Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carlos Echeverría | 07 de abril de 2018
La vecindad entre Israel y la franja de Gaza sigue siendo escenario de permanente tensión, salpicada cada cierto tiempo de visibles escenas de violencia. La propia naturaleza de dicha vecindad -entre un Estado, Israel, y un territorio que permanece en un limbo jurídico (no pertenece a ningún Estado) y político (está dominado por Hamas, que rivaliza con la Autoridad Nacional Palestina en cuanto al liderazgo de dicha comunidad)- es garantía de que la tensión será permanente.
Gaza es además, y ello tampoco ayuda, el rincón del mundo con la más alta densidad de población, haciendo que la vida en dicho territorio, pobre en recursos y magro en extensión, sea un verdadero infierno. Ni Egipto ni Israel, que son los dos Estados limítrofes, tienen respuestas constructivas para sacar la situación descrita del atolladero en el que se encuentra, y las condiciones políticas, diplomáticas, económicas y estratégicas hacen más que difícil vislumbrar una solución.
VIDEO: Palestinian president Mahmud Abbas calls for "international protection" for Palestinian people after at least 16 protesters were killed by the Israeli army during a protest at the Gaza-Israel border pic.twitter.com/wYUQjgHZeU
— AFP news agency (@AFP) March 31, 2018
En los últimos días, la violencia ha alcanzado de nuevo niveles que han hecho que las miradas del mundo, habitualmente ausentes, hayan vuelto a dirigirse a la franja de Gaza. En el marco de una movilización perfectamente orquestada por Hamas, presionando a Israel en las fronteras y aprovechando la celebración del llamado “Día de la Tierra” -que se celebra anualmente desde el 30 de marzo de 1976 para exigir el retorno de los refugiados-, se producían 16 muertos y centenares de heridos entre los palestinos. En la habitual estrategia del débil al fuerte, las tropas israelíes, utilizando fuego real, aplicaron las órdenes recibidas para evitar que dicha presión en la frontera se les pudiera ir de las manos.
El resultado era el previsible si atendemos a la planificación de Hamas, que en sus enfrentamientos con Israel -tres en menos de una década- ha venido utilizando la susodicha estrategia del débil al fuerte, a la que se añade desde su perspectiva islamista el elemento del martirio. Haciéndolo, además, desde un escenario tan densamente poblado se asume implícitamente que se producirá siempre un alto número de víctimas civiles. Aunque la estrategia es la del débil al fuerte, ello no quiere decir que Hamas solo utilice en sus planificadas movilizaciones contra Israel a la población civil, sino que coordina tales movimientos de protesta con el uso de armamento, en los últimos años ante todo y sobre todo misiles de distintos alcances, uso que mantiene a Israel en alerta permanente. Asumiendo Hamas que la doctrina israelí de respuesta garantizada a cualquier tipo de ataque seguirá alimentando el conflicto, se alimenta una espiral de violencia que no hace sino incrementar el prestigio de Hamas entre una población palestina que lo percibe como el único actor que planta cara a Israel.
En un escenario local y regional caracterizado por la falta de iniciativas y cuando la atención que otrora sí se prestaba al conflicto israelo-palestino en la región de Oriente Medio brilla hoy por su ausencia -pues atraen la atención las guerras en Siria y Yemen o la tensión Arabia Saudí-Irán, también reflejada en ambos conflictos bélicos-, Hamas ha conseguido con esta recuperación de las imágenes violentas en Gaza un doble objetivo. El primero, en una dimensión intrapalestina, es seguir actuando como dinamizador de la causa, en momentos en los que la Autoridad Nacional Palestina está bloqueada, tanto en la gestión de sus competencias cada vez más reducidas como en relación con los apoyos entre la población. Y, en la dimensión internacional, Hamas recupera también asideros importantes en términos de apoyos, superando la marginalidad en la que el grupo había caído en el contexto de las revueltas árabes y de sus consecuencias.
Acercamiento entre Arabia Saudí e Israel . Los enemigos de mis enemigos son mis amigos
Con la emergente tensión entre saudíes e iraníes, pero también con la tensión sobrevenida en la dimensión suní del Islam entre Arabia Saudí (dinamizadora de los grupos salafistas) y Catar (dinamizador de los Hermanos Musulmanes), apoyos que antes recibía Hamas desde capitales como Damasco o Teherán para que siguiera alimentando su combate contra Israel, se han reducido drásticamente. Las durísimas acusaciones lanzadas por el presidente turco, Recep Tayib Erdogan, contra un Estado de Israel, que fue durante décadas aliado de Turquía en la región pero que hace años que ha dejado de serlo, son percibidas por Hamas como un renovado apoyo a la causa palestina, pero centrado en la dimensión islamista que a dicho actor le interesa.