Hay jinetes de luz en la hora oscura
David Vicente Casado | 05 de abril de 2021
La viuda de Gregorio Ordóñez y presidenta de su fundación asegura que «ese disparo interrumpió el cambio y la transformación que con Gregorio se estaba llevando a cabo en el País Vasco».
El 23 de enero de 1995, ETA asesinaba a Gregorio Ordóñez, diputado del PP en el Parlamento Vasco y teniente de alcalde del Ayuntamiento de San Sebastián. Cuando la banda terrorista utilizaba las calles para destruir la paz social, Gregorio Ordóñez utilizaba la política para romper con el miedo y el silencio que inundaba el País Vasco. Ni siquiera las balas que dejaban en su taquilla del ayuntamiento lo intimidaron.
Gregorio Ordóñez era un político que abogaba siempre por el consenso. Su capacidad de llegar a pactos llevó a San Sebastián a tener, por primera vez, un alcalde no nacionalista. Un hombre comprometido con su ciudad. La capital donostiarra que hoy conocemos es el San Sebastián por el que trabajó Gregorio y que, por desgracia, no llegó a conocer. ETA, mediante un disparó, silenció una voz importantísima en la defensa de la libertad. Lo que no silenciarán es el legado político que dejó en la sociedad vasca y que la fundación que lleva su nombre transmite en su exposición. Ante la pregunta de si ETA está derrotada, su mujer, Ana Iríbar, lo tiene claro: «Podremos hablar de derrota el día en que el discurso político de ETA no tenga espacio público».
Pregunta: Se han cumplido 26 años del fallecimiento de Gregorio Ordóñez… ¿Qué recuerda de ese día?
Respuesta: Se trata del peor día de mi biografía y de la de mi familia. Recuerdo una primera llamada de teléfono de nuestro amigo Eugenio Damboriena, diciéndome: «No pongas la televisión, ni la radio. Vamos a tu casa». Recuerdo ver en la puerta de mi casa, unos minutos después, a María San Gil y a Eugenio con los rostros desencajados. Yo creo que no se atrevían ni a sostenerme la mirada.
En ese momento, sentí un horror tremendo, porque entiendo que no hacían falta las palabras para decirme que habían asesinado a Gregorio, algo que por desgracia estaba en el ambiente desde hacía meses. Fue, por desgracia, una muerte anunciada. Recuerdo ese día con un terrible dolor, un día lleno de incomprensión y negación de lo que acababa de suceder. Recuerdo la llegada al ayuntamiento y los gritos de la gente aplaudiendo y gritando el nombre de Gregorio Ordóñez al paso de su féretro. Ahí, en esa llegada al consistorio, fue cuando me di cuenta de que es verdad lo que está pasando.
Una de las imágenes que más recuerdo es la de Antonio Beguiristáin, en la capilla ardiente, rezando un Padre Nuestro para romper con ese dolor que no sabía ya ni cómo manifestarse y poner un poco de paz entre tanto desgarro.
Gregorio Ordóñez, con 24 años, en 1982, decide afiliarse a Alianza Popular y encabezar su lista en las elecciones municipales del año siguiente porque nadie se atrevía
Pregunta: ¿Por qué se decidió crear la Fundación Gregorio Ordóñez?
Respuesta: Quien tiene la iniciativa de crear la asociación son los compañeros de partido de Gregorio Ordóñez. A las horas de suceder el asesinato, Eugenio Damboriena me asegura que «esta pérdida no va a quedar en el olvido». Yo en esos momentos no estaba para pensar en nada que no fuera lo que acababa de suceder. Sí me quedo con esa idea, y ahora que recuerdo, creo que no he contado nunca que en el entierro de mi marido, cuando su féretro desaparece de nuestra vista y la tapa cubre en el cementerio su panteón, me pregunté a mí misma: «¿Así acaba todo?», «no puede ser este el final», pensé, y recordé aquello que me dijo Eugenio. Decidimos poner en marcha esta fundación, una fundación abierta a mucha gente, pero especialmente conformada por la gente que en ese momento estaba en el Partido Popular, aquellos que estaban muy cerca de Gregorio, amigos, familia… Decidimos que aquello que había conseguido Gregorio en vida y por lo que había luchado no quedara en el olvido, sobre todo pensando en las nuevas generaciones.
