Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carlos Cuesta | 11 de mayo de 2017
La telaraña. Así se ha denominado al entramado de enchufes y corrupción tejido en Andalucía tras años de socialismo. Décadas enteras de hermanos, sobrinos, cuñados o socios controlando puestos clave, subvenciones y organismos hasta resultar imposible discernir lo público de lo privado.
Pero esa telaraña no ha sido un modelo exclusivo de Andalucía. Cataluña y la vieja CiU son la mayor muestra de que todo aspirante a cacique sueña con crear su propia telaraña. Especialmente cuando un cargo público llega a confundir la crítica a su despotismo con el ataque a su pueblo.
Y ese es el caso de los Pujol. Poco se habla de los orígenes de su fortuna familiar. Poco, porque nada les interesa recordar a quienes hoy acusan a España de robar a Cataluña que algunos de los ensalzados como luchadores anti Franco vieron medrar sus ahorros familiares en aquellos años gracias a movimientos de divisas cuando menos dudosos. Unos años en los que el lobby de la patronal textil contrató los servicios de Florencio, padre de Jordi, y que han quedado perfectamente retratados en los escritos del exconsejero Manuel Ortínez.
El resultado de Banca Catalana no fue solo una operación financiera. Fue, sobre todo, la confirmación de una impunidad. Y eso era lo verdaderamente importante. Porque, a partir de ahí, se abría todo un mundo de oportunidades
Por aquella época, ya aparecía la figura de David Tennenbaum en la órbita de los Pujol, financiero con el que fundarían Banca Catalana. O la del propio Josep Andreu i Abelló, dirigente histórico del socialismo catalán y, cómo no, de Banca Catalana. Figuras necesarias en determinados negocios, especialmente porque la principal plaza de cambio de divisas era Tánger, donde casualmente Abelló era el principal accionista del Banco Inmobiliario y Mercantil de Marruecos. Unos lazos que, cultivados con esmero por Jordi padre, desembocaron en el escándalo financiero de Banca Catalana. Y en el escándalo judicial de que un escándalo financiero de esa magnitud acabase en nada.
Pero es fue el inicio. Y de grandes inicios, grandes finales. Porque el resultado de Banca Catalana no fue solo una operación financiera. Fue, sobre todo, la confirmación de una impunidad. Y eso era lo verdaderamente importante. Porque, a partir de ahí, se abría todo un mundo de oportunidades.
Marta Ferrusola creó Hidroplant con un grupo de amigos muy cercanos. Tan cercanos que no tardaron en lloverle los contratos de instituciones públicas y sociedades también cercanas. Entre ellas, el FCB Barcelona, los jardines del World Trade Center de Barcelona o el Puerto de Barcelona. Muchos de ellos, por supuesto, sin concurso previo. En 2005, los accionistas -entre ellos, Aguas de Barcelona (Agbar), propietaria del 30% de la sociedad, las familias Raventós Negra y Aguilá y Marta Ferrusola- vendieron la sociedad a la multinacional ISS. Negocio cerrado, negocio redondo. Y un negocio que llegó a coger auge, al margen de por la creciente actividad, porque casualmente CiU exigió -y se le concedió en 1994, en época de Solbes– una rebaja del IVA para esta rama de actividad como una de las condiciones para respaldar los Presupuestos del Estado.
La piedra también ofrecía posibilidades. Jordi Pujol Ferrusola obtuvo 12,74 millones de euros de beneficio bruto (8,9 después de impuestos) de una tacada en el ejercicio 2008. Lo logró a través de su empresa Iniciatives Marketing i Inversions S.A., una de las cinco que, según el auto dictado por el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, movieron 32 millones de euros en trece países, entre ellos, por supuesto, paraísos fiscales. La compañía era todo un ejemplo de productividad: no tenía trabajadores, salvo uno, la administradora única, su exmujer, Mercè Gironés Riera. Pero es que Jordi hijo sabía de piedras: de hecho, ya en 1991, la firma Natural Stone, germen de la actual Iniciatives Marketing i Inversions, fue la elegida para el suministro de 100.000 metros cuadrados de mármol para la ampliación del Aeropuerto de El Prat. Gran contrato para los Pujol, que no para el aeropuerto: la mala calidad de la piedra suministrada hizo que tuviera que ser sustituida diez años después.
