Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carlos Cuesta | 21 de junio de 2017
Su esquema de poder necesita del apoyo de ese tercer bloque: los independentistas, factor que ha motivado su apoyo a la idea estrella de su programa de acción, lo que él denomina la España “plurinacional”.
Pedro Sánchez lo definió de esta manera en su discurso del 39º Congreso del Partido: “España es una nación de naciones con una única soberanía, la de todos los españoles, y con un único Estado. Un Estado que 40 años después exige reformarse, culminar su ser federal y perfeccionar el reconocimiento de su carácter plurinacional”.
¿Es posible ese modelo: compaginar una soberanía única con una multiplicidad de naciones? Solo partiendo de una profunda reforma constitucional. En primer lugar, debería alterarse por completo el artículo 2 de la Constitución Española, una reforma que Pedro Sánchez ha admitido en otras ocasiones y que, sin embargo, en el Congreso del PSOE ha escondido. Porque, pese a la literalidad de su afirmación -en la que defiende “perfeccionar el reconocimiento de su carácter plurinacional”-, la realidad es que nuestra Constitución no recoge ese término de ninguna manera, ni perfeccionado, ni sin perfeccionar. Tan solo recoge el de“nacionalidades y regiones”. Y no menciona esa supuesta purinacionalidad por la sencilla razón de que, como ya ha esgrimido el TC en sus sentencias, “la Constitución no conoce otra que la nación española”.
Los amigos de 'Demoliciones Iglesias' aplauden la idea de Sánchez. Solo con un proyecto común sensato podremos ganar a Rajoy en las urnas. https://t.co/y3htPFUPg7
— Albert Rivera (@Albert_Rivera) June 19, 2017
Pero Sánchez fue a más en su discurso. Y asumió como propia la famosa tesis del ‘choque de trenes’, una teoría que equipara la legitimidad constitucional con el deseo de saltarse la legalidad por parte de los separatistas. “No podremos encontrar soluciones ni desde el intento de romper la unidad territorial ni desde el neocentralismo que continua sin admitir la realidad de un país con diversidad territorial”, afirmó el líder socialista. Una frase que iguala el deseo de hacer valer los textos aprobados democráticamente, con un supuesto derecho a decidir que el Derecho Internacional desmiente y solo reconoce a las colonias o territorios ocupados o dominados militarmente. Pero Sánchez no dudó en poner a la misma altura las dos actitudes. Y lo hizo porque su único objetivo era ganarse la simpatía de esos mismos separatista a los que necesita para sumar una mayoría de gobierno.
Sánchez completó su explicación con un punto adicional que, de nuevo, implicaría reformar la Constitución. “Los socialistas pensamos que la salida lógica y racional llegados a este punto del desarrollo de la España autonómica, es la reforma federal del Estado, asentada en nuestros propios acuerdos de la Declaración de Granada. Un modelo que dé cauce, con lealtad entre todos, a un Estado donde Cataluña encuentre su sitio”. ¿Cómo podría no encontrar Cataluña su sitio cuando ha desarrollado y estirado todas las capacidades y competencias autonómicas al máximo? Pues, simplemente, partiendo de algo que no es realmente una reforma federal, sino confederal. Porque la realidad es que, sin existir el reconocimiento formal del carácter federal es nuestra Constitución, el desarrollo de competencias de las CC.AA. ha superado los baremos federales de muchos países con implantación efectiva de este modelo. Y el único punto al que podría estar refiriéndose -un federalismo fiscal (cada región tiene sus ingresos y adapta sus gastos a esos recursos sin contar con esquemas de solidaridad)- ya ha sido rechazado por la Generalitat como supuesto caramelo con el que calmar sus ansias de ruptura. Dicho de otra manera: que, una vez más, Sánchez oculta la realidad de su pretendida reforma, que no sería otra que emprender una revisión constitucional de gran calado que abriese la puerta al reconocimiento de la soberanía previa de cada una de las regionales que forman parte de España.
Profundamente preocupado. El @PSOE afirmando que somos un país "plurinacional". Somos un país plural, pero de nación sólo hay una, España.
— Xavier García Albiol (@Albiol_XG) June 17, 2017
¿Es nueva esta estrategia? En absoluto. De hecho, fue el origen del Tinell. Y es que aquel pacto -causante de muchos de los graves problemas que hoy padecemos en materia territorial- no fue solo una unión de tres partidos -PSC, ERC e ICV-. Fue mucho más. Incluyó el compromiso de aislar al PP; la idea de aceptar las iniciativas del Parlamento catalán como prioritarias frente al Congreso de los Diputados -recordarán todos el famoso compromiso de José Luis Rodríguez Zapatero de aprobar en el Parlamento nacional todo lo que saliese del Parlamento catalán-; y, por supuesto, la idea de construir sobre esas bases el futuro desarrollo competencial catalán, plasmado en su estatuto.
Por eso, hace solo una semana fue Guillermo Fernández Vara quien reclamó devolver a la Generalitat los artículos de aquel estatuto anulados por el Constitucional. Porque eran precisamente aquellos preceptos -tumbados por su evidente violación constitucional- los que más claramente dejaban constancia de la eliminación de facto del poder prioritario de la Carta Magna nacional, dando paso a una interpretación por la que la cesión de competencias no debía partir del pueblo soberano, sino que podía ser impuesta por un nuevo y teórico ente emanador de poder constituyente: el pueblo catalán.
Por eso Jorge Rodríguez Zapata, magistrado del Tribunal Constitucional en aquel momento, reclamó la declaración de inconstitucionalidad “pura y simple” de todo el Estatuto. Por estar viciado en su integridad por ese deseo de violar la superioridad formal de la Constitución española sobre los estatutos de autonomía.
En aquel momento, no se hizo caso de la advertencia del magistrado. Hoy es Pedro Sánchez el que vuelve a reclamar la esencia de aquel Tinell. De forma tan inconsciente como peligrosa. Tan osada, como dañina. Y cada vez será más difícil que su partido -doblegado ante él- lo frene. Tan solo los votantes podrán evitar ese daño, dejando claro a los líderes políticos que no todo vale para llegar al poder.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.