Hay jinetes de luz en la hora oscura
Joshua P. Hochschild | 09 de agosto de 2020
Tres nuevos libros sobre el pensamiento atestiguan que el viejo aprendizaje siempre se renueva y está disponible para cualquiera que sepa qué buscar. Newstok, Hitz y Jacobs nos recuerdan que todavía podemos elegir cómo cultivar las mentes de los jóvenes.
Hace tiempo, la educación consistía en la formación retórica. Aprender a pensar bien y, de este modo, gestionar los diferentes aspectos de la vida con una inteligencia responsable, suponía fundamentalmente interactuar con un potente fondo de escritos de los que beneficiarse y a los que contribuir. Pero entonces, para abreviar, las cosas se complicaron, la «retórica» fue degradada a un departamento entre muchos, y ese departamento fue finalmente rebautizado como «Estudios de Comunicación». En lo que podría servir como un trágico epílogo a la historia de la educación occidental, el joven Mattie, hijo del personaje principal de Hannah Coulter de Wendell Berry [1], se va a estudiar comunicación y se vuelve incapaz de hablar con sus propios padres. «¿Comunicación de qué?», pregunta el marido de Hannah, Nathan. «Dios sabe de qué», responde Hannah. «Y esa fue toda nuestra conversación sobre ese tema».
No es sorprendente lo que Mattie se perdió en la universidad. Cualquier cosa que se parezca a la educación retórica tradicional es ahora excepcional y generalmente accidental y, mientras algunos de nosotros todavía tratamos de mantener viva una concepción clásica de lo que es una educación humanista, somos conscientes de la necesidad de contar con nuevos recursos retóricos que reflejen lo que es. Tres nuevos libros sobre el pensamiento atestiguan que el viejo aprendizaje siempre se renueva y está disponible para cualquiera que sepa qué buscar.
El libro de How to Think Like Shakespeare aborda directamente la retórica como «el arte del futuro discurso» y se ocupa de las prácticas particulares que cultivan este arte. La transcripción de citas, la memorización, la imitación de estilo, la traducción, la disputa -todos ejercicios educativos básicos que eran comunes hasta hace un par de generaciones- entrenan la imaginación y el intelecto y proporcionan un caudal para el pensamiento. En general, estas prácticas introducen al estudiante en una tradición, no en aras de la reverencia y la conservación, sino como esa «reserva» que constituye la base de un pensamiento nuevo y una acción sensata. Los estudiantes que no han experimentado estas cosas no son liberados sino privados, y dicha privación es una injusticia: se les engaña.
How to Think like Shakespeare
Scott Newstok
Princeton University Press
200 págs.
£16.99 / $19.95
Shakespeare no es tanto el tema como el modelo del libro; el enfoque es el tipo de formación que su generación recibió en la escuela, algo mucho más cercano a la formación retórica romana que a los programas de humanidades y artes liberales en los que Shakespeare se enseña (a veces) hoy en día. El otro modelo es el propio Newstok, que muestra erudición a través de la forma y el modo en que escribe. How To Think Like Shakespeare está repleto de citas (Newstok incluso inventa un nuevo estilo de citación menos molesto), por lo que la obra es casi un cuaderno de anotaciones, una colección de citas dignas, el registro de una vida de amplias lecturas. Las voces que uno espera están aquí, tanto clásicas (Isócrates, Quintiliano, Agustín) como modernas (Cather, Orwell, Angelou), así como un extenso rango de críticos culturales y filósofos (Ellul, Barzun, Veblen, Matthew Crawford, Christopher Alexander), aunque estos ejemplos míos no den idea de su número ni de su alcance. Incluso al dar consejos concretos y prácticos, Newstok muestra un virtuosismo flexible; es un experto artesano que se encuentra como en su casa en el taller de la lengua.
