Hay jinetes de luz en la hora oscura
Bieito Rubido | 04 de febrero de 2021
Falsear la realidad de la manera que se está haciendo en España en el momento actual solo evidencia la debilidad de la clase política que nos gobierna.
La causa principal de las numerosas noches de insomnio que dice sufrir Sánchez en su interinidad en el colchón de la Moncloa debería ser –además de la covid y Cataluña— la economía. Créame el amable lector que ya me gustaría decir lo contrario. Vamos camino de seis millones de parados reales. En un año se han destruido más de cien mil empresas. Lideramos el paro juvenil de Europa y somos los campeones en gasto público. Con semejantes datos, hay que reconocer que el pulso económico de España se acerca más a la agonía que a una salud con vitalidad creciente. Somos el país de la UE cuyas empresas han recibido menos ayudas desde el Estado. No se ha hecho nada en esa dirección. Quédese con este dato: en Australia, con apenas casos de covid, se destinó a ayudar a las empresas nada menos que el 23 por ciento del PIB de aquel país admirable. En España, por el contrario, estamos en la cola, pues tan solo empleó el 2 por ciento en esa misma dirección.
Son muchos los expertos, incluidos el FMI y el BCE, que le han dicho al Gobierno de España que debe dar ayudas directas a esos pequeños y medianos empresarios que están atravesando el desierto de esta pandemia sin una mano que los apoye. Al contrario, los plazos de Hacienda y de la Seguridad Social han caído sobre esas economías endebles, debilitándolas más. La primera «noticia falsa» de esta crisis fue aquella inicial rueda de prensa de marzo del año pasado, en la que Sánchez anunció la movilización de 200.000 millones de euros para ayudar a la economía real del país. Mentira.
Algún día, a Sánchez le escribirán sus colaboradores algo así como «El elogio de la mentira». Será su epitafio político. En realidad, falsear la realidad de la manera que se está haciendo en España en el momento actual solo evidencia la debilidad de la clase política que nos gobierna. Los datos de nuestra economía real ya no admiten más interpretaciones torticeras: España va mal.
Estar al frente de la gestión pública de una pandemia que se ha llevado por delante a casi cien mil personas exige un rigor y una responsabilidad que Fernando Simón ha evidenciado no tener.
Siento el mayor de los respetos hacia las víctimas mortales de la covid y sus familias, pero no debemos convertir a la hostelería en el mayor de los sacrificados.