Hay jinetes de luz en la hora oscura
Miguel Ángel Gozalo | 29 de junio de 2018
El departamento de complementos es fundamental en los grandes almacenes. Allí están los accesorios, los adornos, lo superfluo, lo que remata la indumentaria esencial. Hay complementos también en la política: lo que se exhibe cuando la batalla por lo importante se escamotea. Pedro Sánchez, aconsejado por unos innovadores asesores de imagen, ha empezado a mandar mensajes que, en esta época de abrasadoras redes sociales, se han convertido en la rechifla nacional: fotos en un avión, con gafas de sol, mientras hojea papeles. Fotos de las manos de Pedro Sánchez mientras gesticula. Él y sus gafas. Él y sus manos. El gran hombre posa para la posteridad: ¿no corre el riesgo de que se entienda esto como culto a la personalidad?
.@sanchezcastejon evalúa sus recientes encuentros con líderes europeos tras visitar esta mañana a #AngelaMerkel en Berlín. Las manos del Presidente marcan la determinación del Gobierno. Mañana comparece ante el @Congreso_Es pic.twitter.com/QZqtwQa3rT
— La Moncloa (@desdelamoncloa) June 26, 2018
Quizá, cada día que pasa Pedro Sánchez tendría que tachar una fecha en el calendario, como algunos reclutas hacían en los viejos tiempos de la mili. Previamente, se debería pellizcar antes de salir a corretear por los jardines de La Moncloa y musitar una especie de jaculatoria: «sí, es verdad, no estoy soñando. Soy el presidente del Gobierno. No he llegado aquí mediante unos sufragios, pero ¿no es más importante una moción de censura que unas elecciones? La moción, ¿no es la victoria de quien es capaz de sumar voces y convertirlas en un puño invencible? Tengo dos años por delante y muchas cosas que hacer. La primera, que los españoles se olviden pronto de cómo he llegado hasta aquí. Si aparezco continuamente en la televisión, y la gente ve las manos de Pedro Sánchez que marcan la determinación del Gobierno (qué gran idea de Iván Redondo), y me retrato en los aviones como prueba de mi actividad incesante, reuniéndome cada poco con Angela Merkel y Emmanuel Macron (¡nuevo eje europeo, con España jugando en Champions!), ¿no parecerá que llevo al frente del Gobierno desde hace mucho tiempo? ¿No pasará al olvido total un registrador de la propiedad con oficina en Santa Pola?».
Quiero reconocer públicamente el acuerdo Francia-Alemania para avanzar en la integración europea. Un compromiso decisivo con la unión bancaria, el presupuesto comunitario y la zona euro. He transmitido la voluntad del Gobierno de España de contribuir con soluciones e ideas. pic.twitter.com/JCYSCes1dG
— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) June 26, 2018
Estas podrían ser sus reflexiones eufóricas. El hombre de las gafas ahumadas y de las manos imperiosas enfrentadas a los problemas del mundo. Las gafas de Sánchez: un antifaz para que la mirada no se contamine con lo que no hay que ver. Por ejemplo, que el nuevo Gobierno empieza a ser sacudido con cierta contundencia; que las dos cuestiones más «delicadas» (el adjetivo que ÍñigoUrkullu, tras reunirse con Sánchez, utilizó para referirse a la transferencia del Régimen de la Seguridad Social, una de las 37 pendientes del Estatuto de Gernika, que el lehendakari vino a reclamar a Madrid vestido de cobrador del frac), siguen siendo Cataluña y los presos de ETA, y que, como cantaría el llorado Federico García Lorca al piano, «ya se acabó el alboroto y ahora empieza el tiroteo».
El tiroteo ya ha empezado. Las manos de Pedro Sánchez tienen que sacudirse la acusación del líder de Compromís y poner a prueba, gobernando, sus 84 escaños. La tumba de Franco, el asalto a RTVE, la eutanasia con cargo a la Sanidad Pública, los retoques a las vallas de nuestra frontera sur, la «reformulación» de la política penitenciaria (lo que llevará a un enfrentamiento con las víctimas del terrorismo) son solo accesorios para un perfil progresista con gafas de sol. Pero en la planta principal está esperando un separatista incombustible, llamado Quim Torra, con un lazo amarillo en la solapa.
Y en la calle, un PP en busca de un autor en estos momentos, como los seis personajes de Pirandello (casualmente, son seis los aspirantes a presidir el partido que ha abandonado el registrador), que tiene, a pesar de todo lo que le está pasando, dos condiciones muy importantes para ejercer la acción política y la oposición con eficacia más votos que el PSOE y un malhumor infinito.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.