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Internacional

El hundimiento de los partidos tradicionales franceses ofrece un bulevar para Macron

Ferdinand Van der Gracht | 28 de abril de 2017

Internacional

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BRUSELAS (BÉLGICA) | Por primera vez en la historia de la V República, ni la derecha ni la izquierda tradicional superaron el escollo de la primera vuelta. Los socialistas ya vivieron algo así en 2002, tras la derrota de Lionel Jospin. El gran beneficiado de esta caída es el outsider Emmanuel Macron.

La gravedad de esta derrota no es la misma para los dos partidos tradicionales franceses. El socialista Benoît Hamon registra el peor dato de entre los grandes partidos, con un 6,4% de los votos, lejos de su principal rival por la izquierda, Jean-Luc Mélenchon. El conservador François Fillon se quedo solo a un 1,3% de Marine Le Pen, lo que supone apenas 460.000 votos. Aunque el resultado sea, en definitiva, parecido (quedando ambos fuera de la segunda vuelta), las causas son bien distintas.

El cataclismo socialista

Existen dos razones para explicar esta debacle: la primera reside en la incapacidad de Hamon para dejar a un lado la mala etiqueta que suponía ser el sucesor de François Hollande. Aunque sus ideas se distanciaban bastante del programa socialdemócrata que ha aplicado durante su mandato el impopular Hollande, los franceses no han querido ver en sus propuestas reformadoras, cercanas a las clases populares como la de la renta universal, otra cosa que no sea la de ser sucesoras del «hollandismo».

La caída de Hollande y la crisis del PSOE

HollandeManuel M. Sospedra analiza el hundimiento de los socialistas franceses y advierte de los paralelismos que pueden surgir ante la situación de duda que se vive en el socialismo español por el proceso de primarias que encara. 

La segunda razón reside en el error táctico que llevó a cabo al firmar un «pacto de no agresión» con su rival, inclinado aún más hacía la izquierda, Jean-Luc Mélenchon. Este último, gracias a sus formidables dotes como orador y a unas medidas de choque más populistas, ha podido imponerse en el primer duelo entre partidos tradicionales y novedades. En este caso, por la izquierda.

La bofetada de la derecha

François Fillon no se equivocó de campaña, como su homólogo socialista; sin embargo, también podemos encontrar dos razones para explicar su prematura salida en la carrera hacia el Elíseo. En primer lugar, su fuerte carácter conservador provocó cierta amargura ante su victoria en las primarias del partido. Su rival, Alain Juppé, representaba una posición más templada en la franja del centro-derecha de los republicanos. Su duelo llevó a una profunda reflexión a los miembros de la formación respecto a su postura tradicional y las opciones que tenían de acabar con Macron por la vía de la moderación.

La ‘tercera vía’ de los franceses

macronSerán Emmanuel Macron y Marine Le Pen quienes se disputen la presidencia de Francia después de que los votantes hayan optado por buscar un nuevo rumbo para el país alejado de las formaciones tradicionales en el gobierno. 

Fundamental para entender la derrota de Fillon son las revelaciones sobre la supuesta malversación de fondos en el entorno del candidato. Estaríamos hablando de hasta un millón de euros derivados, entre otras cosas, del supuesto empleo ficticio de su mujer como asistente parlamentaria durante ocho años. En un momento en que la sociedad civil francesa reclama, como en toda Europa, una mayor ejemplaridad de los representantes públicos, las posibles sanciones penales contra Fillón lo convirtieron en un candidato «inelegible» para la función suprema que debería ejercer, la de presidente de la República, para todos aquellos que no formaban su «núcleo duro».

El «hombre-candidato»

En conclusión, la elección de estos dos candidatos por la vía de las primarias abiertas dentro de sus partidos tradicionales no ha sido bueno para ellos. Peor todavía, mientras todos pensaban que el futuro presidente saldría de las primarias de los republicanos, el outsider Emmanuel Macron consiguió, mediante una proeza mediática, liberarse del habitual enfrentamiento entre izquierda y derecha y presentarse como la renovación que Francia reclama. También el sistema de primarias ha salido dañado. 

Por tanto, más allá del posible error al elegir a los candidatos, la verdadera llave del hundimiento de los dos partidos tradicionales franceses está en la maestría con la que Macron ha conseguido, en un año y medio, convertir el movimiento En Marche! en una plataforma basada en el «hombre-candidato», superando el esquema tradicional «partido-candidato».

Foto de portada: Carteles electorales en la ciudad francesa de Sedan | Agencia EFE
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