Hay jinetes de luz en la hora oscura
Pilar Jansa | 02 de julio de 2019
La vocación docente necesita una regeneración social y moral para atender las necesidades de los alumnos y sus familias y formarse con rigor.
Para saltar al ruedo de la educación es condición necesaria tener vocación. Consiste en dominar la técnica, disponer de arrojo y tener arte. Una vez definida la vocación -vocativo -ōnis-, ‘acción de llamar’, analicemos la vertiente profesional del docente de hoy en el primer mundo. Veamos.
Necesitamos del vínculo con el alumno que desde una relación de confianza y respeto canalice el afecto, el deseo de conocer y el afán de superación. Admiración mutua y cariño son los ingredientes.
Si la comunicación ha cambiado en los últimos treinta años, la educación, que es comunicación, también lo ha hecho. Cerrada la era Gutenberg, corresponde a otros estar en nuestras aulas.
Las aulas de hoy son heterogéneas. Alumnos con distintos ritmos de aprendizaje exigen múltiples estrategias: necesidades educativas especiales, inmigración, altas capacidades, particularidades muy estudiadas que se atienden con medidas ordinarias. Estos son elementos comunes en la mayoría de las aulas. Ante este escenario y con el nuevo paradigma de comunicación, las metodologías activas han venido para quedarse. El alumno aprende haciendo y la sociedad hace; es necesario también pensar. El alumno comparte, piensa, experimenta, crea y aprende.
Para que todo esto se produzca, el docente ha de formarse con rigor. Conocer el entorno educativo, el de otros países, compartir experiencias, saber sobre las leyes vigentes y formase de continuo.
¿Se ha preguntado -si es el caso- por qué quiere ser docente? Si contesta que quiere dotar a sus alumnos de herramientas, conocimientos y saberes, habilidades y formación personal para que sean personas válidas y valiosas con autoliderazgo que transformen y mejoren este maravilloso e imperfecto planeta, siga leyendo, por favor.
Si los alumnos son variados, las familias lo son aún más. Enfoquemos para comprender y acompañar en la educación de sus hijos a aquellas que tienen una clara hoja de ruta en su formación; acoger a quienes presentan dificultades y también trabajar para aquellos entre cuyas prioridades no están nuestros alumnos.
El docente ya no está solo. Pertenece a una comunidad de aprendizaje que ha de evidenciar las buenas prácticas, generar un conocimiento compartido que mejorará los resultados. Participar en equipos de trabajo, disponer de una visión y experiencia internacional, conocer modelos de éxito y de fracaso y estar atento a los cambios.
Abrir las puertas del aula a propios y a ajenos es ya una práctica que mejora la docencia. Recibir informes de la acción docente para afianzar fortalezas y mejorar cada curso es una oportunidad. En definitiva, seguir aprendiendo, como en muchas otras profesiones.
A día de hoy, casi el 20% de los alumnos de Educación Secundaria Obligatoria no finaliza sus estudios y la mayoría de ellos son varones
Los buenos equipos docentes de hoy trabajan de manera colaborativa, transmiten la misión y la visión, implementan, arriesgan, evalúan y mejoran. En definitiva, lideran el proyecto y crean comunidad educativa.
La educación siempre ha tenido problemas. Aunque conozcamos modelos exitosos en otros países, no siempre son trasladables. No hagamos dramas y pongámonos a trabajar tras una reflexión enriquecida. En 1900, según las estadísticas, en España el porcentaje de analfabetos era del 64%. A día de hoy, casi el 20% de los alumnos de Educación Secundaria Obligatoria no finaliza sus estudios y la mayoría de ellos son varones. Las leyes de educación son débiles, fragmentadas, se distancian de una sociedad que avanza y que demanda una clara definición del aprendizaje y cualificación. Hay profesiones que se disuelven y otras que emergen.
Necesitamos una regeneración social y moral. ¿Estamos atentos? ¿Desarrollamos el pensamiento crítico? ¿Elevamos la mirada para poner a nuestros alumnos en el saber, la ciencia, la transformación, el respeto al ser humano, en la ética? ¿Nos elevamos o generamos analfabetos funcionales? Reflexionemos y actuemos.
Si usted está dispuesto a formarse con rigor y de manera continua, a aprender su materia que se imbricará con otras, a atender a sus alumnos en su diversidad, a mirarlos a los ojos y tocar su corazón, a acompañar a las familias sin juzgar, a conocer el campo de la educación internacional, a dignificar su profesión con su compromiso y desempeño demostrable, a ser acompañado por mentores, a abrir su aula, a reportar a su equipo directivo, a transmitir valores que trasciendan a la persona, es usted, sin duda, un docente.
Sepa que ha de arrimarse al toro, pasar miedo, sufrir cogidas, caer en la arena, levantarse y llegar a los medios. En algunas ocasiones, saldrá por la puerta grande.
De la OCDE, el Informe Pisa, Finlandia, la sociedad de la abundancia, los sistemas educativos del mundo, la tasa de no titulados en las comunidades autónomas, la financiación de la educación, la enseñanza a pública, concertada y privada, el bilingüismo y el sueldo, ya hablamos otro día.
Mucho por hacer.
Los gestos y las palabras de los padres pueden alterar el desarrollo social, afectivo y emocional de los hijos.