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Nacional

Continúa la trama del 3% en Cataluña . Los pecados capitales de la corrupción catalana

Ana Samboal | 03 de marzo de 2017

Nacional

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Las primeras sesiones del juicio oral del Caso Palau han dejado como novedad la petición de retirada de los 36 testigos propuestos por parte de la defensa de Daniel Osácar, extesorero de Convergència Democràtica de Catalunya, Javier Melero.

Lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia son los siete pecados capitales, esos vicios o defectos que reciben esa denominación –“capitales”– no porque sean más o menos repugnantes que el resto, sino porque el caer en ellos favorece el tropezar en otros muchos. “Un vicio capital –lo definía Tomás de Aquino– es aquel que tiene un fin excesivamente deseable, de tal manera que, en su deseo, un hombre comete muchos pecados, todos los cuales se dice que son originados en aquel vicio como su fuente principal”. Si no fuera porque no es posible viajar en el tiempo, bien pareciera que el santo, al definirlos muchos siglos antes, tuviera en mente la España de nuestros días.

No hay más que asomarse a esa sala de vistas en la que durante las próximas semanas se ventilará uno de los casos de saqueo más sangrantes del último siglo, el del Palau. Líbrenos Dios de juzgar lo que se esconde en el fondo del alma de los acusados. Y que sea la Justicia la que decida condenarlos o absolverlos a los ojos de la ley. Pero a los de la necesaria decencia en la gestión de la vida pública, que es lo que nos toca valorar, pocos exponentes hay de gravísima falta mejores que este.

Es la corrupción misma del sistema. La plataforma hegemónica diseñada por un grupo de personas que, cegadas por la avaricia, se creyeron en el derecho de exigir peaje a todo aquel que quisiera hacer obra o recibir un contrato público

Pongámonos en situación. Sesión de control en el parlamento catalán. Pascual Maragall, presidente de la Generalitat, empieza a descorrer el velo cuando echa en cara la hoy célebre cifra del 3% al portavoz del primer partido de la oposición. Tan dura fue la amenaza de Artur Mas al oír esas palabras, que el que interpelaba, todo un jefe de un gobierno autonómico, se acobardó de inmediato. No tardó en retirarlas. ¿Qué era aquello del 3%? Aunque lo sospechábamos, todavía tardamos en enterarnos.

Los primeros indicios aparecen hace ocho años, cuando los Mossos entran en el Palau. El templo de la música y el buen gusto barcelonés olía a podrido. Empezaron a tirar de la cuerda y se encontraron con que los señores que regían la institución, prebostes de la burguesía local, no eran más que los que –siempre según la fiscalía– cobraban las mordidas, no del 3, sino del 4 y hasta del 5%, para el partido hegemónico en esa comunidad autónoma: Convergencia Democrática de Catalunya. De paso, faltaría más –concluye el Ministerio Público– retiraban su consiguiente comisión.

Un caso de corrupción que ha dejado Cataluña al borde del abismo

El caso del Palau no era un caso de corrupción aislado, no era uno más. Es la corrupción misma del sistema. La plataforma hegemónica diseñada por un grupo de personas que, cegadas por la avaricia, se creyeron en el derecho de exigir peaje a todo aquel que quisiera hacer obra o recibir un contrato público. Un grupo de personas que, aturdidas por la soberbia, creyéndose intocables, no han dudado en ir cada vez más lejos para proteger su tesoro. En su huida hacia delante, guiados por esas faltas capitales, cometieron un sinfín de “pecados” intolerables en la vida pública.

Se encontraron con que los señores que regían la institución, prebostes de la burguesía local, no eran más que los que cobraban las mordidas, no del 3, sino del 4 y hasta del 5%

Con su amenaza, impusieron la omertá en detrimento de la democracia y la transparencia. Con su voracidad confiscatoria, detrajeron riqueza que, de otro modo, estaría en manos de las empresas o los ciudadanos. Y en su desesperada batalla por evitar el ojo inspector de la Justicia, han colocado a la comunidad autónoma en la que gobernaban al borde del abismo y a todo un país, España, al borde de la ruptura. Un puñado de hombres, que afortunadamente no serán más del 3%, cegados por la avaricia y la soberbia, son los que nos han traído hasta aquí.

Foto de portada: Artur Mas, Joana Ortega e Irene Rigau, saliendo de declarar del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (Agencia EFE)
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