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La distinta vara de medir en Podemos . Iglesias se ofende, pero olvida sus continuos ataques

Charo Zarzalejos | 21 de junio de 2017

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Y Torra cogió su fusil… amarillo La inevitable refundación del centro-derecha La manifestación independentista o la demostración de la locura separatista El interrogatorio a Trapero evidencia el delito de sedición Cuando Trump encontró a Kim… y no pasó (casi) nada Franco enterrará a Sánchez: la inhumación en El Pardo es el enésimo engaño

La moción de censura, la tercera de la democracia, presentada por Podemos contra Mariano Rajoy, dio mucho de sí. Desde luego, el gran golpe de efecto fue la subida al estrado de oradores del propio presidente del Gobierno para dar respuesta a la portavoz del grupo proponente, Irene Montero, quien, en un largo discurso -dos horas-, desgranó con énfasis y pasión los casos de corrupción que penden sobre el partido en el Gobierno.

Sin embargo, las sorpresas, lo imprevisto estaba por llegar. La primera protagonista de lo inesperado fue la diputada canaria Ana Oramas, que en un breve discurso plantó cara a Iglesias al que, entre otras cosas, le dijo que no le gustaban las mujeres no sumisas. Oramas se desahogó a gusto. Fue una sorpresa para todos que provocó los aplausos del Partido Popular (PP). “He dicho lo que muchos piensan y no se atreven a decir”. Oramas lo acusó de plantear un circo en el Congreso, le adelantó que jamás apoyaría a gobierno alguno en el que estuviera Podemos y le recordó su escaso aprecio por las mujeres que no fueran sumisas… Así, la diputada canaria se convirtió en protagonista inesperada de una larga sesión parlamentaria.

https://www.youtube.com/watch?v=nenPPHTRe7I

Pese a la dureza de las replicas y contrarréplicas entre Iglesias y Oramas, fue el portavoz del PP, Rafael Hernando el que puso el broche de la polémica cuando, tras felicitar, a su manera, a Irene Montero por su aguerrida intervención, añadió que… en fin, no iba a ir más allá porque no sabía cómo iba a influir “en esa relación” el hecho de que ella, Irene Montero, hubiera pronunciado un discurso tan contundente.

Sabido es que entre el líder de Podemos y su portavoz, Irene Montero, existe, desde hace tiempo, una relación sentimental que ellos no han tratado ni de ocultar ni de disimular. Las palabras de Hernando provocaron gestos de desaprobación de Iglesias y que a Irene Montero se le llenaran los ojos de lágrimas. Las protestas por la alusión de Hernando no se hicieron esperar. El portavoz del PP quiso aclarar que se refería a la relación política, cosa poco creíble, y, en todo caso, pidió disculpas… Separada por unas cuantas filas de escaños, Tania Sánchez, expareja de Iglesias, contemplaba el espectáculo.

https://www.youtube.com/watch?v=N67xVcaSkGw

Lo cierto es que, en términos generales, los diputados de Podemos dieron un cierto bajonazo a las palabras de Hernando. No fueron más allá de acusaciones de machismo en los pasillos del Congreso. Fueron las redes, más que los diputados, las que se incendiaron acusando a Hernando de machismo. Menos incendio hubo cuando Iglesias dijo aquello de que “la azotaría hasta hacerla sangrar”, en referencia a una conocida periodista.

El PP mostró todo su apoyo a Hernando que, una vez más, actuó como “killer” parlamentario, jugando a la perfección el papel por el que le pagan. “Esta gente—se afirmaba entre los populares—tiene la piel muy fina cuando se trata de ellos, pero cuando son ellos los que dicen barbaridades, y cuidado que las dicen, los demás debemos tener piel de elefante. Ya vale de tanta bobada”. Se preguntaban qué dirían de ellos, de los populares, si alguno de ellos “osaba estar al lado de nuestra pareja y hacer tándem parlamentario con ella. Pueden hacer lo que quieran, pero Rafa no ha hecho un discurso machista”. Añadir que Hernando y Montero mantienen una muy buena relación personal. El hecho de ser ambos portavoces les obliga a estar casi en permanente contacto. No consta queja alguna por parte de Irene Montero del trato recibido por el portavoz popular, que reconoce, sin impostura alguna, que “con todas nuestras discrepancias es fácil hablar con Irene”.

