Hay jinetes de luz en la hora oscura
Ferdinand Van der Gracht | 04 de diciembre de 2017
Llegado en secreto a Bruselas el lunes 30 de octubre, el presidente destituido se escondió primero de las cámaras españolas, belgas e internacionales. Tan solo rompió su silencio para dar una conferencia de prensa caótica organizada con urgencia en el Círculo de la Prensa. Carles Puigdemont concedió solo una entrevista durante su primera semana en Bélgica, el viernes 3 de noviembre. Junto a una escasez de apariciones públicas, también se había mostrado muy discreto en la intimidad. Pero deseoso de darse a conocer, había declarado en el curso de este careo de veinticinco minutos con la presentadora del telediario de la RTBF, cadena francófona pública, que no había tenido hasta entonces ningún contacto privado con ningún político belga y que tampoco quería tener uno en el futuro porque se encontraba en Bruselas exclusivamente para reordenar la cuestión de la independencia catalana.
Gisterenavond hadden we een paar vrienden op bezoek. Vandaag duimen we voor hen. ✌️ pic.twitter.com/plZ5efxtd6
— Lorin Parys (@lorinparys) November 17, 2017
En apenas un fin de semana, Puigdemont cambió groseramente de estrategia organizando la llegada de doscientos alcaldes catalanes (sobre novecientos representantes en toda la región), el martes 7 de noviembre, en el corazón del barrio europeo, para sostener su causa. Luego aceptó la invitación a cenar con un diputado flamenco del partido independentista belga, NVA, exhibiéndose para ser fotografiado allí y autorizando su publicación por Lorin Parys a través Twitter, el jueves 16 de noviembre.
Todas estas artimañas no quedaron sin reacción. Al contrario. El día de la llegada de sus alcaldes adeptos, una decena de empresarios catalanes, todos miembros de la asociación Empresaris de Catalunya, se reunieron en el Parlamento europeo en Bruselas para explicar su posición contra la independencia. Según ellos: «Esta es egoísta y estúpida desde el punto de vista económico. La prosperidad en Cataluña hasta ahora no venía del cielo, sino que se inscribe en un entorno; un entorno que se llama España. Son sinergias y colaboraciones que crean algo más grande. Hay que salvar a los catalanes del separatismo.»
La acogida glacial a Carles Puigdemont . El Gobierno de Bélgica no quiere más problemas
Según un sondeo realizado en Bruselas por el responsable político de la cadena de televisión belga RTL, Patrick Deborsu, a propósito de la presencia de Puigdemont en Bélgica, cerca del 90% de los encuestados considera que tiene repercusiones nefastas sobre nuestra política internacional y nuestra diplomacia y se muestra favorable a su vuelta a su Gerona natal.
Esta opinión es ampliamente compartida por el conjunto de la prensa belga. Así, por ejemplo, el diario Le Soir titulaba en una de sus ediciones dominicales del 4 y 5 de noviembre: «Puigdemont, la pesadilla del Gobierno belga».
Reunión con el primer ministro de #Bélgica, @CharlesMichel. Agenda: relaciones bilaterales y futuro de la Unión Europea pic.twitter.com/1EKX2rX2dS
— Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy) November 17, 2017
Por fin, los líderes de España y Bélgica se encontraron durante veinte minutos, el viernes 17 de noviembre, antes de la cumbre social europea organizada en Göteborg, Suecia. Al final de su conversación posaron juntos para transmitir una imagen de fuerte y sincera unidad de acción política. Además, Mariano Rajoy declaró que, como Charles Michel, confiaba totalmente en la justicia belga para instruir de manera independiente e imparcial los cargos y la orden de detención europea emitida contra el propio Puigdemont y sus exconsejeros fugados.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.