Hay jinetes de luz en la hora oscura
Guillermo Garabito | 25 de febrero de 2021
Pablo Casado siempre se entera de todo después y quiere refundar el PP, o hacerlo desaparecer, siguiendo el viaje que ha hecho Ciudadanos hacia la irrelevancia. El centro siempre estará donde quiera la izquierda.
El PP ha decidido ser Ciudadanos, es una decisión que tiene tomada desde hace tiempo y vende Génova para irse al centro. Pablo Casado quiere ser Inés Arrimadas ahora que ni la propia Inés quiere ser ella, pero Casado siempre se entera de todo después y quiere refundar el PP, o hacerlo desaparecer, siguiendo el viaje que ha hecho Ciudadanos hacia la irrelevancia. Tanto quiere ser Ciudadanos que no se conformará hasta el batacazo electoral definitivo en el que no le quede más remedio que dimitir, como le pasó a Albert Rivera.
¡Casado no entiende nada! El centro siempre estará donde quiera la izquierda que esté, muy lejos de sus adversarios –para ser exactos–, para que la opinión pública no corra el riesgo de liarse entre buenos y malos, que para eso tenemos una política de hondura. El centro es ese limbo que pone Pedro Sánchez, según le convenga, más aquí o más allá, como ocurre con Vox. Vox, ese partido que, cuando le salva al PSOE in extremis las vergüenzas en Europa, son un partido responsable y entonces el centro anda en Vox. Al día siguiente, Santiago Abascal –sin moverse– se ha vuelto a alejar y está en la ultraderecha o más allá. Pedro Sánchez, señor del centro y de la centra. Así los líderes políticos del constitucionalismo llevan desde la moción de censura contra Mariano Rajoy buscando el centro… y lo que te rondaré.
El centro son los gamusinos de la política, porque lo único que existe es la moderación, que no es otra cosa que cumplir con tu palabra y respetar la Constitución: algo sencillo si estás dispuesto a decir que no pactarás con populistas e independentistas y lo cumples, o eres capaz de aguantar las tentaciones de meterle mano al Poder Judicial. El centro es ese invento a donde mandas a quien no quieres escuchar, por no mandarlo a la mierda, que siempre suena peor. Exactamente esto es lo que ha venido haciendo Pedro Sánchez desde que llegó y tiene el propósito firme de quedarse solo y le va saliendo bien y gobernará otros cuatro años y tantos como el PP tarde en entender esta verdad.
El centro, ahora, consiste en que el PP le ceda al PNV un puesto en el CGPJ porque se lo dice Pedro Sánchez. Y eso es precisamente por lo que se aleja cada vez más el votante, porque no necesita que a los populares les ponga el sanchismo un sello de calidad que garantice que está en el centro para votarlo, pero Casado está empeñado en conseguirlo como una meta de superación personal. Al único votante que puede tener el PP le da igual que la sede la tenga en Génova o en un Starbucks, el votante del PP –ese que no consigue recuperar cuando cada vez que se descalabra Ciudadanos, pasa al PSOE y a Vox– quiere pagar menos impuestos, que creen empleos, que el independentismo no siga siendo un mal tolerable a cambio de sus votos y en realidad, poco más. Como mucho, evitar a toda costa este reality que nos están ofreciendo con la historia de superación de Pablo Casado, relatando que va de rodillas desde Génova 13 al centro porque Pedro Sánchez se le apareció.
Y por eso, fundamentalmente, funciona Vox: porque lo esencial lo tienen claro, que el centro no existe, que Sánchez siempre lo alejará, hagan lo que hagan ellos. Porque el español constitucionalista quiere que los partidos no lo tomen por idiota, y a ser posible que durante cuatro años les dejen en paz. Estamos dispuestos a que nos den la lata durante los quince días de campaña, nos estropee la hora de la siesta el coche de la propaganda a todo volumen, pero poco más. Nos dan igual las iluminaciones de Casado y las de Arrimadas, porque en política la intrahistoria personal debería considerarse pornografía emocional. El único votante al que debe aspirar el PP es un tipo pragmático, que entiende la política como un tedio necesario, pero que aspira a la tranquilidad. Nos da igual la herencia recibida, incluso Génova 13, que tal y como lo dijo Casado parecía que se lo había dejado en usufructo el mismísimo Luis Bárcenas.
Los líderes políticos del constitucionalismo llevan desde la moción de censura contra Mariano Rajoy buscando el centro… y lo que te rondaré
Los españolitos sabemos que el centro no está en la Puerta del Sol, sino en el Cerro de los Ángeles, porque lo estudiamos en el colegio. Para Casado el centro consiste en irse de Génova a Cibeles, porque allí está el centro más puro, el ‘CentroCentro’ de verdad.
Y el PP ganará las elecciones y liderará la oposición al Gobierno solo cuando entienda que el centro es Matrix, esa realidad en la que tiene el sanchismo al constitucionalismo controladito y sin guerrear. El centro es Hogwarts, una historia bien escrita que les cuenta Pedro Sánchez a los niños cada noche y a donde todos quieren ir. Porque el centro, ese ‘cogollo del bollo’ de la democracia es, a fin de cuentas, únicamente todo aquello que le gustaría tener a Pedro Sánchez, pero sabe que no puede ser: palabra, unos socios que no fuesen independentistas, un vicepresidente con sentido de Estado en vez de uno que alienta que ardan las calles en Barcelona como si se tratase de una fiesta popular o un partido donde lo querían y no uno donde ha tenido que imponer por decreto la lealtad a su persona. Nada más.
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