Hay jinetes de luz en la hora oscura
Antonio Olivié | 27 de enero de 2021
La debilidad del Gobierno de Giuseppe Conti, que ha terminado dimitiendo, ha devuelto protagonismo a personajes como Clemente Mastella, símbolo del transfuguismo italiano.
Roma (Italia) | «Si apoyas el Gobierno de Conte, nosotros te vamos a respaldar en tu candidatura a Roma». Esta frase, reflejo de una llamada telefónica que había recibido el líder de un pequeño partido, ha devuelto al primer plano al emisor de la oferta, el símbolo del transfuguismo italiano Clemente Mastella. Un veterano político, capaz de ser ministro con Silvio Berlusconi y con su némesis, Romano Prodi, en aras de la «responsabilidad».
La última crisis del Gobierno italiano, con la dimisión del premier esta semana, ha recuperado lo peor de la política italiana, la compraventa de votos, alentada por una enorme división en el Parlamento. El partido con más diputados y senadores en Italia, 5 Stelle, es hoy un barco sin capitán desde hace un año, que va haciendo agua día tras día. El Grupo Mixto y otras pequeñas formaciones son caladeros de votos al mejor postor, que han permitido mantener el actual Gobierno italiano tras la marcha de los parlamentarios de Matteo Renzi, líder de Italia Viva.
En lo que llevamos de legislatura, que empezó en 2018, han cambiado de partido al menos 147 parlamentarios, sin contar los reajustes que se han producido en estos últimos días de crisis. Solo en 2020 se registraron 57 cambios de grupo. La Fundación Openpolis señala que «la principal víctima de esta dinámica ha sido el Movimiento 5 Stelle, que ha perdido 33 miembros. Pero todas las formaciones políticas han sufrido este año entradas y salidas».
En este entorno, la reaparición de Clemente Mastella, a sus 73 años, ha sido estelar. El que le hayan encargado la búsqueda de alianzas para mantener el poder demuestra todas las contradicciones del Ejecutivo. Hay que recordar que el ex primer ministro italiano Giuseppe Conte ha sido apoyado especialmente por 5 Stelle, el partido que venía a acabar con la casta, con personajes que representaban la vieja política.
La biografía de Clemente Mastella es apasionante. Formado en la Democracia Cristiana, ha fundado diversos partidos en su dilatada carrera. Empezó por el Centro Cristiano Democrático, para crear después Cristianos Demócratas por la República. Años más tarde, daría origen a la Unión Democrática por la República (UDR), que se convertiría en el UDEUR. Tras esa etapa, estuvo en el germen de los Populares por el Sur, con el que se presentó como cabeza de lista a las regionales en Campania en 2015. Una apuesta en la que no obtuvo éxito, por lo que al año siguiente se presentó a alcalde de Benevento. En este municipio de Campania sí consiguió el bastón de mando, respaldado por Forza Italia, partido de Berlusconi que abandonó hace un año para apoyar al candidato de la izquierda en las regionales.
Mastella es el mejor salvavidas de los vencedores. Siempre dispuesto a socorrer al vencedor, con todos los privilegios que lleva consigo. Cuando hay que buscar un aliado para reforzar un Gobierno, sea de izquierda o derecha, ahí está Mastella. Es el hombre justo para aglutinar a algunos descontentos de un lado y de otro, con quienes apuntalar un liderazgo. Si para ello hay que romper los lazos con algunas formaciones, dividir corrientes y partidos, siempre lo hace con «sentido de responsabilidad». Y lo justifica así: «A la hora de la verdad, quien está contra las subdivisiones quiere subdividir solo para sí mismo y no quiere que otros lo molesten».
Su habilidad para saltar de un partido a otro lo ha convertido en un símbolo nacional. Se habla de «las tropas de Mastella» para referirse a los grupos dispuestos a cambiar de bando en cualquier circunstancia. El «simpático Clemente», como lo denomina uno de sus críticos, reconoce su papel: «Soy un clásico. En todo italiano hay un poco de Mastella. Soy el Alberto Sordi de la democracia».
Para justificar una trayectoria tan sinuosa, Clemente Mastella publicó hasta un libro en primera persona, No seré Clemente, en el que se defendía de las críticas contra él y contra su mujer, Sandra Lonardo, compañera de aventuras políticas. Una de ellas es la del caso Why not?, dirigido por el juez Luigi De Magistris, en el que se le consideró «sospechoso» de formar parte de una red de corrupción para obtener fondos de la Unión Europea. La falta de pruebas llevaría a que finalmente fuera excluido de la investigación.
Frente a los bandazos ideológicos a lo largo de su carrera, está la fidelidad al territorio. La capacidad de gestión de Mastella no solo lo ha beneficiado personalmente, también ha servido para mejorar la ciudad en la que hoy es alcalde, Benevento. Por eso, es normal que en este municipio, capital de la provincia del mismo nombre en Campania, Mastella sea un ciudadano ejemplar. Es el hombre capaz de hacer girar el bombo oportuno para que el número de la suerte siempre toque en casa.
El problema para el ex primer ministro Giuseppe Conte es la debilidad de estas alianzas. De los parlamentarios que sea capaz de reclutar entre las «tropas de Mastella» en los próximos días dependerá si logra su tercer gobierno consecutivo. Si no, todo apunta a un gobierno de unidad nacional o, como última posibilidad, acudir a las urnas.
La realidad es que en Italia los problemas se arreglan con pactos… y con tránsfugas. Sus ciudadanos siempre han demostrado habilidad para alcanzar acuerdos.
El referéndum para reducir el número de diputados supone otro factor de incertidumbre e inestabilidad para la política italiana y para partidos como el Movimiento 5 Stelle.