P.: Gregorio se inició en política porque quería ayudar a los ciudadanos de San Sebastián y lo hace cuando ETA mata impunemente… ¿Cómo se convive siendo foco del terrorismo?
R.: Es lo que hace excepcional a Gregorio Ordóñez y a muchos otros como él. Gregorio Ordóñez, con 24 años, en 1982, decide afiliarse a Alianza Popular, y decide encabezar su lista en las elecciones municipales del año siguiente, porque nadie se atrevía a hacerlo. En ese momento, se dice a sí mismo: «Yo voy a sacar esto adelante, a pesar del riesgo que sé que entraña para mí y para mi familia».
Vivía bajo esa amenaza, a veces velada o a veces directa, ya que a Gregorio Ordóñez le dejaban una bala en el casillero del Ayuntamiento de San Sebastián. El propio diario Egin tuvo tres editoriales muy duros en los que mencionaba a mi marido. Gregorio Ordóñez habló, incluso, de este asunto con Juan María Atutxa, que en ese momento era el consejero de Interior, pero le dice que no tiene de qué preocuparse. A pesar de todo, Gregorio vive todo esto con normalidad y decide que no va a esconderse, no va a callarse y no va a cambiar sus hábitos de vida. Eso convierte a Gregorio Ordóñez en alguien heroico. Mi marido fue un motor transformador de su sociedad y, de hecho, consiguió lo que ya no se ha vuelto a conseguir nunca más: que el PP fuera la fuerza política más votada en San Sebastián en 1995. Si ETA lo asesina es porque quiere evitar ese cambio en la sociedad vasca. Su asesinato implicó un cambio importantísimo en la historia social, política y cultural del País Vasco. ETA sabía a muy bien a quién asesinaba y para qué lo asesinaba.
A Gregorio Ordóñez le dejaban una bala en el casillero del Ayuntamiento de San Sebastián. A mí jamás me lo contó y me enteré cuando organicé la exposición
P.: Precisamente, uno de los objetos personales que han querido destacar en la exposición es una de las muchas balas que Gregorio recibía en su casillero del Ayuntamiento de San Sebastián. ¿Qué le decía su marido cuando le contaba lo ocurrido?
R.: A mí Gregorio jamás me contaba estas cosas. No quería trasladar a su mujer ese miedo que él había podido superar.
P.: ¿Cómo se enteró usted, entonces?
De esta bala yo me he enterado cuando decidí organizar esta exposición y contacté con gente de la prensa, de la política, de la cultura de aquella época. Concretamente, el periodista Íñigo Urrutia me llamó para decirme que él conservaba una de las balas, porque un día ellos entraron juntos en el ayuntamiento y, al abrir Gregorio su casillero, se encontró con la bala y le dijo a Íñigo: «Toma, esta para ti, de recuerdo, que yo ya tengo muchas». Así me enteré yo de esta amenaza que sufrió mi marido.
P.: Gregorio destacaba por su capacidad negociadora, gracias a él se consiguió, por ejemplo, que San Sebastián tuviera un alcalde no nacionalista… Vista la capacidad de diálogo que había en tiempos mucho más complicados que los de ahora, ¿cómo valora el clima de tensión constante que se vive en la política?
R.: El clima de tensión y violencia verbal constante que se vive hoy en la política responde, sencillamente, a que nuestros partidos políticos no están haciendo política. Bien porque no saben hacerla, o bien porque no les interesa. Consideran que para que sus formaciones políticas sobrevivan es así como tienen que manejarse en la vida pública y, desde luego, lo que queda muy claro es que a muy pocos de ellos les preocupa el bien común.
P.: Como víctima de terrorismo, ¿qué le parece que Bildu sea uno de los socios preferentes del Gobierno?
