Hay jinetes de luz en la hora oscura
Esperanza Ruiz | 06 de septiembre de 2020
Es septiembre pero marcea. Volvemos pero nunca nos fuimos. Con el corazón transido, sin mes de abril, enlutados y arrancando hojas del calendario en falso.
Me cuenta mi amigo Ángel Olmedo la historia de la letra del tango. No del que da título a este artículo, sino de la de «Garúa». En Corrientes 1244 se ubicaba el club Tibidabo, en el que el conocido músico Aníbal Troilo actuaba con su orquesta. Cierta noche se encontraba entre el público el poeta Enrique Cadícamo y Troilo le invitó a escuchar una música que había compuesto. Sacó su bandoneón, la tarareó y pidió a Cadícamo que le pusiera verso. Aquella noche llovía en Buenos Aires, y el letrista se marchó –puede que dirigiéndose al Obelisco o a Caminito, cuna del tango- en busca de inspiración. La fina lluvia que moja y no cala, y que en Hispanoamérica se llama Garúa, le dio el estribillo del popular tango:
Qué noche llena de hastío y de frío
El viento trae un extraño lamento
[…]
Garúa
Solo y triste por la acera
Va este corazón transido
Con tristeza de tapera
Es septiembre pero marcea. Volvemos pero nunca nos fuimos. Con el corazón transido, sin mes de abril, enlutados y arrancando hojas del calendario en falso.
Hemos perdido pero tenemos que ganar. Nos quieren cautivos y desarmados, pero nosotros nunca estuvimos ahí. Nosotros somos soldados españoles en Krásny Bor, el Regimiento Alcántara en la guerra del Rif, tercios en Rocroi, los últimos de Filipinas, celtíberos en Numancia. Somos Cazarrata en Las Ventas.
Llamadlo disidencia, contracultura, subversión o conservadurismo punk. Llamadlo reacción o no lo llaméis de ninguna manera, pero resistid. Dalmacio Negro decía que la única revolución verdadera era el cristianismo y, por tanto, el resto es contrarrevolución.
Asaltad el cielo, como Péguy, sed estajanovistas de la oración. Llevad trajes de Caraceni en el Casual Friday, usad corbatas. Firmad con Montblanc Meisterstück, y solo lo que podáis cumplir. Tened más nietos que hijos. Llamad a las niñas María. Volved a las fórmulas compuestas de los 70 para ellos. Yo qué sé, llamadlos José Antonio.
No podemos regresar al pasado y evitar la Revolución francesa y Mayo del 68. No podemos volver y esconderle la estilográfica al rey en diciembre del 78. Pero podemos levantar la cabeza, trabajar a destajo, buscar la belleza y enseñarles heridas que son nuestra victoria. No dejemos la educación de nuestra prole al Xiaomi Note 7; descubrámosles España y su historia. Hagamos una visita a todas las estatuas, atajemos el victimismo posmoderno.
Caminemos por los márgenes de los caminos balizados del feminismo, son regueros de pólvora seca.
Cultivemos el honor y la fidelidad, asumamos el control de nuestra salud
Hablemos como siempre, piropeemos como nunca. Aportemos inteligencia, tendamos la mano. Desinstalemos Instagram, miremos a hurtadillas el de Insua. Hagamos un corte de mangas a Netflix, admitamos que lo de HBO ya se veía venir con Sexo en Nueva York. Entrenemos fuerza, escribamos a diario, leamos poemas. Obviemos la borrachera demiúrgica de Pedro Sánchez y la cifosis de Pablo Iglesias, vivamos en nuestro infinito. Ellos están en el burladero, barbeémosles. Nosotros tenemos que lidiar con Génesis 3, no con ellos.
Abandonad la urbanización. Es gregarismo en estado puro. Cuando pronuncias por primera vez la palabra ‘urba’ estás perdido. Ya eres uno de ellos, uno más. Asistirás a cenas con todos vestidos de blanco en agosto -ridículos y adocenados- y contrataréis a un profesor de pool dance entre las vecinas. Quedarás para tomar cervezas y ver fútbol en el club social, con la falsa felicidad de pertenecer al grupo, pero por la noche, en la oscuridad y encogido entre las sábanas, sabrás que eres un quídam. Acabarás comulgando con ruedas de molino, aguantando pelmazos y añorando cuando eras tú el que bajaba la basura a la calle y aprovechabas para fumar un pitillo. No se puede claudicar, hay que mantener la tensión espiritual. Unamuno decía que la religión era el vehículo que cohesionaba a los pueblos; nunca habló de las piscinas comunitarias.
Alejaos de los que merodean los vertederos del alma.
Eliminad las cookies del porno; la Serie Rosa de TVE os lo enseñó todo, el resto es práctica. Practicad.
Mantengamos la esperanza cuando todo parece perdido. Tengamos la fe que precede al milagro
Celebremos el otoño, a los poetas, la vendimia y las cartas de amor. Cultivemos el honor y la fidelidad, asumamos el control de nuestra salud. Juguemos con los niños, besemos porque sí. Regalemos por encima de nuestras posibilidades, agradezcamos al que (se) da. Practiquemos la ternura, seamos caritativos. Busquemos el sol, las historias de viejos, las manos curtidas y las llamadas que duran toda una noche. Encendamos las chimeneas, tengamos hogares que huelan a café, no a pachulí. Ahorremos para las obras completas de Chaves Nogales, esperemos lo nuevo de Peyró y de Carlos Marín-Blázquez en Homo Legens. Aprendamos a cocinar arroz con caldo de la bahía de Santa Pola, participemos en concursos de relatos de Twitter. Suspiremos por el «Podría ser peor» de este mes, vomitemos en la boca de los tibios. Recordemos a John John. Cuidemos la naturaleza, amemos a los pintores, detestemos la subvención. Seamos audaces. Traigamos criaturas al mundo. Mantengamos la esperanza cuando todo parece perdido. Tengamos la fe que precede al milagro.
Lo advirtió Johnny Cash: There ain´t no grave can hold my body down.
Volved alegres.
El Principito, de Antoine de Saint-Exúpery, es una obra esencialmente religiosa que pone a prueba el rechazo de nuestro presente a toda trascendencia
Es imposible pensar que no se seguirá escribiendo Poesía en el futuro. Se escribirá y leerá más, porque probablemente será más necesaria aún que ahora.