Hay jinetes de luz en la hora oscura
Juan Pablo Colmenarejo | 03 de marzo de 2020
Pablo Casado debe aprovechar que el líder gallego es una baza ganadora, única en su partido. Si cae, se acabará el actual modelo constitucional, incluyendo a Galicia en la “nación de naciones” y el PP ya no será de casi nadie.
Salvo emergencia o causa de fuerza mayor, Alberto Núñez Feijóo no va a instalarse en la meseta de la política nacional. Repite en público y en privado que esa posibilidad pasó de largo. No va a ir marcha atrás porque, después de haber ganado tres veces con mayoría absoluta, o consigue la cuarta o nada. En el verano de 2018, Mariano Rajoy no dio tiempo a su sucesor natural a dejar las cosas arregladas en Galicia, tanto en la Xunta como en el partido.
Pidió unos meses y eso le entendió a Rajoy, que los tenía. Pero el presidente recién derrotado por la moción de censura, apretado por la prisa, quería quitarse de la vista y diluirse en el Registro de la Propiedad. Además, estaba la vicepresidenta del Gobierno, que aspiraba seriamente a coger el testigo, a pesar de los malos augurios para su partido que luego se cumplieron, como bien sabe Pablo Casado. Núñez Feijóo quería. Siempre fue así. La aspiración era tan legítima como necesaria para un partido que estaba herido de muerte tras la gestión de la crisis económica y la rebelión política (delito de sedición) de la Generalitat de Cataluña. El PP necesitaba al único ganador sano tras siete años de un desgaste abrasador. Ciudadanos iba muy por delante en las encuestas, incluso con opciones de ser primera fuerza por delante del PSOE, y Vox ya estaba en el radar de la intención de voto aquella primavera terminada con tragos largos, en el reservado de un restaurante de la calle Alcalá de Madrid.
El tiempo fue la razón, y no otra, de aquella decisión anunciada entre lágrimas de verdad por el presidente de la Xunta de Galicia. ¿Qué hubiera pasado si Núñez Feijóo se hace con el control del PP y se presenta a las elecciones generales? No lo sabemos, pero sin duda la situación actual sería otra, porque lo que se echa de menos en la política actual es a los adultos. La ausencia de los adultos recuerda a la de los mejores de Ortega. Núñez Feijóo gana en Galicia con su marca personal, aglutinando en el PP a todo el centro y a la derecha. Metiéndose en los terrenos del PSOE y también del nacionalismo moderado, que en Galicia existe y se llama “galleguismo”. Vox no tiene sitio, porque con Núñez Feijóo no tiene sentido.
El partido de Santiago Abascal lo equipara con el nacionalismo vasco y catalán, como si lo que ocurre en Galicia tuviera algo que ver con la segregación etnolingüística y la limpieza ideológica puesta en practica por independentismo. El sistema educativo de Galicia no impone un idioma sobre el otro. Con el PP de Núñez Feijóo todo es mucho más sencillo. No hay imposición, ni mucho menos persecución. Sorprende que el nacionalismo españolista de Vox prefiera a un separatista del BNG -suprimiendo el castellano para uniformar a la población, como hacen sus colegas vascos y catalanes- antes que a Núñez Feijóo, que ha demostrado todo lo contrario, defendiendo con lealtad constitucional el sistema autonómico.
Ahora mismo, está en juego el modelo del 78. El propio Núñez Feijóo advierte de que, si Galicia tiene un Gobierno de socialistas y separatistas, se abre la puerta a la “nación de naciones”. El Gobierno de Sánchez-Iglesias apuesta por vaciar al Estado de competencias en las comunidades autónomas nacionalistas para solucionar lo que llaman “el conflicto” vasco o catalán. Y en Galicia ocurrirá lo mismo si los independentistas llegan al poder.
El centro derecha alemán tiene dos partes. Una es Baviera y la otra, el resto de Alemania. Núñez Feijóo es la Baviera del PP. Tiene discurso propio y, por supuesto, la autoridad moral de los mayores. Debe ser de los pocos que quedan en el PP, porque la purga de edad se nota en cada intervención parlamentaria. El PP va a necesitar unos años para ser alternativa. Feijóo ningunea a Vox, tal y como le ha recomendado José María Aznar a Casado: “Cuando confrontes con Sánchez, como si no existiera Vox, y cuando confrontes con Vox, como si no existiera Sánchez”. Casado debería aprovechar que Núñez Feijóo es una baza ganadora, única en su partido. Si el presidente de la Xunta cae, no solo se acabará el actual modelo constitucional, incluyendo a Galicia en la “nación de naciones”, el PP ya no será de casi nadie.
El presidente del Gobierno prefiere que Vox tenga más votos que el PP, porque eso le garantiza sostener la dialéctica del enfrentamiento con mayor eficacia entre los votantes.
Inés Arrimadas ha empezado a caminar en dirección a un Partido Popular necesitado de una refundación que le permita construir una alternativa que aglutine desde el centro a todos los votantes que están a la derecha del PSOE.