Hay jinetes de luz en la hora oscura
Ainhoa Uribe | 16 de noviembre de 2017
Las elecciones catalanas del 21 de diciembre han puesto sobre la mesa el dilema sobre si resulta mejor acudir a los comicios en coalición con otros partidos o separados. Esto es, crear “megabloques” (ya sea de constitucionalistas o de independentistas) o bien enfrentarse en solitario al desafío electoral.
Desde el punto de vista matemático, son mayores los beneficios de ir en coalición que de ir solos. Pero desde el punto de vista sociológico, la duda reposa sobre cómo reaccionarán los ciudadanos ante tales fusiones electoralistas.
Comencemos por la primera cuestión, la matemática. Los sistemas electorales no producen resultados neutros que supongan una traslación directa de los deseos de la población sobre el reparto de escaños. Es decir, si un partido obtiene el 10% de los votos, ello no se traduce en el 10% de los escaños, por ejemplo. En todos los sistemas electorales del mundo (lo que incluye al caso español y catalán), las candidaturas más votadas obtienen un porcentaje de representación (en escaños) mayor a su porcentaje de votos. Y al revés, los menos votados, obtienen menos escaños de lo que les correspondería, atendiendo a los votos. De ahí que habría que diferenciar entre las “mayorías naturales” y las “mayorías reales” (o artificiales), esto es, las que se conforman en el cuerpo electoral y las que son producto de la aplicación de los distintos elementos de cada sistema electoral. Esa diferencia se da en cualquier sistema electoral, tanto si rige el principio proporcional como si sigue el principio mayoritario. A la vista de esta consideración, es más fácil ser la candidatura ganadora si se suman más partidos en su seno, ya que tienen más posibilidades todos juntos de llevarse una prima en términos de escaños.
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Sin embargo, en ocasiones, a algunos electores les puede molestar ver a su partido juntarse con otros. Este es el típico dilema del Partido Socialista y el Partido Popular, por ejemplo, los cuales, intentaron ir en coalición en el País Vasco hace unos años y finalmente no lo consiguieron, ya que ni Génova ni Ferraz lo aconsejaban. Hoy, como ayer, no hay la sintonía suficiente entre ambas formaciones para dar luz verde a una coalición: Mariano Rajoy y Pedro Sánchez no forman una buena pareja de baile, por lo que es impensable tal fusión.
ENCUESTAS | Quedan 40 días para las elecciones catalanas y el promedio de sondeos sigue colocando a ERC como el primer partido https://t.co/ADQ79EjcMd
— EL PAÍS (@el_pais) November 15, 2017
En paralelo, entre los independentistas la pelea está muy reñida. El modo en el que se ha llevado a cabo la escenificación teatral del procès ha abierto una brecha profunda entre las partes y se ha producido la paradoja de que algunos militantes independentistas han pasado a las filas del Partido Socialista Catalán y otros se han radicalizado más, por no hablar de los fugados de Bruselas o de los líos internos de Podemos ante el proceso soberanista. En el propio PSC, la polémica también está servida por la incorporación de independentistas en sus filas. La respuesta ha sido, incluso, la salida de uno de sus alcaldes del partido, Dante Pérez (alcalde de Gimenells i el Pla de la Font, en Lleida), que ha fichado por el PP y será número dos por Lleida.
Visto lo revuelto que está el panorama catalán, parece que todos los partidos van a ir en solitario. Las formaciones tienen hasta el 17 de noviembre para presentar sus listas, que finalmente se harán públicas el domingo 19 de noviembre. Aunque, de momento, disponemos de algunos datos:
Pusimos en marcha el artículo 155 para recuperar la legalidad en #Cataluña. Las elecciones del #21D se celebrarán con garantías y normalidad #SesióndeControl pic.twitter.com/yjsGbFe1pz
— Mariano Rajoy Brey (@marianorajoy) November 15, 2017
En cualquier caso, se presenten como se presenten las listas, su configuración es lo de menos. La clave será la participación ciudadana y el sentir de su voto, como es obvio. La campaña electoral no será sencilla, ya que se verá abroncada por concentraciones, manifestaciones y otro de tipo de acciones para calentar y polarizar el ambiente, entre las que se incluyen las manipulaciones informativas (de dentro y fuera del panorama nacional). No en vano, las elecciones del 21-D son algo más que unas elecciones autonómicas: son un referéndum velado sobre el deseo o no de pertenecer a España.
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