Tras la moción de censura que llevó a Sánchez al poder de la mano de los independentistas, este se esmeró en redibujar las dos Españas, la izquierda y la derecha irreconciliables, y extendió la discordia catalana al resto de la nación.
La detención de Pablo Hasél por delitos de enaltecimiento del terrorismo e injurias a la Corona ha motivado violentos disturbios y una petición de indulto por parte del vicepresidente segundo del Gobierno. Los mismos que hoy se indignan por la condena del rapero hubieran aplaudido procesar por «apología del franquismo» a una víctima del estalinismo y premio Nobel de Literatura como Alexander Solzhenitsyn.
Nuestros actuales dirigentes políticos nos están conduciendo a esa situación de (mala) cabeza, cuesta abajo y sin (casi) frenos internos, suyos y de la sociedad española, por acción o dejación dolosa.
El PSOE et alli siguen encabezando las encuestas y tienen barra libre para hacer y deshacer, decir y desdecirse a capricho, sin siquiera tener que hacerlo soterradamente: porque son los abanderados de la nueva moral.
40 años después del 23F, los peligros que acechan a la democracia del 78 asoman por el lado del populismo y sus distintos disfraces. Es necesario mirar hacia atrás con el espíritu fundacional de la Transición, con los valores de la reconciliación y la concordia.
La anormalidad política en que vivimos no es más que un fruto maduro de la normalidad democrática del sistema liberal. Y en ese sentido, no podemos coincidir con Pablo Iglesias, pues España vive en la normalidad de la democracia liberal.
Una vez más, la tribu se ha impuesto a la razón en Cataluña por la incomparecencia de esta última. Aunque la independencia no será inminente, los resultados electorales abrirán la puerta a un nuevo procés.
A la vista de los acontecimientos, hay un buen número de poblaciones donde los votantes de algunos partidos se arriesgan a ser señalados y repudiados.
El portavoz parlamentario de Vox lamenta la postura de algunos medios de comunicación y afirma que «con Vox se está produciendo un fenómeno que yo creo que no se producía desde hace mucho tiempo, y es que los jóvenes se interesan por lo que estamos diciendo».