Hay jinetes de luz en la hora oscura
Javier Redondo | 07 de diciembre de 2020
Las constituciones no garantizan la democracia, básicamente porque son incompletas, contienen ángulos oscuros y ambigüedades que permiten distintas interpretaciones de sus preceptos.
Cuentan los que saben que por muchos mecanismos de defensa que posea una Constitución para proteger el sistema democrático, al final todo depende de dos cosas que son una sola: que el bacilo no se introduzca o germine en el organismo y que los que gobiernan ejerzan la contención constitucional, se autolimiten, autocontrolen, no busquen atajos ni sorteen la ley ni la usen contraviniendo su espíritu y acomodándosela. Si se descocan, la Constitución permite al resto de poderes y contrapesos activar los dispositivos que ralentizarán el desmontaje pero no diluirán los riesgos.
Las constituciones no garantizan la democracia, básicamente porque son incompletas, contienen ángulos oscuros y ambigüedades que permiten distintas interpretaciones de sus preceptos. Eso no es malo per se -de hecho, un texto excesivamente regulador es inaplicable o está parido de parte-, siempre que se mantenga la distancia de seguridad entre poderes. Si los poderes no guardan esa debida distancia, la Constitución sufre y con ella las libertades.
Para que la Justicia sea efectiva y radicalmente independiente, el órgano de Gobierno de los jueces debería ser elegido por los jueces. Desde 1985 se han ido cruzando líneas y aproximándolo al Legislativo, hasta que un gobernante encuentra en el bloqueo a la renovación el pretexto para cruzar una definitiva: la sumisión al Ejecutivo. No es lo mismo que el Legislativo elija por mayoría de dos tercios a un número de miembros del Consejo General del Poder Judicial a que lo haga por mayoría absoluta, que en la práctica supone prescindir de la oposición y sacar del espacio de acuerdo a los órganos independientes, o sea, hacerlos dependientes del Gobierno: el caudillismo es fundamentalmente concentración de poder.
Pablo Iglesias no va a cejar en este empeño y Pedro Sánchez se cruza de brazos, simplemente trastea con el ábaco con el que calcula fechas sobre el alambre de sus 120 diputados, la red de Iglesias y su Neurona y el sostén separatista, a la postre la madre del cordero. Sánchez está rodeado de sospechosos útiles que transigen con lo mundano para elevar la exigencia a su debido tiempo: la clave son los presos por sedición y malversación. Ya lo dice Isabel Díaz Ayuso con claridad: en Cataluña carecen de «zendales» porque hay independentistas. Y los independentistas lo que buscan es un mullido pesebre para ellos y los suyos, nada más.
Los sospechosos útiles que danzan gráciles y envanecidos alrededor de Sánchez son los que cercan a la Constitución. Celebramos ayer su día en posición manifiestamente mejorable: Europa no nos quita ojo -está mosca con las cosquillas que por un lado y otro, reforma o atadura, Sánchez e Iglesias le buscan al Poder Judicial- y ERC y Bildu celebran los presupuestos, un indicador de para quién son nutritivos. Sánchez eligió compañeros de viaje -desdeñó la alternativa Arrimadas– porque la ruta la maneja Iglesias, cuyo manual tiene dos líneas: 1. Cuanto más poder concentre un césar, más duradero será; y 2. La excepción lo aguanta todo. Iván Redondo le hace el mejunje y concluye: «Prueba, arriesga, excédete y avanza una casilla».
Normalizar la excepción es la peor manera de conmemorar 42 años de Constitución. La alarma se ha hecho piel y vale para lo más y para lo menos. El Congreso consintió el abuso; Iglesias lo apunta, coloca la ficha en el cartón y canta línea -cruzada-. Paradójicamente, los eurodiputados de Iglesias pidieron en 2017 a la Comisión que activara para España el procedimiento iniciado con Hungría y Polonia por violar el artículo 7 de los Tratados europeos. Fue para denunciar la actuación policial -que en el lenguaje separatista es «represión»- durante el 1-O. No coló.
Ahora, sin embargo, Europa abre los ojos y acciona el sistema preventivo de vigilancia gracias al trabajo de eurodiputados comprometidos con el Estado de derecho. Mientras haya oposición, hay Constitución; esta es la lección a esculpir en piedra ahora que el fantasma de Schmitt sobrevuela sutil el 78.
La propuesta de Ciudadanos de crear una asignatura de Constitución supone educar en un sistema de valores.
Felipe de Borbón cumple cinco años en el trono. Su sentido de la democracia y del deber lo hace merecedor de la confianza sin dudas.