Newsletter

El Debate de hoy

Hay jinetes de luz en la hora oscura

  • Portada
  • Política
  • Internacional
  • Economía
  • Educación
  • Sociedad
  • Familia
  • Cultura
  • Historia
  • Ciencia
  • Tecnología
  • Enfoques
  • El Astrolabio
  • Entrevistas
  • Pódcast
  • Viñetas
  • Especiales
  • Especial Villacisneros
C
Cataluña

La Barcelona histérica y la Barcelona pacífica que desafía las soflamas del discurso oficial

Luis Núñez Ladevéze | 20 de octubre de 2017

Cataluña

El 155 lo quieren españoles orgullosos de vivir en una potencia mundial, democrática y justa Cataluña, una prueba para Sánchez . Pactar con Rajoy para intentar llegar a La Moncloa Una explicación sobre el procedimiento del artículo 155 y su trámite de aplicación tan lento El totalitarismo catalán . Expulsar a los que no comulguen con el procés ni con su voluntad El punto débil de la ejecución del artículo 155: la evolución política del PSOE de Pedro Sánchez Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, a prisión por agitar a las masas contra el Estado de derecho

En la Ciudad Condal hay un desafío implícito a las soflamas del discurso oficial. Puede que haya dos Barcelonas. La histérica, que trata de interrumpir el ritmo habitual, y la pacífica, en cuyas calles la vida sigue sin sobresaltos. Si no fuera por el alimento de un politicismo artificial y sedicioso, el ambiente urbano seguiría siendo tan acogedor como hasta hace unos años. 

He venido a Barcelona para la celebración del centenario de la Aeronáutica Naval, en octubre de 1917. El almirante Zumalacárregui me había invitado a dar una conferencia sobre un libro, que coordiné hace pocos años, titulado El origen de la Aeronáutica Naval en España. Con este motivo, he tenido la oportunidad de pasear por las zonas antiguas de esta vieja Ciudad Condal. En 1977, gané una agregaduría en la Universidad Autónoma de Barcelona y, desde entonces, he tenido que visitarla con relativa frecuencia, generalmente para trámites académicos, pero hacía tiempo que no disfrutaba de un paseo tan tranquilo y relajado como el que me prometía hacer, acompañado de unas buenas amistades.

Desde la Comandancia de Marina, nos propusimos pasar por las antiguas atarazanas, ahora Museo Naval, para dar la conferencia que se me ha encargado; pasear hasta la Estación de Francia, de donde salió el primer tren español para unir Barcelona a Mataró; volver hacia Las Ramblas, allí donde el radicalismo islámico arrolló despiadadamente a transeúntes y turistas un pacífico día de septiembre; comer luego en el mercado de La Boquería, antes de desplazarnos al Paseo de Gracia, para ver, una vez más, La Pedrera y acabar en la Sagrada Familia… Ante la espera que se barruntaba por la formación de una inesperada y larga fila de pretendientes a la misma visita, optamos por desistir.

La tarde anterior, mientras tapeábamos por los bares lindantes al Barrio Gótico, llegaron los primeros mensajes alarmistas en el móvil. “¿Qué pasa en Barcelona?”, decían. Y contestábamos, con extrañeza: “Aquí no pasa nada, nos limitamos a tapear”. Respondían mensajes alarmados: “Decenas de miles de personas en la Diagonal vociferan contra la represión y el encarcelamiento de presos políticos”. Respondía: “Puede ser, pero aquí, a unos quinientos metros, no se oye nada. Todo está normalmente tranquilo”.

Barcelona histérica, Barcelona pacífica

Puede que haya dos Barcelonas, la histérica y la pacífica, la que trata de interrumpir el ritmo habitual de la vida y la que procura seguir viviendo tranquilamente. A aquella se la escucha fuera, a través de las televisiones y de las redes, pero no se la oye dentro, en las calles que siguen la vida, sin sobresaltos, como siempre. Pero en el ambiente urbano no se ve policías ni mossos. La ciudad partida convive sin problemas y sin necesidad de fortalecer la vigilancia cotidiana.

Bomberos catalanes comienzan a hartarse de la politización del cuerpo por los separatistas. Buena noticia. https://t.co/w1mpBwZRq1

— Convivencia Cívica (@CCivicaCatalana) October 17, 2017

En el mercado de La Boquería, se oye hablar a los dependientes de distintos puestos lamentándose de la caída del consumo: “Hoy hay menos gente que ayer y me temo que más que mañana”, decía un camarero a la dueña de la carnicería de enfrente, la cual se lamentaba, a su vez, de no haber vendido nada en toda la mañana:

-”Lo que está ocurriendo puede llegar a ser un desastre para ustedes?”, dijimos con precaución.

-“No crean, esto no es un desastre, es peor, una pena. En realidad, no pasa nada a flor de piel, pero no nos atrevemos a hablar con el vecino…”

-“¿Por miedo?”

-“No tanto por miedo como por precaución. Estamos divididos, pero chillan los menos y callamos los más. Si se hiciera un referéndum legal y en condiciones objetivas, es seguro que ganaría el ‘no’ al ‘sí’, con diferencia”.

Para quien haya paseado por Barcelona antes de estos momentos de descarrío, advertiría hoy algunos novedosos signos distintivos. No dominaban las banderas estrelladas en los balcones. Por vez primera en su vida, vería también enseñas constitucionales compitiendo en número con las antiguas republicanas inconstitucionales. Muchos se han decidido a desafiar al discurso público dominante. Esto podrá ser mejor, bueno, malo o peor, pero es algo nuevo. Hay un desafío implícito, afortunadamente pacífico hasta ahora, a las soflamas del discurso oficial.

