el modo en el que lo viene haciendo. Sin ese soporte, y sin la imagen dominante de impunidad que ese soporte aporta, la dinámica política catalana cambiaría sustancialmente. En Cataluña esta emergiendo un “doble poder”, pero la variante catalana del mismo tiene como diferencia específica que la fuerza del secesionismo está en el tejido social y el control de la calle que el asociacionismo organiza (y ahí está la CUP), pero esa fuerza es una variable fuertemente dependiente del control secesionista de la Generalitat.

Quinto

El bloque constitucional cuenta con una amplia base en Cataluña, pero esa base es pasiva porque ha sido desatendida, ese es el error fundamental de la estrategia Mariano Rajoy. Y no tengo claro que se esté a tiempo de corregirlo.

Porque creemos en nuestro #país y nos sentimos orgullosos de lo que somos: deseamos convivir en paz y en libertad.https://t.co/arQ4nq6ang pic.twitter.com/HaoMjsPX9A

— Policía Nacional (@policia) October 4, 2017

Sexto

No cabe duda de que una parte considerable de la responsabilidad del desaguisado recae en las espaldas del Sr. Rajoy. Hay que entenderlo, porque no es que el Sr. Presidente sea un político conservador, que lo es, es que lo es de una manera peculiar: para el Sr. Rajoy, el orden social y político deseable, aquel que más se parece al ideal, es el existente y, siendo así que lo que hay es lo que más se parece a lo óptimo, no parece que haya necesidad de cambio sustancial alguno. En consecuencia, lo que procede es el quietismo, la política como administración. Mientras las cosas van bien, las instituciones funcionan normalmente y no irrumpen demandas nuevas, esa estrategia es viable. Cuando aparecen demandas nuevas, el tejido institucional se deteriora por obsolescencia creciente o hacen su aparición en la escena los populismos (el secesionismo lo es), aquella estrategia está llamada al fracaso. Que es lo que hay. secesionista

Séptimo

Se oyen gruñidos. Parece que se está despertando un tigre hasta ahora dormido, podemos tener de vuelta otro nacionalismo: el español.

El independentismo es más popular entre los catalanes con rentas más altas https://t.co/kO7fTSKyRC

— EL PAÍS (@el_pais) September 28, 2017

Octavo

Comienza a percibirse el aroma a elecciones legislativas anticipadas.

Noveno

Para que haya posibilidades de arreglo, dos presidentes tienen que irse. Laus Deo.

Imagen de portada: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy (d), y el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, durante una reunión en La Moncloa.
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Cataluña

El 155 lo quieren españoles orgullosos de vivir en una potencia mundial, democrática y justa

Carlos Cuesta

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