Hay jinetes de luz en la hora oscura
David Vicente Casado | 18 de octubre de 2018
Las encuestas electorales durante la campaña suponen un termómetro de la realidad para los políticos y orientan su mensaje. Aunque, según las últimas muestras, parece que esos tiempos quedaron atrás. Cada vez más, dependiendo del medio en el que se recojan dichos datos, se puede entender como una visión subjetiva del partido que encarga al medio una dosis de autoestima. Solo de una forma se pueden entender los numerosos fallos que atesoran las encuestas electorales.
Y la última polémica que ha avivado este fuego de las encuestas ha sido el último barómetro del CIS. Este órgano público, que tiene al frente a un miembro elegido por el Gobierno de turno, le otorgaba al PSOE de Pedro Sánchez una abultada ventaja sobre sus demás competidores. La oposición, rauda y veloz, ha pedido explicaciones. Pero este es solo el último ejemplo de cómo las encuestas cada vez tienen más sabor a cocina de autor, a tenor de los últimos datos.
En las últimas elecciones estaba pronosticado el famoso sorpasso de Podemos al PSOE. Pablo Iglesias se veía con la medalla de plata ya colgada. Todos los sondeos así lo preveían; sin embargo, la noche electoral del 26 de junio de 2016 dejó como gran titular el fallo de las encuestas electorales. La realidad dio un importante revés a las empresas demoscópicas: los socialistas fueron la segunda opción de voto y superaron a la formación morada en 14 escaños. Incluso el Partido Popular logró una victoria más amplia de lo que esperado. El único medio que se aproximó a los resultados de los populares fue La Razón, que pronosticó 130 escaños y el partido de Rajoy consiguió 127.
Ante la pregunta de ¿por qué fallaron?, la explicación que se dio es que los consultados manifestaron unas intenciones que luego no se llevaron a cabo.
Hillary Clinton encaró las últimas tres semanas de comicios con la mayoría de sondeos a su favor. Las encuestas electorales que publicaban las principales cabeceras le ofrecieron una ventaja tan sólida que incluso vació su agenda de mítines. El resultado todos lo conocemos: Donald Trump es el 45º presidente de los Estados Unidos.
Espectacular ascenso de LikudEl horizonte no era el más esperado para Benjamin Netanyahu. Rota la alianza de partidos que lo habían alzado como primer ministro desde el año 2013, todas las encuestas indicaban que no le sería posible revalidar Gobierno. Por su parte, los laboristas incrementaban su popularidad. Las encuestas electorales, a pocos días de la celebración de los comicios, daban un resultado más que ajustado. ¿El resultado? 30 escaños, por 24 de los laboralistas.
Las encuestas dijeron no al brexit, Reino Unido dijo síDías antes del 24 de junio de 2016, los sondeos afirmaban que triunfaría la permanencia en el bloque europeo. Días previos a las elecciones, cabeceras tan importantes como Daily Telegraph o Times pronosticaron una batalla muy reñida, pero continuaban alzando como ganador al «no», con un 49 por ciento, sobre 47 del «sí». Sin embargo, los ingleses decidieron salir de Europa con el 52% de los votos. Por esta razón, el primer ministro, David Cameron, decidió dimitir y fue relevado en su cargo por Theresa May.
Los acuerdos de Paz de ColombiaEl resultado fue contrario a todo lo que se pronosticaba en las encuestas. Sesenta mil votos fueron suficientes para que el «no» superara al «sí» en la consulta sobre su opinión frente al acuerdo de paz alcanzado entre el Gobierno y las FARC. El 50, 23% de los votantes dijo «no» a las concesiones que un 49,76 estaba dispuesto a aceptar. Y eso que previamente las encuestas otorgaban al «sí» un apoyo de más del 60% de los votos, lo que suponen más de 12 puntos de diferencia con los resultados oficiales.
Una serie de ejemplos, tanto nacionales como internacionales, que fortalecen la opinión de aquellos que se muestran escépticos ante las encuestas electorales y sus resultados.Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.