Zena Hitz comienza su libro más contemplativo, Lost in Thought , con una historia profundamente personal sobre la pérdida, para luego redescubrir un sentido de la vocación intelectual. Su tono es amable y alegre, reflejando el franco asombro infantil que supuso para ella dicha vocación, como lo es para muchos, y que cultivó inicialmente, pero que olvidó de alguna manera a lo largo del camino de la carrera académica. Después de apartarse de la vida universitaria y llegar a considerar la vocación religiosa para prestar un servicio humilde, Hitz se dio cuenta de que eso la llevaba de nuevo a la enseñanza (en el Great Books College, colegio de los Grandes Libros de St. John’s, su alma máter): «El trabajo intelectual» puede ser «una forma de servicio amoroso».
Lost in Thought: The Hidden Pleasures of an Intellectual Life
Zena Hitz
Princeton University Press
240 págs.
£18.99 / $22.95
El libro es un testimonio tanto de la vida del espíritu como sobre la vocación a la generosidad. En unos largos capítulos meditativos, Hitz considera los libros como un refugio espiritual, explora la virtud de la studiositas y defiende la utilidad humanizadora de la vida intelectual. A lo largo del camino, habla de la Virgen María como modelo de estudio y reflexiona sobre la relación entre la contemplación y la ambición en la saga de novelas napolitanas de Elena Ferrante. La humildad y el amor por el aprendizaje brillan: el libro de Hitz es una obra tanto del corazón como del pensamiento.
El libro de Alan Jacobs Breaking Bread with the Dead se ocupa del desafío y del beneficio personal de conectar con autores alejados de nuestra propia experiencia. Ofrece consejos prácticos sobre cómo resistir al «presentismo». Basándose en frases de una novela de Thomas Pynchon, articula el valor de expandir el «ancho de banda temporal» de uno para aumentar la «densidad personal». A través de una combinación de ejemplos y exposición teórica, Jacobs argumenta que, al relacionarnos responsablemente con autores ya desaparecidos, permitimos que sus voces nos enseñen: leer es «dar voz a los muertos con la sangre de nuestra atención» [2].
Breaking Bread with the Dead
Alan Jacobs
Penguin Random House
192 págs.
$25.00
Jacobs no es un recién llegado a la contemplación. En The Pleasures of Reading in an Age of Distraction (2011), Jacobs defendió la lectura sin plan ni propósito, realizada por gusto y de forma casual. En How to Think: A Survival Guide for a World at Odds (2017), adoptó una voz más práctica y didáctica, combinando aclaraciones conceptuales con algunas reglas sobre cómo utilizar la lectura para contrarrestar las tentaciones modernas y los sesgos cognitivos. En este último libro, Jacobs es a la vez más literario y más crítico. Aunque se mantiene alejado de las batallas ideológicas particulares, Jacobs es especialmente consciente del desafío de los textos que no coinciden con nuestros prejuicios: no necesitamos demonizarlos, ni renunciar a nuestras convicciones, sino que simplemente debemos trabajar para buscar la comunidad con los pensadores del pasado. Nuestra «densidad personal» es una cuestión de experimentar la pertenencia compartida, a través del tiempo y el lugar, con otras partes de la humanidad.
Allí donde Newstok es un apasionado entusiasta de la erudición, Hitz es una guía tranquilizadora y amable y Jacobs, un crítico desafiante y sintético. Los tres se complementan entre sí, y los tres se muestran como profesores entregados. Aunque su vocación está en la academia, no escriben para y por los académicos. Su audiencia son los lectores, incluyendo lo que Hitz llama «el intelectual de todos los días»: «el humilde ratón de biblioteca, el naturalista aficionado, el taxista contemplativo». Newstok, Hitz y Jacobs son las excepciones que prueban la regla: hoy en día, una auténtica vida intelectual parece más natural en el flâneur que en el erudito profesional.