¿Por qué no? También con las plantas de residuos. El caso Tivissa, en Tarragona, le supuso al hijo mayor del entonces president un beneficio, en unos meses, de 2 millones de euros sobre una ‘supuesta inversión’ de 3 millones en este tipo de plantas. Operación que recuerda mucho a la licencia concedida en 2000 para otra planta en Cruilles. O a la de una incineradora en Forrellac, a finales de 2012.
Como el de Rosario. Según reveló el socio de Pujol Ferrusola, Gustavo Shanahan, el hijo del expresidente catalán llegó a inyectar en esta instalación portuaria al menos 12 millones de dólares procedentes de paraísos como Andorra, Panamá o Suiza. Victoria Álvarez, la exnovia de Jordi hijo, amplió considerablemente la cifra aportada por Pujol Ferrusola y precisó que el origen del resto del dinero hay que buscarlo «en el Puerto de Tarragona y en otras administraciones de la zona» gobernadas por los nacionalistas.
Normal: había que diversificar. El que fuera secretario general de Convergència Democràtica de Catalunya (CDC), Oriol Pujol, otro de los hijos, aparece retratado en un informe de la Agencia Tributaria como parte de una iniciativa empresarial que pretendía lograr, de forma fraudulenta, la adjudicación de estaciones de ITV y hacer negocios en el sector de la eficiencia energética gracias a sus contactos en la esfera política. Pujol “proporciona el impulso y el apoyo necesario” para que el proyecto “llegue a buen fin” y, presuntamente, “tendría indirectamente participación accionarial en Upprime Energy a través de Sergi Alsina”, señala el informe.
Donde había un hueco de actividad, allí surgían ellos. Las notas de Jordi hijo relatan reuniones de negocios mantenidas en el hotel Concorde Montparnasse de París para lanzar proyectos en Mauritania: «Energías renovables, línea de alta tensión, Cobra, Euroquímica, puerto seco» y también «frío, servicios y duty free», señalan textualmente sus apuntes. Iniciativas que se plasmaron en un «plan estratégico con objetivos de 2015».
En 2003, los Pujol se deshicieron de una de sus joyas: el hotel de lujo El Encanto, en México. Poco se sabe de la operación. Solo que la suma fue elevada -igual que la inversión inicial- y que la venta se desarrolló con un intento de máxima discreción. El proyecto fue de Jordi hijo. Su contacto: el arquitecto mexicano Miguel Ángel Aragonés. Una historia que terminó de forma apresurada pese a la enorme facilidad con la que se invirtieron inicialmente 32 millones de dólares –sin contar lo pagado por el espectacular terreno-.
Ya puestos, en Paraguay. En plena investigación, Pujol Jr. se planteaba invertir, también, en un «laboratorio».
De nuevo, durante la investigación judicial, figuran anotaciones sobre planes para participar en un «Eurovegas» a través de un empresario chino al que no se identifica y en colaboración con Isolux.
Huertos solares en Senegal. Hospitales privados en España. Plantas de detergentes en Mauritania. Coches de coleccionismo en subastas internacionales… Son solo algunos otros ejemplos de su desbordada y muy financiada actividad.Así es su telaraña. Un esquema impensable sin facilidades públicas y que no puede acabar resumido en pensar que solo «la madre superiora» movía un par de «misales», como comentaba en clave la madre, Marta Ferrusola. Por eso, la UDEF mantiene que el movimiento de dinero superó los 3.000 millones de euros. Porque se trata de una completa e inmensa telaraña tejida durante décadas.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.