¿Cómo afecta el #referendum al #turismo en #Barcelona? Lo explica José M. Puigcerver, @EUDEbusiness #turismo #dbhttps://t.co/cIZUViXVrS pic.twitter.com/UhJyRZjdWK

— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 16, 2017

Pasamos por la Iglesia de la Merced, donde se conserva en una urna una bandera requeté con las insignias española y catalana, compartidas en una especie de nudo gordiano. Fuimos a admirar luego la Basílica de Santa María del Mar. Las elevadas naves del gótico inicial confluyen en el rosetón de la fachada flamígera. Quien quiera conocer algo de su historia puede leer la novela La catedral del mar, de Ildefonso Falcones, probablemente la obra de ficción más editada en España en el siglo XXI. El visitante puede extrañarse de la exclusión del castellano como lengua de referencia basilical, ahora implacablemente sustituido en los comentarios eclesiales por traducciones al inglés de los textos escritos en catalán. Visitándola hoy, nadie recordaría que los anarquistas y comunistas quemaron todo el barroco de los altares interiores de la basílica en 1936.

Nación, patria y pueblo

Antes de llegar a la Estación de Francia, es posible pasar por el antiguo Mercado del Born, convertido en moderno Centro de Memoria Histórica. La memoria se concentra exclusivamente en la Guerra de Sucesión. Para conservar el recuerdo se han desenterrado, como si fuera un yacimiento arqueológico de residuos arcaicos indígenas o de restos de poblaciones romanas, las ruinas de antiguos edificios que se levantaban en esta zona en el siglo XVII. Nada de particular, como no sean las equívocas explicaciones que se exponen al visitante para dignificar la recuperación de instalaciones en una ciudad que puede presumir de un incomparable barrio gótico o de una exquisita arquitectura modernista. El patrimonio histórico está al alcance de la vista de cualquiera, sin necesidad de alimentar el recuerdo empleando el dinero del contribuyente en vanas excavaciones ideológicas.

¿Qué futuro les depara a las grandes multinacionales el #proces de #Cataluña? Lo explica M.A Solana, @DerechoCEU #dbhttps://t.co/Mj48KTsRZG pic.twitter.com/rpOaKz5UN9

— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 14, 2017

En los comentarios de las ruinas, sorprenden las referencias a la conculcación de los derechos constitucionales de una nación que, sorprendentemente, existiría con anterioridad a la creación de las naciones o las alusiones a los derechos constitucionales de los vecinos previos a su reconocimiento como ciudadanos, fruto de las declaraciones constituciones aportadas por la instauración de una democracia entonces inexistente. Aluden, sin duda, aunque sin decirlo, a las cartas forales que pervivieron hasta los decretos de Nueva Planta y a los derechos adheridos a estos reconocimientos locales asumidos por el absolutismo monárquico. Abusando de la equivocidad con que imprecisamente se usa el término “nación”, los letreros explicativos confunden el concepto liberal de nación constituida por ciudadanos libres e iguales con la idea secular de “patria” o “pueblo”, como mundo de convivencia vital. Los derechos ciudadanos son personales, es un concepto jurídico, no son derechos de los pueblos, que solo tiene valor jurídico en su aplicación étnica. El constitucionalismo es el proceso aportado por la cultura democrática para resolver los enfrentamientos entre pueblos o las rivalidades religiosas y culturales. Pero los rótulos de los letreros lo convierten en su contrario. Una nación es sojuzgada antes de que existieran las naciones y se denuncia que no se reconocen los derechos fundamentales antes de que existiera la figura jurídica de ese reconocimiento.

La #opinion de Justino Sinova sobre la orden de prisión para los #jordis. #Cataluña #Independencia #dbhttps://t.co/oQErPi3OFg pic.twitter.com/fwuASS56Ub

— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 18, 2017

De vuelta del paseo al mercado de La Boquería, queda la agridulce sensación de que no existen motivos sociales para que pueda plantearse un conflicto de convivencia en esta histórica y complaciente Ciudad Condal. Si no fuera por el alimento de un politicismo artificial y sedicioso, el ambiente urbano sería hoy tan acogedoramente pacífico como lo ha sido, desde que se promulgó la Constitución del 78, hasta hace muy pocos años.

Imagen de portada: Vista de la manifestación celebrada en Barcelona, el 8 de octubre de 2017, en defensa de la unidad de España bajo el lema «íBasta! Recuperemos la sensatez» | Agencia EFE.
más
Cataluña

El 155 lo quieren españoles orgullosos de vivir en una potencia mundial, democrática y justa

Carlos Cuesta

Cataluña

Cataluña, una prueba para Sánchez . Pactar con Rajoy para intentar llegar a La Moncloa Una explicación sobre el procedimiento del artículo 155 y su trámite de aplicación tan lento El totalitarismo catalán . Expulsar a los que no comulguen con el procés ni con su voluntad El punto débil de la ejecución del artículo 155: la evolución política del PSOE de Pedro Sánchez Jordi Sánchez y Jordi Cuixart, a prisión por agitar a las masas contra el Estado de derecho

El Debate de hoy

  • Quiénes somos
  • cookies
  • aviso legal
  • política privacidad rrss
  • suscríbete
© 2021 El Debate de Hoy
El sitio web utiliza cookies propias y de terceros para recopilar información que ayuda a optimizar su visita a sus páginas web. No se utilizarán las cookies para recoger información de carácter personal. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso.
Encontrará más información en nuestra Política de Cookies.