Aquellas guerras por el canon literario, el anterior sello de la apologética de las humanidades, ahora parecen anticuadas y constituyeron siempre una distracción. El sentido de la vida intelectual no es establecer una lista universal de lecturas, sino ejercitar de modo permanente un afinado sentido crítico. Aun así, uno podría aprender algo sobre lo mejor de la vida intelectual americana contemporánea notando algunas de las piedras de toque compartidas entre estos tres libros: Séneca, Augustine, Simone Weil, W. E. B. Du Bois, Auden, Zadie Smith, Wendell Berry. Existe «diversidad» aquí, pero es exigente, representando una verdadera philosophia perennis literaria.
No es sorprendente que los tres autores aborden la pregunta central para cualquier verdadero intelectual: ¿Qué significa ser humano? Newstok nos ayuda a ver que la actividad distintiva del pensamiento humano es inseparable de nuestra naturaleza encarnada. Hitz señala: «La vida intelectual es una fuente de dignidad humana exactamente porque es algo más allá de la política y la vida social». Resumiendo su visión de lo que debemos buscar en la literatura, Jacobs cita un pasaje de Terencio (también tatuado en el brazo del novelista Leslie Jamison): Homo sum, humani nihil a me alienum puto («Soy humano, y nada humano me es ajeno»). Tanto si nos centramos en las herramientas de formación, como si lo hacemos en un corazón para el servicio o en aprender de nuestros vecinos asincrónicos, la vida intelectual es, irónicamente, un tipo particular de práctica política, un arte de pertenencia.
Muchos profesores podrán encontrar en estos volúmenes inspiración para la lectura personal, incluso como una actualización para su plan de estudios. Sin embargo, no aconsejaría estos libros a estudiantes universitarios, aunque puedo imaginar cada uno de ellos como una prueba de su carácter en el futuro. Espero enseñar de tal manera que, veinte años después de la graduación, mis alumnos puedan apreciar la finura y elocuencia de estos autores, que resuenen en ellos su amor por el aprendizaje y los animen a seguir leyendo y pensando.
Los tres libros, como testimonio de una vida intelectual fructífera, nos recuerdan que todavía podemos elegir cómo cultivar las mentes de los jóvenes. Podemos educar a los estudiantes para prepararlos para carreras específicas, como la alienada Mattie Coulter, ininteligible para todos, incluyendo a sus propios padres. O podemos educarlos de una manera que nos haga a todos, a pesar de las convulsiones de la cultura, la economía y la política, más inteligibles para los demás y para nosotros mismos. Hoy en día, como en la polis griega o la villa romana, la compañía de lectores sigue siendo la más democrática y la más privilegiada de las pertenencias.
1.- N de la t. Hannah Coulter no ha sido traducido aún al español. Wendell Berry es un filósofo, novelista y poeta estadounidense nacido en Kentucky, en el seno de una familia de agricultores. Ha sido profesor en diversas universidades de EE.UU. y desde los 60 reside en Kentucky como granjero y escritor. Es una prominente figura estadounidense que defiende las responsabilidades del ser humano para con la tierra y la vuelta a comunidades rurales (en cierto modo, ruralismo, agrarismo, etc.). En español, la editorial Nuevo Inicio ha publicado varios títulos suyos, así como Errata Naturae.
2.- Esta conclusión de Alan Jacobs recuerda, entre otros, al conocido soneto de Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645):
Retirado en la paz de estos desiertos,
con pocos, pero doctos libros juntos,
vivo en conversación con los difuntos,
y escucho con mis ojos a los muertos.
Si no siempre entendidos, siempre abiertos,
o enmiendan, o fecundan mis asuntos;
y en músicos callados contrapuntos
al sueño de la vida hablan despiertos.
Las grandes almas que la muerte ausenta,
de injurias de los años vengadora,
libra, ¡oh gran don Joseph!, docta la imprenta.
En fuga irrevocable huye la hora;
pero aquélla el mejor cálculo cuenta,
que en la lección y estudios nos mejora.
Nueva incursión de Markus Gabriel contra el cientificismo, una novela histórica sobre el Holocausto y nuestro listado de novedades editoriales.
Creo que llega un momento en la vida en que uno hace una elección inconsciente entre animales y plantas. Escojan las especies adecuadas a su personalidad.