Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carlos Cuesta | 01 de septiembre de 2017
La percha para su acusación no puede ser más estrambótica: unos atentandos -los de Barcelona y Cambrils- donde, uno, el material empleado ha sido una furgoneta y un coche, y, dos, el que se pretendía emplear era TATP -un explosivo de fabricación casera elaborado con elementos que se pueden adquirir en una droguería- y bombonas de gas. Es decir, que tendría más lógica culpar a Audi -la marca del coche empleado en el intento de atropello de Cambrils- que al Rey, puestos a lanzar argumentos sin sentido.
Pero más allá de la falta de oportunidad al lanzar la acusación por parte de la CUP y Podemos (partido que hace una semana confundía el wahabismo con el «wasabismo» -el wasabi es una salsa picante japonesa-), su intención es obvia. La extrema izquierda pretende culpar a Occidente del terrorismo yihadista, una estrategia que persigue, en última instancia, que la civilización heredera del humanismo cristiano renuncie a sus orígenes y abandone la defensa de sus principios.
El relato de la extrema izquierda apunta a las relaciones comerciales entre España y Arabia Saudita. Un país con el que mantenemos relaciones bilaterales, no solo a efectos de exportación, sino también de cordialidad entre las casas reales. Algo que, según la CUP y Podemos, demostraría la implicación del Rey Felipe VI en las diversas ventas realizadas a ese país -entre otras, de material de defensa para su Ejército: en 2016, por valor de 116 millones de euros-. Podemos y la CUP completan su mensaje afirmando que Arabia Saudita financia al Daesh y que, por lo tanto, todas esas ventas benefician al yihadismo.
La Generalitat catalana promueve el comercio y los negocios con las dictaduras del Golfo Pérsico desde 1992, a través de su ‘embajada’ oficial en los Emiratos Árabes
Estas afirmaciones son literalmente una barbaridad. Aunque Pablo Iglesias se empeñe en confundir el análisis del yihadismo con las salsas japonesas, el wahabismo, corriente oficial del Islam de Arabia Saudita, no mantiene actualmente conexión con el Daesh. Es verdad que la radicalidad del mensaje wahabita ha hecho que surjan innumerables comparaciones con los planteamientos del Daesh, pero lo cierto es que sus intereses no guardan ninguna relación: el Islam oficial en Arabia Saudita defiende el mantenimiento del esquema político. Daesh, tumbarlo.
El origen del wahabismo se remonta a la alianza entre la casa Al Saud con el clérigo Muhammad ibn Abd-al-Wahab, en el siglo XVIII. El pacto supuso la hegemonía religiosa de la corriente salafista quietista, muy activa en el mensaje religioso, pero que rechaza la entrada en la esfera política.
El mal llamado Estado Islámico, al contrario, pertenece a la rama salafista-yihadista, que aspira a depurar el propio Islam regresando a los tiempos originales por medio de la violencia. Uno de los objetivos finales del Daesh pasa por eliminar las fronteras de los actuales estados árabes, creadas bajo influencia del proceso colonial europeo, para dar paso a un gran Califato. El logro de su objetivo final, por lo tanto, supondría el fin de la actual Arabia Saudita.
Tampoco el origen del salafismo-yihadista tiene nada que ver con el del wahabismo. Arranca en el Egipto de Nasser con el impulso de Sayid Qutb, miembro de los Hermanos Musulmanes.
Pero, más allá de la explicación de las corrientes religiosas, tampoco las acusaciones sobre las armas son reales. Arabia Saudita ha comprado armas a Estados Unidos y algunos países europeos. Cierto. Unas para su propio Ejército, que en nada favorecerá al Daesh por interés propio. Y otras, para entregarlas a las fuerzas insurgentes que luchan en Siria contra el Gobierno de Al Asad. Es decir, que llegamos al absurdo de que la Primavera Árabe, que tanto gustaba a Juan Carlos Monedero, ha sido la que realmente ha utilizado armas financiadas por Arabia.
La evidencia de estos datos es incontestable. Y, de nuevo, tampoco ahí aparece el rastro de España por ningún lado. En las áreas de combate en Siria se han detectado lanzagranadas anticarro M79 OSA, procedentes de la antigua Yugoslavia; ametralladoras pesadas de origen serbio Zastava M02 “Coyote”; o misiles anticarro HJ-8 y misiles antiaéreos portátiles FN-6, ambos de fabricación china.
Arabia Saudita, además, ha comprado en los últimos años a Estados Unidos casi 14.000 misiles anticarro TOW para su Guardia Nacional. De nuevo, algunos de estos misiles han aparecido en Siria en manos de grupos insurgentes. Pero, de nuevo, ni rastro de armamento español.
Es más, por el momento, ningún arma procedente de esas zonas de combate ha sido empleada en los atentados yihadistas en Europa. Y es que todas las fuerzas policiales certifican que el principal abastecimiento de los yihadistas en territorio europeo es el mercado negro continental, que se nutre de los robos en cuarteles. En absoluto, material procedente de Arabia Saudita, ni de ningún otro foco de contacto con aquel país.
Así, entre las armas empleadas por el yihadismo en Europa, se encuentran el fusil checo Vz58, el M/95 danés, el Zastava M70, versión de la ex Yugoslavia del AKM soviético, o el 56, copia china del AK fabricada en su momento en la Albania comunista.
Arabia Saudita, además, ha comprado en los últimos años a Estados Unidos casi 14.000 misiles anticarro TOW. Ni rastro de armamento español
Una vez más, ni rastro de armamento español. Y es que para encontrar armas españolas habría que llegar hasta ciertas noticias que relatan que las fuerzas insurgentes huzíes en Yemen sí habrían usado lanzagranadas anticarro C-90 y granadas de mano “Alhambra” fabricadas en España. Pero tampoco por una venta de España: corresponden, de hecho, al alijo arrebatado en combate por los huzies, precisamente, a los saudíes.
Porque lo cierto es que el grueso de nuestra venta de material militar a Arabia Saudita lo componen cinco corbetas, buques que, ciertamente, será complicado ver relacionados en atentados yihadistas urbanos.
Pero la parodia de la acusación al Rey y a España llegó a su nivel máximo en la manifestación antiterrorista del pasado sábado. Cuando el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, situado a escasos metros del Rey o del presidente Rajoy, no recibía ni uno solo de esos insultos, pese a que, puestos a dar argumentos demagógicos, la Generalitat catalana promueve el comercio y los negocios con las dictaduras del Golfo Pérsico desde 1992, a través de su ‘embajada’ oficial en los Emiratos Árabes.
Llegamos al absurdo de que la Primavera Árabe, que tanto gustaba a Juan Carlos Monedero, ha sido la que realmente ha utilizado armas financiadas por Arabia.
Y tampoco era reprendida por la extrema izquierda, en ningún momento, una asociación también presente en la manifestación: la patronal catalana Cecot. Una agrupación empresarial cercana a los postulados de la Generalitat y que, de hecho, se adhirió hace meses al denominado Pacto por el Referéndum. Cecot ha intervenido en los contactos empresariales realizados a través de la citada embajada catalana de forma habitual, pero ni Podemos ni la CUP se percataron, por lo visto, de sus relaciones con Arabia Saudita.
En resumen, que el próximo análisis de la extrema izquierda sobre el yihadismo tendrá más posibilidades de acertar en caso de ser, efectivamente, sobre el wasabi japonés que sobre el wahabismo.
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