Hay jinetes de luz en la hora oscura
Javier Morillas | 11 de enero de 2021
El Gobierno aprueba leyes que parecen minar la Constitución en un momento crítico, un texto que es fundamento básico del nivel de progreso en libertad alcanzado durante estas ya más de cuatro largas décadas.
La economía española corre el riesgo de enfrentar una década perdida. En el contexto internacional, la exposición a ciertos mercados emergentes y sus bonos de alta rentabilidad, comparados con los europeos, puede producir sorpresas entre los inversores. Con riesgo de desacoplamiento en el precio de los activos con la economía real, debido al poder desplegado por los bancos centrales, con sus generosas y predecibles inyecciones de liquidez que condicionan a los inversores al creer que tales activos suben con independencia de sus fundamentos. Lo cual invita a su vez a la toma de riesgos excesivos en toda una gama de activos aparentemente en constante expansión por estar bajo el paraguas de seguridad de las compras del banco central.
En el interior el deterioro del crédito es preocupante y el incremento de la morosidad amenaza una recuperación más rápida, lo que puede llevar a un mayor número de quiebras, incluso de empresas viables en circunstancias normales. En la medida que las ineficiencias de oferta y demanda, resultarán agravadas por las cicatrices que deje la actual pandemia, concretadas en un menor crecimiento potencial futuro. Con impacto en el empleo y la consiguiente mayor inseguridad económica de las familias, que frenará la demanda y el consumo.
Y en el aspecto político tampoco ayudan el buen número de leyes impulsadas desde el Gobierno, pendientes o en trámite parlamentario que, junto a los Presupuestos de perspectiva trienal, encierran aspectos preocupantes que amenazan con minar principios básicos de la Constitución, en el marco perverso de las alianzas parlamentarias que los respaldan. Tales son los referidos a la libertad de enseñanza, la jefatura del Estado, el asalto al poder judicial, o los ataques a la autonomía fiscal de Comunidades Autónomas como Madrid, por reducir o eliminar impuestos; como el de Patrimonio, inexistentes en la Unión Europea. Y hacerlo desde el resentimiento.
Cuando el equilibrio institucional alcanzado en los últimos 42 años es condición sine qua non para el crecimiento y prosperidad de todos. Y cuando siempre en España los incumplimientos constitucionales se han penalizado económica y socialmente, desde la de 1812. Y lo experimentamos dramáticamente -entre otras- al vulnerarse la de 1876, tras 55 años de crecimiento ininterrumpido y convergencia real, recuperando los muchos perdidos del siglo XIX. También al quebrarse la de 1931, con su sangrienta «revolución armada» de 1934 contra la República; la misma que por cierto había cambiado arbitrariamente la bandera de España que no había alterado ni la I República.
Y es que la Constitución cuyo cumpleaños festejamos es fundamento básico del nivel de progreso en libertad alcanzado durante estas ya más de cuatro largas décadas. Y que aprobada en referéndum con un 88,54% de votos positivos en el conjunto de España, recibió en Cataluña una aceptación aun mayor del 90,46%, con sólo un 4,61% de noes; que en Madrid fueron del 80 y 9% respectivamente. Y es un intangible de valor económico incalculable que todos debemos preservar.
Desde la perspectiva demócrata norteamericana recuerdo decir al entonces embajador de Barack Obama, Alan Salomont, que España estaba «obligada a construir un relato acorde a sus méritos». Relato que figura en el «Preliminar» de la Constitución de Cádiz donde «nada dexa que desear al que quiera instruirse…las actas (que) …ofrecen a los españoles exemplos vivos de que nuestros mayores tenían grandeza y elevación de miras, … para no confundir jamás en sus peticiones y reclamaciones los intereses de la Nación… /… La soberanía de la Nación está reconocida y proclamada… Los españoles fueron ya en tiempo de los godos una nación libre e independiente… (luego) en diferentes estados… según las circunstancias en que se hallaron al constituirse reynos separados…y… nuevamente reunidos baxo de una misma Monarquía…».
Sería bueno que alguna entidad, aprovechando el aniversario de nuestra actual Constitución, la reeditara incluyendo el pedagógico e ilustrado texto de 1812. En realidad es el 208 aniversario que nos gustaría estar celebrando. Como Estados Unidos la suya desde 1787, a pesar de aprobarse en un contexto esclavista y padres fundadores que también lo eran. Y con más de 200 años de crecimiento ininterrumpido.
El brutal golpe de la crisis no se solventará en 2021 por mucho que crezca el PIB y se reactive el turismo. Lo más preocupante es la irresponsable deriva populista que ha emprendido el tándem Sánchez-Iglesias.
El Banco de España advierte de la subida del precio de las hipotecas tras la intervención del Gobierno en el mercado de la vivienda.