Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carlos Cuesta | 16 de octubre de 2017
El plan del Gobierno para activar el eventual artículo 155 de la Constitución está definido en su estructura básica. Su idea es un 155 de intervención urgente y totalmente limitado. Tan solo pensado para anular los órganos de Gobierno y el legislativo que han colaborado en el golpe y convocar elecciones inmediatamente. Todo bajo el principio de mínima intervención. Y de máximo, no solo comportamiento democrático -que siempre lo sería-, sino también apariencia democrática. ¿Pero es suficiente con eso para evitar encontrarnos dentro de dos o tres años con otro golpe más organizado, más respaldado y, en definitiva, más dañino?
La idea inicial, en caso de tener que dar paso a la aplicación definitiva de las medidas del artículo 155 de la Constitución en el Senado, porque Puigdemont mantiene la declaración de independencia, pasa por el relevo del presidente de la Generalitat y de todos sus consejeros y por la anulación de la capacidad legislativa de la Cámara catalana.
El primer paso sería la toma de control del Ejecutivo autonómico, un trámite necesario para garantizar la paralización del golpe y evitar que prosiga en su acumulación de incumplimientos legales. Se podría hacer por medio de una sustitución literal del conjunto del equipo de gobierno o por medio de una gestora que asumiese el mando, apartando a los actuales miembros del “Govern”. Esta segunda vía permitiría eludir las escenas de desalojos y la tensión adicional que se podría suscitar.
El segundo paso necesario sería la paralización del otro gran foco de generación de ilegalidades: la actividad del Parlamento catalán. Para ello, no sería necesario expulsar físicamente a sus miembros. El mero freno de la actividad o el cierre de las sesiones daría paso de facto a un control de su actual capacidad de emisión de normas inconstitucionales. La sustitución de la presidenta de la Cámara y el posterior cierre de las sesiones puede ser una vía.
Y, por fin, el tercer y último paso: la convocatoria de elecciones autonómicas para devolver a la población el control democrático de sus gobernantes y representantes electos. Porque el Gobierno tiene claro que no quiere prolongar ni un minuto más allá de lo necesario la intervención del 155 de la Constitución.
Rajoy negociará con Sánchez qué tipo de 155 aplicará si Puigdemont no rectifica https://t.co/LyQLuTAGGR Lo explica @Sainz_Jorge pic.twitter.com/ZRRuKFMBf3
— El Español (@elespanolcom) October 15, 2017
Así se ha explicado y definido internamente el plan de acción en base al artículo 155 de la Constitución. Y así es como ha surgido la primera gran pregunta dentro del Gobierno y del Partido Popular: ¿con eso es suficiente para garantizar la legalidad?
Dentro del partido, líderes como Xavier García Albiol ya han expuesto un criterio un tanto diferente. Y es que comparten al cien por cien que la velocidad tiene que ser rápida y que se debe avanzar hacia unas elecciones. Pero con cierto cuidado: porque si no se aprovecha esta ocasión para asegurar el control de la legalidad en el comportamiento de los Mossos y de la Educación, el daño seguirá siendo terrible para la población catalana y el auge del separatismo continuará.
El Gobierno ha recibido ya la advertencia de que estos dos puntos, y en especial la Educación, pueden ser la clave de que el proceso de ruptura continúe larvado, por mucho que en apariencia sus responsables directos salgan de los altos cargos catalanes.
Porque la educación en Cataluña, simple y llanamente, se ha convertido en un centro de adoctrinamiento en el nacionalismo. En una fábrica de independentistas y de odio hacia España.
Desde hace décadas, a los niños catalanes no se les enseña el Siglo de Oro, ni qué es el 12 de octubre, ni el Camino de Santiago. Tampoco nadie les explica nada de Terra Lliure. El 11-M no existe en su historia reciente de España. Y en algunas ediciones catalanas de libros de texto, ETA ha llegado a ser descrito como un mero grupo «radical».
Una España llena de banderas nacionales recobra algo que había olvidado: el patriotismo
Las afirmaciones pueden parecer exageradas. Pueden incluso ser explicadas por algunos como el fruto de la actual tensión. Pero, ni lo uno, ni lo otro: son simplemente algunas de las conclusiones de un estudio de los libros de texto catalanes elaborado hace ya cinco años por la Fundación Unidad + Diversidad. Conclusiones extraídas antes del inicio de la fase final de este golpe de Estado. Extraídas simplemente en cualquiera de los años en los que se ha ido inyectando el nacionalismo en los niños.
