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Crítica de Televisión

Maduro en “Salvados”: menos calculador de lo que se piensa y con una débil argumentación

Ignacio Pou | 23 de noviembre de 2017

Crítica de Televisión

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La división en dos partes de la entrevista de Jordi Évole a Nicolás Maduro, seguramente impuesta por las necesidades de la parrilla televisiva, ha privado a los espectadores del placer de disfrutar de una conversación mejor planificada y ejecutada de lo que pareció en un principio.

Si la semana pasada, tras ver la primera parte del encuentro, concluíamos que no eran estos ni la ocasión ni el periodista que nos iban a ofrecer una entrevista emocionante, lo cierto es que el segundo «tiempo» de Salvados obliga a desdecir en parte el análisis entonces realizado.

Évole dedicó los primeros 45 minutos de la entrevista en Salvados a un encuentro relativamente amable. Una muestra de fino uso de la ironía, pero dando pie a su interlocutor a respuestas cómodas, dejando pasar la oportunidad de abordar en profundidad algunas de las áreas críticas, como la corrupción y la pobreza. Solo en algunas ocasiones le hizo ver al presidente venezolano las contradicciones entre unas y otras respuestas. Por lo demás, se mantuvo alejado de los intentos de Maduro de desacreditarlo con provocaciones.

#MásMaduro | Maduro es “de izquierdas y católico”. ¿Qué opina del matrimonio homosexual y el aborto? pic.twitter.com/vIhc6B0LHM

— Salvados (@salvadostv) November 19, 2017

A continuación, coincidiendo con la segunda mitad de la conversación, el entrevistador subió las vueltas de forma repentina. Se aferró a algunos de los bloques con una tozudez que no vimos la semana anterior. Hurgó con ahínco en el «autogolpe» del Ejecutivo venezolano tras perder el Parlamento en las elecciones y criticó la dinámica habitual del presidente, consistente en insultar al resto de países para acreditarse ante su pueblo. Insistió también en el hecho de que, mientras hace esto último, mantiene abiertos negocios millonarios con gobiernos como el de España (hasta el punto de obligar a Maduro a desdecirse en pocos segundos).

Hay preguntas que, incluso si las formula Jordi Évole con una sonrisa casi infantil, llevan la conversación a terrenos delicados: ¿se puede insultar al imperialismo mientras se hacen negocios con él? ¿A qué hora es el programa del líder de la oposición en la televisión pública? ¿Aquí no hay quien viva?, eso me lo han dicho muchos venezolanos… ¿Cómo le sienta que le digan que usted no es Chávez?

Un Jordi Évole poco ambicioso cumplió con su entrevista a Nicolás Maduro en “Salvados”

«¿Pero usted qué quería, una entrevista complaciente?», bromeó alegremente el periodista, como si no supiera de la importancia de esa conversación para su interlocutor de cara al mundo y a los propios venezolanos.

Es cierto que, ya al final de la entrevista en Salvados, aprovechó para poner sobre la mesa dos de las políticas que la agenda internacional no ha logrado inocular todavía en varios de los países iberoamericanos, como son el «matrimonio igualitario» y la despenalización del aborto, cuestiones ambas de las que Maduro quiso huir pero que finalmente (sin mucho entusiasmo) acabó afirmando como convicciones propias.

#MásMaduro | ¿Reconoce #Venezuela a la República de Catalunya? pic.twitter.com/K2xsROExDv

— Salvados (@salvadostv) November 19, 2017

Mención aparte merecen los planos de las reacciones de Nicolás Maduro a las preguntas más delicadas, como cuando el periodista de Salvados le pidió que se pronunciase sobre la declaración de independencia de Cataluña. Una media sonrisa de varios segundos, seguida de carcajada, comentario jocoso para ganar tiempo y labios apretados. Para luego recular: «Es un asunto interno de España«.

La agilidad del entrevistador para pasar de un tema a otro y su insistencia en obtener respuestas -sorpresiva tras el tono zalamero de la primera parte- hicieron que Nicolás Maduro pareciese hasta cierto punto indefenso ante la retahíla de preguntas. Muchos otros líderes más experimentados en bregar con la prensa libre probablemente hubieran sorteado peligros en los que el presidente venezolano sí cayó. Se las hubieran arreglado para eludir la responsabilidad o la conveniencia de ofrecer una respuesta contundente.

#MásMaduro | Así es la relación de Maduro con Rajoy pic.twitter.com/ETWygsGoox

— Salvados (@salvadostv) November 19, 2017

Era inevitable que muchas de las respuestas, bien por formar parte del argumentario bolivariano, bien por ser Maduro un personaje harto conocido, no fueran realmente sorprendentes. No resulta extraño, por ejemplo, escuchar hablar de la fuerte vinculación entre el régimen venezolano y la posición que, frente a EE.UU., mantiene Rusia, al igual que su aprobación velada del dictador norcoreano (a quien definió simplemente como un «líder»).

No obstante, otras muchas afirmaciones, convicciones y reacciones que dejó para las cámaras el presidente venezolano sí ofrecieron al mundo una visión cercana de un hombre más sencillo y menos calculador de lo que cupiera pensar desde el otro lado del Atlántico. Un presidente con un atrevimiento y un arrojo que, dado lo débil de sus argumentaciones y lo precario de su posición nacional e internacional, esté quizás muy lejos del estereotipo del líder maquiavélico que pudiera atribuírsele.

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