¿Fue machista Rafa Hernando? De acuerdo con la Real Academia Española, ‘machismo’ es la actitud de prepotencia de los hombres respecto de las mujeres. Se trata —añade la RAE— de un conjunto de prácticas, comportamientos y dichos que resultan ofensivos para el género femenino. ¿Ofendió Rafa Hernando a Irene Montero? Si nos atenemos a la definición de la RAE, es difícil llegar a esa conclusión. Cosa distinta es la oportunidad del comentario, la necesidad del mismo. Y aquí hay que concluir que ni fue oportuno y, mucho menos, necesario.

En la política española, siempre han existido dos cuestiones que han estado al margen de cualquier debate: la salud y las relaciones personales. Fue el propio Rafa Hernando el que desveló que había padecido cáncer, cosa que sabían tanto casi todos los diputados como todos los periodistas, pero ni unos ni otros se permitieron, nos permitimos, nunca realizar el más mínimo comentario al respecto. También Rafa Hernando mantiene, desde hace años, una relación sentimental que ha llevado con extremada reserva, en un claro afán de separar su vida privada de la pública.

Rafa no ha humillado a nadie y menos a Irene Montero, insisten desde el PP, en donde se recuerdan los ataques e insidias contra el marido de Cospedal por ser su marido, o cuando desde Podemos se decía que Ana Botella estaba donde estaba por ser la mujer de Aznar. Esto sí que es machismo

Esta actitud, tanto en lo que se refiere a la salud como a la vida sentimental, es la que ha prevalecido siempre salvo, claro está, cuando los propios protagonistas lo han hecho evidente, como fue el caso de Gabriel Cisneros, que acudía al Congreso en silla de ruedas cuando su cuerpo no se tenía en pie o el del propio exministro de Interior que, lidiando con un cáncer ya diagnosticado, se mantuvo al pie del cañón en plena polémica sobre supuestas artimañas para cercar judicialmente a dirigentes del independentismo catalán. Muchos otros políticos han superado graves situaciones sin dar tres cuartos al pregonero. Su intimidad siempre se ha respetado, entre otras cosas, porque ellos mismos se han encargado de preservarla.

En lo que a relaciones personales se refiere, cabe decir lo mismo. Ningún diputado ni político en general ha aireado nunca su vida privada. Poco o nada se sabe, al menos de manera oficial, de los amores y desamores de nuestros representantes políticos que, si bien algunos de ellos han sido y son, en muchas ocasiones, objeto de los famosos “rumores”, es un valor entendido, una premisa aceptada por todos que la vida privada solo incumbe a sus protagonistas. Esta norma afecta también a Pablo Iglesias e Irene Montero. La relación entre ambos es pública, porque así lo han decidido sus protagonistas, pero a efectos de debate político debería ser algo absolutamente privado.

“Rafa no ha humillado a nadie y menos a Irene Montero”, insisten desde el PP, en donde se recuerdan los ataques “e insidias contra el marido de Cospedal por ser su marido, o cuando desde Podemos se decía que Ana Botella estaba donde estaba por ser la mujer de Aznar. Esto sí que es machismo”. Ana Botella lo recuerda muy bien, pero le resulta indiferente: “Para mí es un orgullo ser la mujer de Aznar”. Lo cierto es que Ana Botella, por ejemplo, trabajó “para mantener nuestra casa mientras José estudiaba, ¡¡qué me van a decir a mí de estas historias¡¡¡”

Podemos, que muestra una extraordinaria sensibilidad o indiferencia, según se mire, cuando se recuerda el piso de Ramón Espinar, la beca de Íñigo Errejón o el pago en negro de Pablo Echenique a su asistente, es el partido político con menos representación femenina. A Carolina Bescansa, que durante un tiempo fue estrella de Podemos, ni se la ve ni se la oye. Lo mismo cabe decir de Tanía Sánchez. El lugar de ambas lo ocupa Irene Montero, que se ha descubierto como una portavoz bregada, con aguante. Todo un descubrimiento. De los famosos azotes de Pablo Iglesias, ni media palabra, ni media crítica, ni medio aspaviento, pese a que escandalizaron en sus propias filas. De ahí que, quizás, hubo más revuelo en las redes por las palabras de Hernando que en el propio Congreso. En la Cámara Baja, Iglesias no entró al trapo.

Volviendo a la definición de machismo de la RAE, ¿se puede afirmar que Hernando humilló a Irene Montero? ¿Cabe concluir de sus palabras un gesto de menosprecio a la portavoz de Podemos? Habría que retorcer mucho sus palabras o la definición de la RAE para concluir que el portavoz del PP mantuviera una actitud machista. ¿Era necesaria la alusión a la relación entre Iglesias y Montero? Evidentemente, no. Pero si se desquician las palabras, se desquician los hechos y, con ellos, la realidad.

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