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El periodismo veraz evita que las falsedades de las redes sociales se consideren dogma de fe

Jorge del Corral | 24 de mayo de 2018

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Casos como el de La Manada evidencian que el contenido de las redes sociales se convierte en dogma de fe e incluso en noticia para algunos medios. Frente a esas falsedades, se precisa un periodismo libre. La prensa es decisiva para la salud del sistema democrático.

Después de la política emocional, con la que recogemos ya abundantes cosechas, va a llegar el periodismo emocional, carente de normas y tratamiento de la información en cualquiera de sus formas y variedades. Y, a continuación, la justicia emocional, esa que se aleja de la justicia garantista y tipifica delitos y determina pruebas en redes sociales y manifestaciones convocadas por tan económico y eficaz procedimiento.

Tras las reacciones a la sentencia recurrible del denominado caso La Manada, ese que, entre otras graves consecuencias para víctima y victimarios, ha enfrentado en el patio de monipodio al ministro de Justicia con todo el colectivo de jueces y fiscales y con distintos órganos jurisdiccionales, incluida la presidencia del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), algunos medios de comunicación, siguiendo el válido principio de la explotación del éxito, organizaron su particular consulta para que se manifestaran todas aquellas mujeres que hubiesen sido objeto de agresiones sexuales y violaciones. Entre otros, destacó la cabecera Vozlibre, que enseguida solicitó, en el hashtag #cuéntalo. Naturalmente, a partir de aquí multitud de supuestas mujeres lo usaron y contaron su supuesto caso en esa etiqueta, sin que cupiese capacidad de comprobación ni búsqueda de la verdad. Es la falsa herramienta sociológica en boga que tantos beneficios reporta a algunos, como en este caso a Vozlibre (diario digital de “actualidad money medios celebs deportes”), y que, por el contrario, ha arruinado y llevado a la tumba a reputados institutos de investigación de mercados y de opinión pública que trabajaban con seriedad, rigor, normas y procedimientos homologados.

Los ataques ante la sentencia de La Manada hacen que se resienta la independencia judicial

Y como en muchos medios de comunicación se ha instalado la manipulación y la ausencia de objetividad y veracidad, una televisión privada, sin duda alertada por Vozlibre para conseguir publicidad gratuita a través de un altavoz con más vatios que el suyo, elevó a categoría de noticia, y por tanto verídica y contrastada, todos los casos que se reflejaban en esa plataforma web de internet y que, por su soporte y naturaleza, requerían semanas de verificación y contraste no solo con las supuestas víctimas, sino con la fidelidad de su testimonio. Los decibelios hicieron su trabajo y con el posterior boca a boca rellenaron la ciénaga. Este es un ejemplo de mala práctica periodística, esa que no contrasta, no verifica y no busca la verdad, sino solo la audiencia y el espectáculo, mancillando una palabra que hasta hace poco era garantía de seriedad: noticiario, programa de televisión, radio o cine en el que se dan noticias que para que lo sean han de ser interesantes, relevantes y comprobadas en virtud de elementos que respondan a las preguntas qué, quién, cuándo, dónde, cómo y por qué. Si no tenemos respuesta a alguna de estas seis preguntas, no hay noticia, o esta cojea de manera estrepitosa. Así de simple.

La Justicia como institución represora

Ahora está de moda sumarse a la crítica populista y colectiva con la que se quiere socavar, confundir y degradar el papel sistémico de la Justicia para que –como ha escrito el profesor de Ciencia Política en la Universidad de Santiago de Compostela, ensayista y politólogo Xosé Luís Barreiro Rivas– “en vez de interpretarla como la garantía del inocente y de sus libertades, se entienda como una institución represora, orientada a dar satisfacción a las víctimas y a poner coto a los desmanes que la sociedad no puede evitar, o que incluso llega a promover mediante algaradas y botellones seudoculturales y libertarios –tipo San Fermín- donde el alcohol, la droga y el incivismo se convierten en traicioneras evidencias de modernidad, libertad, laicismo e individualismo”.

Conocimiento y periodismo de calidad para crear ciudadanos críticos ante las “fake news”

En estos tiempos de populismo, en donde las emociones levantan los instintos más primitivos y presiden cualquier actividad social y colectiva cabalgando a lomos de unos instrumentos tecnológicos que no disciernen, es cuando más se necesitan medios de comunicación responsables que elaboren con periodistas buen periodismo y no cuentos de Calleja o soflamas incendiarias o edulcoradas procedentes del marketing y la propaganda en sus versiones más perversas y extremas.

El periodismo garantiza la salud del sistema democrático

Con motivo del Día Mundial de la Libertad de Prensa, celebrado el 3 de mayo, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) difundió un “Manifiesto por un periodismo libre, veraz e independiente” en el que, entre otras cosas, se decía que “la información libre, veraz e independiente se enfrenta ahora al desafío de la multiplicación de las noticias falsas, los bulos y las manipulaciones que, de forma masiva, constante e implacable, inundan las redes sociales y vías de comunicación en las que los ciudadanos se relacionan actualmente con el mundo exterior y con las que conforman sus criterios”, apelaba a las empresas periodísticas, “que tienen la obligación de ser conscientes de que la actividad a la que se dedican no puede ser únicamente un negocio rentable, sino que es una función decisiva para garantizar la salud del sistema democrático”, por lo que “deben asumir en la misma medida su responsabilidad por el decisivo papel social y político que cumplen los medios de comunicación”, a los propios periodistas “que están obligados a garantizar que los ciudadanos reciban una información cierta y no sometida a intereses espurios y desconocidos. Y que deben mantener su actividad en estos términos, de tal forma que la ciudadanía sepa que puede recurrir a las noticias veraces que ellos les ofrecen, frente a la avalancha de falsedades sin autor conocido que las redes sociales albergan” y, finalmente, a la ciudadanía “para que sea consciente de que recibir una información libre de contaminación y de intereses ocultos no solo es un derecho que les asiste como miembros de una comunidad de seres libres e iguales, sino que es la única garantía de que esa condición necesita ser respaldada activamente por todos y cada uno de los miembros de la comunidad. Este es el único camino que garantiza la pervivencia de esa democracia en la que viven”, terminaba el escrito de la APM.

El ‘procés’ fulmina la libertad de prensa al perseguir las ideas y distorsionar la realidad

Si continuamos deslizándonos por este tobogán de sentimientos, falsedades e iniquidad, con supuestos profetas y redentores y sin que la prensa libre cumpla su papel, separe el trigo de la paja, valore, objetive y explique el mundo a sus lectores, oyentes y espectadores, la barbarie y la frustración se instalarán en la sociedad y pronto surgirá un tirano que nos sumirá en el despotismo, destruirá los principios de civilización construidos en los últimos 250 años y acabará con la libertad de prensa. Eso sí, nos entretendrá con redes sociales bien controladas, dosificadas y repletas de emoticonos y otros reduccionismos que también acabarán con el lenguaje y la escritura. Ya queda menos.

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