El profesor Emili Boronat, @UAOCEU, da soluciones para el #adoctrinamiento nacionalista. #educacion #db https://t.co/iRDlqYe4ky pic.twitter.com/plCa1FHixH
— El Debate de Hoy (@eldebatedehoy) October 13, 2017
Los romanos no ocuparon la Península Ibérica, solo Cataluña. El himno nacional no existe, pero se enseña que se usaron el Cara al sol y los himnos republicanos. Se explica hasta la Marsellesa. Los símbolos de países como EE.UU., Alemania o Francia se estudian con profundidad. Los españoles, en algunas ocasiones, ni se mencionan. O, solo por citar algún que otro caso de los incluidos en el estudio, se da más protagonismo al subcomandante Marcos que al Rey.
Y no se trata de conclusiones aisladas. Prácticamente las mismas destacaba otros estudio de la misma época elaborado por el doctor en Historia Pedro Antonio Heras, en el informe “La España raptada”.
«El nacionalismo ha buscado en la escuela una masa moldeable. Elogia a los terroristas, denigra a los inmigrantes, fomenta entre los escolares la pureza de raza o alienta la delación mediante las denuncias lingüísticas», señalaba el historiador. 155 de la Constitución
Los niños son adoctrinados en el derecho a decidir. No estudian Historia de España, pero conocen los detalles de la lucha independentista de Quebec. «Muchas veces el derecho de estos pueblos a la existencia, a la conservación de sus costumbres, cultura y organización económica y social, no son reconocidas por el Estado del que forman parte», señalaba uno de los textos analizados por el historiador. 155 de la Constitución
Este tweet oficial es de hace una hora.Aquí tenemos la respuesta a @marianorajoy. Parece que @KRLS ha elegido la confrontación y la tensión pic.twitter.com/urbYQZHFa5
— Xavier García Albiol (@Albiol_XG) October 14, 2017
“La autonomía no resuelve el auténtico conflicto territorial. Solo se permite una entidad administrativa con competencias delimitadas, una contraposición con el derecho de autodeterminación reconocido por Naciones Unidas«, añade otro de los libros estudiados.
Y en manuales de Historia de Cataluña se añadía, por ejemplo, como material de apoyo, un cómic que describía la supuesta actividad de las “Fuerzas de Ocupaciones Españolas (FOE)”, premiado por el Instituto Catalán de la Juventud.
Pedro Antonio Heras destacó en su momento párrafos reveladores del nivel de adoctrinamiento. Párrafos como estos:
«Los Juegos Olímpicos de 1992 fueron el punto álgido de la reconstrucción nacional de Cataluña». «Cataluña está formada por Barcelona, Tarragona, Lleida, Girona, la Cataluña norte, la franja del poniente, el País Valenciano y las Islas Baleares». Dentro del capítulo «la formación de España», España aparecía ilustrada en algunos textos exclusivamente con una foto: la de un hombre con uniforme falangista y brazo en alto. Capítulos dedicados a la «Democracia y Autonomía: el nuevo orden mundial» se ilustraban de forma generalizada con fotos de banderas independentistas. El bandolero de Serrallonga aparecía retratado como un «héroe catalán oprimido por los pueblos castellanos». Cataluña aparecía ya en aquella época como “un país al nordeste de la Península Ibérica”. El derecho de autodeterminación se mencionaba sin cesar en muchos manuales educativos, destacando que “el acatamiento del marco constitucional vigente no significa la renuncia del pueblo catalán a la autodeterminación”. Y el Ebro figuraba ya como un río catalán “de pequeño recorrido”.
El independentismo "no merece apoyo internacional", según 'Foreign Policy' https://t.co/TSZecczbTn
— Soc. Civil Catalana (@Societatcc) October 14, 2017
Todo ello en una educación al servicio del adoctrinamiento más salvaje y menos respetuoso con los niños y los derechos de los padres.
Por todo ello, voces en el PP se han alzado ya para defender que se hagan elecciones, sí, pero tras garantizar que el 155 sigue operando en una materia básica para evitar un siguiente 1-O: la Educación.
Quim Torra ha ordenado descolgar los lazos amarillos de los edificios públicos. El presidente de la Generalitat dispara para seguir haciendo ruido y se esconde tras el humo. Sánchez no da la cara y es el Poder Judicial el que defiende el Estado de derecho.