Hay jinetes de luz en la hora oscura
Ainhoa Uribe | 30 de septiembre de 2017
El presidente ruso, Vladimir Putin, está en todas partes. Sus intereses internacionales se extienden por múltiples rincones del mundo. Mientras la economía nacional rusa se sostiene dudosamente, su perfil de líder fuerte y líder global se fortalece, al implicarse en grandes crisis internacionales como la de Siria. Putin alimenta la gloria nacional y el orgullo ruso, preocupándose y ocupándose más de la política exterior que de la política nacional.
En ese juego internacional, la desestabilización de Europa está sobre la mesa. Muchos medios han apuntado a sus alianzas con partidos de extrema derecha en la Unión Europea. El presidente ruso ha promovido el brexit del Reino Unido y las candidaturas de Marine Le Pen en Francia y del partido de ultraderecha Alternativa para Alemania… pero sus miras parece que van mucho más allá y también ha puesto los ojos en España.
¿Qué pensarían si alguien les cuenta que Putin busca lograr la independencia de Cataluña con ayuda de Assange y su Twitter? @inafinogenova pic.twitter.com/Lkr92Y3NsY
— RT en Español (@ActualidadRT) September 19, 2017
Esta semana, El País se atrevía a denunciar el intento de Putin de intervenir en la crisis catalana y acrecentar la inestabilidad nacional. El País daba datos de la difusión de noticias falsas sobre Cataluña en las redes sociales prorrusas, en la cadena de televisión Russia Today (RT), así como de emplear a personajes conocidos, como Julian Assange (fundador de Wikileaks) o Edward Snowden (exanalista de inteligencia norteamericano, asilado en Rusia), para declararse a favor de la independencia de Cataluña. Estas redes sociales y medios rusos difundían noticias falsas, como unas supuestas declaraciones oficiales del Parlamento Europeo sobre el derecho de los catalanes a decidir sobre su futuro de forma democrática; como la posible expulsión de España de la Unión Europea por su negativa al referéndum; o la magnitud de la represión de España en Cataluña (comparando a España con regímenes dictatoriales como China o recordando incluso a Franco). Estos y otros mensajes similares obtuvieron en pocas horas miles de retuits o “me gusta” a lo largo y ancho del planeta, siendo virales en cuestión de horas. La gravedad de los hechos es más que relevante. Por la falsedad de las noticias, por el alcance internacional de las mismas y por la intención política que puede haber tras ellas.
El gobierno ruso lo ha negado todo, alegando que la cuestión catalana se trata de un asunto de política nacional que atañe en exclusiva a España, pero lo cierto es que Putin lleva tiempo alimentando a los separatismos europeos (con la excepción, claro está, de los separatismos que no le interesan porque le afectan directamente, como es el caso de los chechenos). La primera Cumbre de independentistas europeos, auspiciada por Rusia, tuvo lugar en Moscú, en septiembre de 2015, bajo el título “El diálogo de las naciones: derecho de los pueblos a la autodeterminación y la construcción de un mundo multipolar”. Al encuentro acudieron representantes de movimientos secesionistas de Cataluña, Escocia, Irlanda, Sáhara Occidental, Venecia, Puerto Rico, Hawai y Texas. A esta primera sesión le han seguido otras. La organización detrás de la cumbre se denomina Movimiento Antiglobalización de Rusia y cubre todos los gastos de los participantes (incluyendo viajes y hoteles), gracias a las donaciones del gobierno ruso, ya que el Kremlin apoya los encuentros del secesionismo europeo.
Varias son las claves para entender la intención de Putin de desestabilizar Occidente. En primer lugar, Rusia concibe la Unión Europea (y la proximidad de sus bases de la OTAN) como una amenaza pegada a sus fronteras. Por ello, una Unión Europea (y su paraguas defensivo) débil y dividida es clave. En segundo lugar, los valores occidentales, entre los que se encuentran la democracia y la promoción de los derechos humanos son otro de los temas que Putin rechaza. Su estilo de gobierno no es ni democrático ni pro-derechos humanos. La oposición interna del país, aunque vive acorralada, subsiste en Rusia. En este sentido, la difusión de noticias falsas sobre la violación de derechos humanos en el territorio europeo (como, supuestamente, ocurre, según los medios rusos, en Cataluña) o la fractura de nuestras democracias son ejes centrales del discurso en las redes sociales prorrusas y sus medios satélites.
?? "Putin cuenta, según los datos oficiales, con una popularidad que ronda el 80%". Artículo de @AinhoaUribeO https://t.co/LqB7k52SaJ
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) April 7, 2017
El Gobierno ruso se muestra contrario al ultraliberalismo europeo. La vuelta a la familia y los valores tradicionales, así como la defensa de la soberanía nacional parecen ser los ejes de su discurso. Dentro de este marco ideológico, Putin ha encantado a muchos sectores ultraconservadores europeos y ha apoyado a partidos de extrema derecha. Pero Rusia no es un socio de fiar. Rusia atiende su propio interés y Putin es un líder autoritario que ha ido acentuando sus poderes presidenciales con el tiempo, en detrimento de la Duma (el Parlamento). Rusia desea seguir teniendo zonas de control propio, unas áreas de influencia natural, como las tuvo en los tiempos de la antigua Unión Soviética. Su rivalidad con Occidente se traduce ahora no en una confrontación directa o en una guerra fría, sino más bien en la clásica regla tan conocida del “divide y vencerás”. España y Cataluña serían, por tanto, una pieza más del tablero político europeo, que cada día se torna más frágil e imprevisible.