Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carlos Cuesta | 16 de enero de 2019
Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida son las nuevas caras del Partido Popular para pelear por la Comunidad de Madrid y el ayuntamiento de la capital de España en las próximas elecciones del 26 de mayo. Son tan nuevas y tan inesperadas, que sus discursos incorporan los principios del PP de siempre, los plasmados, por ejemplo, en el programa electoral de 1996.
Tan nuevas, que no se puede reconocer en ellas el desdibujamiento de los valores del PP de la última etapa de Mariano Rajoy. Tan nuevas, que forman parte de los apoyos que siempre han sido fieles a quien hoy encarna una regeneración necesaria en el PP, Pablo Casado.
Pablo Casado y la España de los balcones . La defensa sin complejos de una gran nación
Isabel Díaz Ayuso acaba de tener su boom mediático cantándole las verdades del barquero a los periodistas de izquierdas que no daban crédito a que una política del PP se negase a estar acomplejada. Ayuso es madrileña, de cuarenta años. Ha sido diputada autonómica durante dos legislaturas y viceconsejera de Justicia durante el mandato de Cristina Cifuentes.
Es periodista y nunca ha negado la existencia de corrupción en el pasado del PP, pero tampoco el derecho de muchos militantes del partido a sentirse orgullosos de una formación que ha dibujado los periodos de máximo crecimiento económico de la democracia española. Porque una cosa son los casos de corrupción de algunos dirigentes y otra muy distinta la fuerza de los principios liberales conservadores.
Martínez Almeida es de Navasqüés (Madrid) y de una quinta muy cercana a la de Ayuso -43 años-. Y de un pensamiento clavado: complejos los justos; miedos pocos. Él es abogado del Estado: de los que saben que podrían tener una vida mas tranquila, pero siente la política y el deseo de cambiar España. Es un trabajador incansable y un ideólogo de “centro derecha”. Porque quienes dicen que las ideologías han muerto, o no entienden la política o la entienden demasiado bien.
Quiero un contrato social con la juventud de @ComunidadMadrid. Que atraiga el talento y apueste por la tecnología y el futuro. Que los más jóvenes aprendan a arriesgar y a crecer en Libertad. Que tengan herramientas para liderar sus vidas. Mi primera propuesta. #IlusiónPorMadrid pic.twitter.com/wfnPnwmzGA
— Isabel Díaz Ayuso (@IdiazAyuso) January 13, 2019
Díaz Ayuso y Martínez Almeida militan, además, en el liberalismo. Y eso implica ser críticos. Críticos con los suyos, por supuesto: por haber hecho peligrar una pelea por España y por los valores más necesarios. Pero también críticos -y mucho- con una dictadura opinativa que ha hecho que, por ejemplo, la condonación masiva de créditos bancarios al PSOE no haya sido investigada como financiación ilegal ni recogida por infinidad de medios de izquierdas. Y críticos con un cordón sanitario, el del Tinell, de socialistas, comunistas y nacionalistas, que no solo ha buscado lo peor para el PP desde 2003, sino que ha hecho lo mismo para España.
Ellos no escapan a la pregunta de qué les parece la formación de Santiago Abascal. “Es un partido totalmente constitucionalista, con el que se puede pactar”, responden milimétricamente ambos. Y tampoco dudan en señalar que los mismos que hoy buscan otro cordón sanitario, contra VOX y un pacto con el PP, son los que defienden un “inadmisible” pacto del partido de Pedro Sánchez con “separatistas, golpistas, comunistas y hasta proetarras”.
Se les ha calificado como un plan contra el avance de VOX. Y pueden serlo. Pero también son la evolución natural de la forma de pensar de Pablo Casado, una persona que se siente al cien por cien cómodo con ambos perfiles.
Son mujer y hombre, pero no por ninguna política de cupos. Sino porque una, Isabel Díaz Ayuso, se la jugó por Casado y sus ideas cuando pocos los hacían y tuvo el valor de defenderlo en los medios más agresivos contra el pensamiento liberal conservador. Y Martínez- Almeida ha defendido el mismo fortín en el Madrid de Manuela Carmena con una humildad y tesón dignas de premio.
Son un nuevo PP. Uno que esperemos que ya no vuelva al pasado reciente.
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