Hay jinetes de luz en la hora oscura
El Debate de Hoy | 17 de junio de 2020
El director de La Razón analiza el mundo tras la pandemia y advierte de que «intentar acallar las opiniones de una sociedad en aras del bien común es muy peligroso».
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Paco Marhuenda ha vivido la crisis del coronavirus al frente de La Razón. Durante su charla en el pódcast «Y, ahora, ¿qué?», analiza la forma en la que se ha tratado la pandemia, defiende que los medios mantengan su línea editorial a pesar de las circunstancias y revisa, entre otras cuestiones, el papel del tertuliano.
A continuación, puedes leer un extracto de la entrevista, que encontrarás completa en los canales habituales: iVoox, Spotify, Apple Podcast, Google Podcast y YouTube.
Pregunta: Y, ahora, ¿qué?
Respuesta: Es una pregunta complicada, salvo para el oráculo de Delfos. Yo te diría que todo va a depender de cómo evolucione la pandemia. Si se encuentran la vacuna y los retrovirales, el ahora qué significará que volveremos a la normalidad, porque ese término comunista de ‘nueva normalidad’ me parece espantoso. Volveremos a una normalidad y ya sabéis que la sociedad y las personas olvidan lo malo. Siempre lo bueno se pone en la balanza y supera a lo malo. Tendremos el recuerdo de lo que ha sido esta catástrofe, pero creo que volveremos a una normalidad, nos abrazaremos, nos daremos la mano. Eso que llaman el distanciamiento social se acabará. Lo malo que quedará es una crisis económica inimaginable.
En enero vivíamos en un mundo feliz, pensábamos en el crecimiento económico, con algunas dificultades, pero ahora lo que sabemos es que tenemos un escenario económico apocalíptico. Saldremos, porque siempre se sale, pero veremos cómo lo hacemos. Se hará con mucho dolor, con empresas destruidas y con mucha gente en el paro. Pero en la parte social yo creo que volveremos a ser lo que somos, gente mediterránea, alegre… Ya se ha visto con el desconfinamiento.
P.: Ahora se habla mucho de la polarización y la crispación. Durante el confinamiento, el debate estaba en saber si se estaban ocultando o no las cifras de muertos. Ahora parece que los ancianos son lanzados de bancada a bancada, incluso de portada a portada. ¿En un momento como este deberían centrarse los medios en la información de servicio, dejando a un lado cierto «hooliganismo» periodístico?
R.: Yo creo que los periódicos tenemos que tener una línea editorial. Intentar acallar las opiniones de una sociedad en aras del bien común es muy peligroso, lo hemos vivido y tiene un tic autoritario que me parece inaceptable. Hemos de pensar que los lectores son ciudadanos que saben discernir. Si lo que tú publicas es incorrecto, está sesgado o manipulado, el lector lo sabrá, puede cambiar y puede no comprarte.
El Gobierno también ha decidido actuar en solitario. No olvidemos que es un Gobierno que, tal como ellos dicen, es socialcomunista. Esa es la realidad. Es la primera vez que el Gobierno de España está en manos de una coalición y que, además, no está en la centralidad. El comunismo está dentro del Gobierno, es un dato objetivo que hay que tener en cuenta. El problema de fondo es que el presidente es prisionero de esa realidad. Tiene la paz en la calle; más allá de las manifestaciones, no existe la crispación del 15M, el «no nos representan», etc.
Pero es lógico que la sociedad esté crispada. Nos han sometido a un estado de alarma en aras del bien común y la salud pública, pero la gente estaba en su casa encerrada sin ver a la familia, sin pasear… Hay una situación de enfrentamiento político, a mí me da igual quién es más culpable, pero el presidente del Gobierno no ha hecho los esfuerzos necesarios para conseguir el consenso.
P.: ¿Tendemos como sociedad, y también los medios de comunicación, a sobredimensionar las redes sociales y su influencia?
R.: Twitter se ha convertido en un terreno abonado para el radicalismo, no hay debate. Yo me acuerdo cuando me abrí la cuenta, me quedé horrorizado por las cosas que me decían. Cosas de gente enloquecida. Yo no soy un gran fan de Twitter, no me genera un gran fervor. Pero sí que es cierto que en determinados medios y televisiones enseguida te dicen: «Ha sido trending topic», «las redes dicen…». Tampoco me parece tan trascendente ser trending topic, luego en mi otra vida, la de profesor universitario, nadie ha visto eso, y es gente razonablemente culta.
También hay manipulación, bots, cuentas falsas… Una de las oportunidades para el periodismo que ha generado esta crisis es la calidad, es decir, la existencia detrás de los grandes periódicos u otros medios de empresas identificadas, con un peso. Eso da valor al periodismo de calidad, la gente en estos meses ha consumido muchísima información y ha podido ver esto. Es por donde nosotros vamos a ir, por el periodismo de calidad.
P.: ¿Qué le parece la dimisión o el cese del jefe de opinión de The New York Times por publicar el artículo de un senador republicano pidiendo la utilización del Ejército ante las protestas por la muerte de George Floyd? ¿Preocupa que un medio con una línea editorial no pueda publicar nada que vaya en contra?
R.: Eso lo aprendí de Luis María Anson en ABC. Siempre decía que teníamos que dar voz a personas que tuvieran una sensibilidad distinta a la línea editorial del periódico. Yo en La Razón he dado cabida a todo aquel que ha querido escribir de distintos partidos, hemos hecho entrevistas a los dirigentes de Podemos, con portada para Pablo Iglesias, por ejemplo. Creo que eso es lo que hay que hacer y al lector que no entienda la pluralidad prefiero no tenerlo. No quiero hooligans, quiero tener lectores que sean capaces de discernir y que entiendan que alguien dé su opinión aunque no les guste. La única línea que sitúo es el respeto al lector, desde la derecha o la izquierda, desde cualquier planteamiento, pero yo soy partidario de que haya un respeto.
A pesar de las dificultades que se avistan en el horizonte, el economista recuerda que «los seres humanos hemos salido adelante de catástrofes mucho peores que esta».
El presidente de honor de El País reconoce que «ha habido una bajada de calidad de la dirigencia política en todo el mundo» y que esta ha tenido que hacer frente a un «desafío novedoso».