Hay jinetes de luz en la hora oscura
Jaime Rocha | 12 de agosto de 2017
El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra`ad al Hussein, en un comunicado hecho público el pasado martes 8 de agosto, denuncia torturas, malos tratos y al menos 46 muertes durante las manifestaciones cívicas realizadas contra la Asamblesa Nacional Constituyente Venezolana (ANC), elegida el pasado domingo 30 de Julio.
Las protestas de la oposición al régimen de Nicolas Maduro se viene produciendo casi a diario durante los últimos meses, no solo contra las elecciones para la ANC, sino contra el régimen dictatorial impuesto por el chavismo que tendrá pronto una nueva Constitución para consolidar e intentar perpetuar al régimen y a su líder al que concederá poderes absolutos para tomar decisiones de ejecución inmediata.
UN human rights team’s findings indicate patterns of rights violations amid mass protests in #Venezuela https://t.co/3oEtBVS8RC pic.twitter.com/1LKOYfwrfZ
— UN Human Rights (@UNHumanRights) August 8, 2017
Condenas y denuncias de un considerable número de países, incluso boicot, vetos y exclusiones de organismos como la Organización de Estados Americanos (OEA) o Mercosur, no hacen excesiva mella en el dictador, mientras cuente con el apoyo explícito de sus íntimos amigos los hermanos Castro, deudores de ayuda venezolana en momentos difíciles para Cuba, o Bolivia, Nicaragua y Ecuador.
Estados Unicos y la Unión Europea imponen sanciones financieras al régimen bolivariano y sus principales protagonistas, pero ni estas presiones ni una hipotética condena del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que ni siquiera tiene en su horizonte más inmediato una reunión especifica para analizar la situación venezolana, van a conseguir reducir al dictador, si acaso aumentar la penuria de los venezolanos.
Mientras tanto, mientras la ONU, OEA, los Estados Unidos y Europa continuan tomando esa clase de medidas escasamente eficaces, la recién «elegida» Asamblea Constituyente ha impuesto la obtención de un certificado de «buena conducta» para los candidatos a las elecciones locales y regionales a celebrar en el próximo diciembre. Elecciones que han ido retrasándose desde diciembre de 2016, hasta asegurarse el éxito mediante el sencillo método de expedir certificados, o ingresar en prisión con pérdida de los derechos cívicos a los candidatos de la oposición.
La destitución de la Fiscal General de Venezuela, Luisa Ortega, nombrada hace escasamente unos meses por Maduro, ha sido la primera decisión tomada por la recién constituida Asamblea Nacional Constituyente, que además he decretado el embargo de todos sus bienes.
Y mientras, la violencia continua, la oposición venezolana contabiliza ya 125 muertos en los cuatro últimos meses y las noticias gráficas que llegan desde Venezuela revelan una brutalidad desmedida por parte de los cuerpos policiales y el ejercito en la represión de los manifestantes. Una situación desesperada para quienes lo sufren directamente.
Leopoldo está preso por sus ideas, es un preso de conciencia. Esta lucha es para rescatar nuestros #DDHH y la libertad de Venezuela. pic.twitter.com/FsBjcbOCS6
— Lilian Tintori (@liliantintori) August 10, 2017
Maduro achaca a la riqueza petrolera de Venezuela el interés de países como Estados Unidos en acabar con él y su régimen, petróleo que obtiene gratuitamente Cuba, 80.000 barriles diarios, que en una parte revende al comercio internacional. Pero los principales clientes son China y la India, que suman el sesenta por ciento del total exportado, la primera como devolución de los préstamos concedidos en 2007 y 2010, a un precio inferior al fijado por la OPEP.
El derecho de veto de China en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impedirá a este organismo tomar medidas más eficaces contra el régimen de Maduro.
Así las cosas, no se ve, en la acción exterior, una solución pacífica para acabar con la dictadura. Seguirán las medidas de boicot y económicas que los países reunidos en Caracas en apoyo a Maduro, Cuba Bolivia, Nicaragua y Ecuador, pero sobre todo China, se encargarán de paliar.
Otro episodio reciente ha venido a confirmar la fortaleza de Maduro y el apoyo que recibe de las Fuerzas Armadas y los cuerpos policiales. El pasado domingo 6 de agosto, un grupo de no más de veinte militares, en la ciudad de Valencia, estado de Carabobo, asaltó el Fuerte Paramacay. «Los terroristas han sido neutralizados» fueron las palabras de Maduro a la vez que informaba de la muerte de dos de ellos y otro resultaba herido.
No parece que en el Ejercito, por el momento, haya descontentos con el régimen de Maduro, y si los hay lo son en tan escaso número que nada pueden hacer, como ha ocurrido con ese pequeño grupo del Fuerte Paracamay.
— Marco Ferreira (@mferreiratorres) August 6, 2017
En resumen, Maduro sigue fuerte en el interior y con apoyos suficientes, sobre todo de China, Iran y Cuba, en el exterior. En ese contexto el régimen bolivariano tiene asegurada su continuidad. Mucho tendrían que cambiar las cosas para que un grupo importante de militares venezolanos dieran un golpe de Estado o los países que ahora son sus aliados le dieran la espalda. Ninguna de las dos hipótesis tiene visos de suceder, al menos a corto y medio plazo.
Los opositores, que ganaron unas elecciones al Congreso obteniendo la mayoría, ya han visto lo poco que les ha durado su mandato, cuando en unas elecciones, a todas luces fraudulentas, la Asamblea Constituyente los ha desalojado.
Ni siquiera cabe la esperanza de que ganen las locales y regionales, habida cuenta de la exigencia de los certificados de buena conducta. Maduro no duda a la hora de destituir, como a la Fiscal General, o encarcelar, como a los líderes de la oposición como Leopoldo López y Antonio Ledezma, o asesinar, como a los dos militares sublevados. Es lo que tienen las dictaduras, que no consienten que nada se les oponga.