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La izquierda que duda de España. Escalada separatista de Podemos e hipocresía del PSOE

Carlos Cuesta | 19 de septiembre de 2017

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La izquierda en España intenta reescribir la historia y ganar una guerra que considera perdida. Ante la actual escalada antidemocrática, su discurso oscila entre el progresivo respaldo de Podemos a todo lo que contribuye a destruir la hegemonía constitucional y el hipócrita desmembramiento del concepto de nación del PSOE.

España se enfrenta a uno de los desafíos suicidas más potentes de los últimos tiempos. Un grupo de partidos separatistas y populistas se empeñan en acabar con el sistema constitucional, soberanía y unidad nacional. En desmantelar las bases del Estado de derecho que soporta el elenco de libertades de las que disfrutamos desde la Transición.

Esos partidos son los autores directos del desafío. ¿Pero son los únicos responsables de haber llegado a esta situación?

Resulta difícil entender la escalada antidemocrática que vivimos sin hablar del abandono en la defensa de nuestros principios. Sin mencionar las innumerables e injustas cesiones realizadas por los dos grandes partidos en el Gobierno -PP y PSOE- al nacionalismo a lo largo de cuarenta años -en especial, a través de la educación y la financiación-. Y sin recordar los complejos que se han instalado entre nuestros políticos constitucionalistas a la hora de reivindicar la historia de España, los principios liberal-conservadores y la herencia de derechos y libertades procedente del humanismo cristiano y plasmada en las democracias liberales.

El discurso nacional de la izquierda

Pero más allá de la responsabilidad por omisión en la defensa de nuestra esencia, asistimos hoy a otro fenómeno más complejo y preocupante: el intento activo de la izquierda en general de ganar una guerra supuestamente perdida. El deseo de cambiar la historia por medio de olvidarla, de reescribirla. Aunque ello suponga tumbar nuestro esquema constitucional y nuestra configuración nacional.

Votemos un acuerdo con garantías que mejore y fortalezca el autogobierno catalán dentro de una Constitución reformada en una España renovada pic.twitter.com/b5NwYdZzQa

— Pedro Sánchez (@sanchezcastejon) September 17, 2017

Es Podemos. Pero, por desgracia, es también un PSOE que, aunque afirma públicamente su defensa de la Constitución, no deja de inyectar el virus de la duda en el concepto clave de nación. Porque si la nación se divide, se divide la soberanía. Y dividida esta, la lealtad y jerarquía normativa mueren.

Los capítulos iniciales de este relato fueron escritos por un presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, empeñado en alterar lo suficiente el concepto de nación como para que todas las aspiraciones nacionalistas tuviesen cabida en su esquema tripartito. Su objetivo: aislar al centro derecha, aniquilar sus posibilidades de Gobierno y transformar la sociedad española.

El avance de Podemos hacia la destrucción de la hegemonía institucional

Los siguientes capítulos han sido escritos por Podemos. Un partido especializado en la ingeniería social de los jóvenes, en su adoctrinamiento mediático. Una formación que, desde el año 2012, no ha dejado de avanzar -de forma serpenteante- hacia la destrucción de la unidad normativa y de la Constitución.

Fue Pablo Iglesias quien, hace ya cinco años, dijo aquello de “si yo fuera catalán, también querría ser independiente”. Y el mismo que afirmó que “es una España hegemonizada por Manolo Escobar, Rocío Jurado, los tertulianos de la derecha. ¿Quién puede querer tener alguna vinculación con eso?»

El PP no solo no sabe gestionar la crisis territorial, sino que ataca los derechos y libertades de tod@s @Irene_Montero_ en @ObjetivoLaSexta pic.twitter.com/ivpl4f3zNZ

— Pablo Iglesias (@Pablo_Iglesias_) September 17, 2017

El mismo político que, tras ver la escalada de tensión, prefirió que fuesen los partidos separatistas los que llevasen la delantera en esta batalla destructiva. Así, pasó a un segundo plano en 2014 con aquello de “como español, soy partidario de que sigamos juntos”. Eso sí, introduciendo la verdadera carga de profundidad de esta historia: era el Gobierno popular el responsable del “choque de trenes” por no ceder a las exigencias nacionalistas. ¿Ceder en qué? Directamente en la destrucción de la soberanía única: en la consulta de autodeterminación, algo que, por lógica, no puede tener cabida sin asumir previamente la soberanía de decisión plena de ese colectivo concreto.

