Hay jinetes de luz en la hora oscura
Antonio Martín Guirado | 30 de enero de 2019
En pleno cierre parcial de la Administración estadounidense, el presidente del país, Donald Trump, recibió el pasado 14 de enero en la Casa Blanca al equipo universitario de los Clemson Tigers, campeones nacionales de fútbol americano, a quienes agasajó con unas 1.000 hamburguesas procedentes de Burger King, McDonald’s o Wendy’s.
«Pensé que era una broma», se escucha decir a un jugador de los Tigers en un vídeo de la recepción publicado en Twitter.
Congratulations @ClemsonFB! pic.twitter.com/w8viax0OWY
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) January 15, 2019
Tradicionalmente, los invitados suelen disfrutar de un menú de altos vuelos preparado por los cocineros de la propia Casa Blanca, pero en esta ocasión, Trump, un amante de la comida rápida, argumentó que recurrió a esa opción por falta de personal, debido a la parálisis del Gobierno. Y el desembolso salió de su propio bolsillo: unos 3.000 dólares.
Su explicación no tuvo desperdicio: «Tenía que elegir: o no les dábamos comida porque estamos de cierre de Administración o les ofrecíamos unas pequeñas ensaladas que hubieran preparado la primera dama (Melania Trump) y la segunda dama (Karen Pence)».
Fast food para atletas universitarios, deportistas cuyas dietas están cuidadosamente controladas y supervisadas por nutricionistas. No faltaron buenas raciones de patatas fritas, varias decenas de pizzas (Domino’s) y algunas ensaladas, para aportar un poco de cordura al asunto. Todo ello servido en bandejas de plata.
Acudir a la Casa Blanca y ser recibido por el presidente es uno de los grandes honores que reciben los campeones de grandes competiciones deportivas en EE.UU. Sin embargo, plantillas como las de los Golden State Warriors de la NBA o los Philadelphia Eagles rechazaron acudir por no simpatizar con las políticas de Trump.
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Trump disponía de una ocasión perfecta para tratar al grupo como se merecía, pero decidió no complicarse la vida y tirar de un recurso fácil que, en cambio, sabrán apreciar sus millones de seguidores fanáticos de la noción «America First«. Y es que el presidente puede resultar polémico en sus acciones, pero no da puntadas sin hilo. Además, ¿a quién no le gusta una sabrosa hamburguesa, ese producto tan típicamente estadounidense? Trump sabe perfectamente cómo llegar a su público con gestos tan sencillos como este.
Otros, como el reverendo Jesse Jackson, toda una figura entre la población afroamericana de EE.UU., consideraron el acto «vergonzoso» y este sostuvo que muchos en su comunidad se habían sentido «ofendidos», él mismo incluido. En su opinión, los campeones nacionales «merecían algo mejor» y consideró que la comida que se les ofreció «no estaba al nivel de lo que habían conseguido».
Con la Administración ya reabierta –al menos, temporalmente- tras un cierre parcial de 35 días, unos 800.000 trabajadores federales afectados han retomado sus labores, incluidos –presuponemos- los cocineros de la Casa Blanca, que parecían ser fundamentales para que el equipo de Clemson disfrutara de una comida a la altura de las circunstancias. ¿Por qué no decidió Trump contar con la comida de algunos de los cocineros que trabajan en los múltiples hoteles que posee en la región?
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En cualquier caso, ese cierre que ha provocado una enorme ansiedad en centenares de familias estadounidenses –han estado sin cobrar durante ese periodo- se produjo porque, en plenas negociaciones entre republicanos y demócratas, Trump rechazó cualquier acuerdo que no incluyera una partida de más de 5.000 millones de dólares para levantar su célebre muro fronterizo, aludiendo a una supuesta crisis humanitaria.
Finalmente, el mandatario aceptó el acuerdo original entre republicanos y demócratas –sin un solo centavo para el muro-, el mismo pacto que podía haber sellado antes de dar pie a esta situación y el que, de paso, habría evitado ese menú en la Casa Blanca tan descafeinado. En estas semanas, la popularidad de Trump ha bajado cinco puntos. Pero que no quepa duda de que, en su mente, el touchdown lo anotó él.