R.: La sola existencia de un partido que defiende los planteamientos políticos de ETA, su sola presencia me parece cuanto menos increíble en un Estado democrático, aunque ellos dirán que no lo es. Desde luego, que además formen parte de cualquier Gobierno, me da igual municipal, autonómico o central, me parece una irresponsabilidad por parte de quienes pactan con ellos.
A mí el acercamiento de presos no me quita el sueño, a mí lo que me quita el sueño es que quienes han sido condenados por atentados terroristas cumplan la condena que les ha sido impuesta
P.: Hace unos días, conocíamos que el Ministerio del Interior acercó al etarra Txapote, que acabó con la vida de su hermano. Como víctima del terrorismo, ¿cómo recibe cada acercamiento de presos que se produce?
R.: A mí el acercamiento de presos no me quita el sueño, a mí lo que me quita el sueño es que quienes han sido condenados por atentados terroristas cumplan la condena que les ha sido impuesta. No me preocupa tanto que la estén cumpliendo en Cádiz, en Madrid, etc.
P.: ¿Hemos derrotado a ETA?
R.: Podremos hablar de derrota el día en que el discurso político de ETA no tenga espacio público, cuando no quede ni un solo terrorista en libertad porque no haya pasado por un juicio y por la condena que le sea o no impuesta. Cuando no haya una sola familia en este país que no haya tenido un juicio por el atentado por un familiar. Hay más de 300 asesinatos de ETA sin resolver. Hasta entonces, no podremos hablar de derrota.
P.: Ana, ¿se han sentido abandonadas las víctimas?
R.: Abandonadas se han sentido las familias de guardias civiles, policías nacionales, militares asesinados tan jóvenes, dejando familias huérfanas, esas viudas o esas madres que tenían que dejar el País Vasco y volver a sus pueblos de origen sin una consideración pública, sin una pensión y sin un apoyo institucional. Quizás, hasta el atentado de Gregorio Ordóñez, esas más de 400 víctimas mortales que ya había provocado ETA en 1995 sí se sintieron abandonadas. Un abandono social, porque nadie las quería, y un abandono terrorífico una vez que se convierten en víctimas del terrorismo, porque ni las instituciones ni la Justicia se preocuparon de que tuvieran una pensión digna, hasta el nacimiento de la AVT, porque el Estado hacía muy poco por ellas y por la sociedad.
Es terrible escuchar a algunos adolescentes y universitarios referirse al terrorismo. Hemos cometido una gran irresponsabilidad cuando no hemos sabido educar en valores y contar con toda su crudeza lo que ha sido ETA en la sociedad
P.: ¿Qué se le pasa por el cuerpo cuando las nuevas generaciones, que son aquellas destinadas a escribir el futuro de nuestro país, no conocen nombres como el de Miguel Ángel Blanco o el de Gregorio Ordóñez?
R.: Se me pasan por la cabeza dos cosas: la primera, que hemos perdido, una vez más, una oportunidad importantísima, y la segunda, me parece que es la muestra de una gran irresponsabilidad. Cuando escuché una entrevista en Radio Vitoria a estudiantes a los que se les preguntaba por ETA y por las víctimas, me dejó impresionada escuchar a estos críos decir que, sin decir ETA porque parecía que les daba miedo, el terrorismo era un tema tabú y hablaban de bandos. Es terrible escuchar a adolescentes y universitarios referirse al tema. Hemos cometido una gran irresponsabilidad cuando no hemos sabido educar en valores y contar con toda su crudeza lo que ha sido ETA en la sociedad. Lo que me parece terrible es que estas nuevas generaciones hoy no sepan lo que es ETA, ni quienes han dado su vida por defender la libertad, y la democracia en este país y el mensaje que les ha llegado ha sido confuso.
P.: ¿Cómo le explicaría a esas nuevas generaciones quién fue Gregorio Ordóñez?
R.: Les diría que fue hombre que siendo muy joven, como pueden ser ellos, tomo una decisión importante, decidió romper el miedo y lo hizo desde el ejemplo. Él dio un paso en política, no pensando en él, lo hizo pensando en el bien común. Había que romper con ese miedo y ese silencio que inundaba el País Vasco.
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