En 2015, Pablo Iglesias siguió con su escalada: “Estoy a favor del derecho de autodeterminación, pero lo prohíbe la Constitución”. A principios de 2017, pasó a su “Cataluña tiene derecho a decidir”, aunque “yo no participaré en el referéndum”. Porque «un referéndum unilateral es una movilización legítima, pero lo que nosotros defendemos, tanto en Cataluña como en España, es que tiene que ejercerse el derecho a decidir. Para que el derecho a decidir se ejerza hace falta que haya un referéndum legal, que sea reconocido internacionalmente y que tenga efectos jurídicos”.

El PNV confunde el tocino del presupuesto con la velocidad del referéndum

PNVEste partido, que apoyó los PGE de este año 2017, amenaza ahora al Ejecutivo con bloquear los del próximo año según las medidas que se adopten en Cataluña.

Y ya en septiembre de este año, dio paso a su más reciente “¡Visca Catalunya lliure i sobirana!”. Sin tapujos. Porque el líder de Podemos, en el fondo, nunca ha dejado de respaldar todo aquello que contribuye a destruir la hegemonía constitucional.

La hipocresía del PSOE ante el concepto de nación

Esa es la evolución del discurso de Podemos. Pero, ¿y la del PSOE? ¿Cuál es el discurso de ese partido sin el que los hombres de Pablo Iglesias no estarían gobernando en ningún lugar de España? En junio de 2015, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, pronunciaba, ante una gigantesca bandera de España, aquello de que “no decimos que esa bandera no pueda pertenecer y sentirse por parte de otras opciones ideológicas, pero que es tan nuestra como del resto”, porque era ese símbolo nacional el que reflejaba “los valores constitucionales, de igualdad, de libertad, de justicia social”.

En abril de 2017, la cosa cambiaba. Para Sánchez, en pleno baño de masas en Barcelona, “España es una nación de naciones y Cataluña es una nación”. Y es que él se sentía «muy identificado» con la línea del PSC liderado por Miquel Iceta.

En mayo de 2017, el equipo del líder socialista presentaba en el 39º Congreso Federal del partido su plan: una reforma constitucional que recoja «el reconocimiento del carácter plurinacional del Estado apuntado en el artículo 2 de la Constitución”. Un plan inmediatamente aplaudido por Podemos. Y es que, a fin de cuentas, tocar el artículo 2 de la Constitución supone abrir en canal la Carta Magna, el sueño de Pablo Iglesias.

El 29 de mayo de 2017, Sánchez se sumaba a la estrategia serpenteante: trasladaba al presidente del Gobierno el respaldo del PSOE a la defensa de la legalidad y de la Constitución en Cataluña. Es de suponer que de toda ella, también del artículo 2. Para, el reciente 4 de septiembre, afirmar que «todas las naciones son España» y que “lo que tiene que hacer un presidente del Gobierno es escuchar a sus ciudadanos, escuchar la vocación de ser que tienen muchos de esos territorios, encauzar esa demanda a través de métodos racionales, pragmatizarlo y darles solución. Y en eso está el Partido Socialista”.

El 6 de septiembre, su idea se concretaba: “España es una nación, aunque los soberanistas la llaman Estado”, por eso el líder socialista ve “al menos tres territorios que en términos históricos han manifestado su vocación de ser nación, que son Cataluña, País Vasco y Galicia”.

Una nebulosa con anécdotas colaterales, como la lanzada por su portavoz Óscar Puente el 14 de septiembre, al afirmar que “duele ver cómo 700 alcaldes [los que anuncian urnas el 1-O] pueden ser encausados”, porque, en su opinión, el desafío independentista “no es el problema más acuciante” de España.

Ese es el deambular del discurso nacional de la izquierda. El que va de la clara escalada separatista de Podemos, al desmembramiento hipócrita del concepto de soberanía y nación protagonizado por el PSOE.

Porque, unos en más grado, otros en menos, no han dejado de buscar ganar una guerra que consideran que perdieron.

Imagen de portada: Los líderes de Podemos, Pablo Iglesias (i) y del PSOE, Pedro Sánchez, se saludan durante una reunión mantenida con sus equipos en el Congreso | Agencia EFE.
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