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Medios

Las mil pantallas de televisión . Formas de ver imágenes con o sin sonido en la era digital

Jorge del Corral | 22 de septiembre de 2017

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Adiós a la imagen de la familia reunida en casa en torno a la figura del televisor. Hoy la televisión es una cuestión individual, que en vez de socializar aísla y, al mismo tiempo, une en la distancia.

Por primera vez en sus 69 años de historia (1948), el premio EMMY de la Academia de la Televisión de EE.UU. al mejor drama de la temporada ha sido para una serie producida por una plataforma online que no se emite por la tradicional pantalla de televisión. The Hand-maid’s Tale, que así se llama y que se ha alzado con ocho galardones, incluido el premio gordo, es una representación ficticia de una sociedad futura en donde los derechos de las mujeres han quedado reducidos a nada. Una distopía que esperemos que no llegue a convertirse en realidad.

La nueva televisión, esa que poco tiene que ver con la que aún define el Diccionario de la Real Academia Española como el “sistema de transmisión de imágenes a distancia, que en la emisora se transforman en ondas electromagnéticas y se recuperan en el aparato receptor”, se ha reivindicado en estos Emmy con las series de plataformas online, dejando atrás a los canales en abierto e incluso a los de cable. Y es que las nuevas formas de ver televisión se han multiplicado exponencialmente entre una sociedad permanentemente conectada a una enorme multiplicidad de aparatos capaces de emitir y recibir imágenes y sonidos, a través de unas tecnologías diferentes a las del mundo analógico y las ondas electromagnéticas: la sociedad de los bit (acrónimo de Binary digt, sistema de numeración binario); la sociedad de internet; la sociedad digital.

La palabra televisión, utilizada por primera vez en 1900 por Constantin Perski en el Congreso Internacional de Electricidad de París, es un híbrido de la voz griega tele (distancia) y la latina visio (visión). Casi sin darnos cuenta, de manera natural, esa televisión que conocimos en España a partir del 18 de octubre de 1956, fecha del nacimiento de TVE, ha ido perdiendo su monopolio jurídico estatal, público y tecnológico hasta dar paso a la realidad actual: televisión pública y televisión privada; televisión hertziana, televisión vía satélite, televisión por cable, televisión por internet; televisión en abierto y gratuita y televisión de pago; televisión en directo o en diferido; televisión cuando yo quiero y lo que yo quiero (en streaming -distribución digital de contenidos multimedia a través de una red de ordenadores, de manera que el usuario utiliza el producto a la vez que se descarga-); imágenes y sonidos, en definitiva, que se ven en todo tipo de pantallas: pequeñas, medianas, grandes y grandísimas, hasta darse la paradoja de que la gran pantalla, referida antes al cine, es ahora más pequeña, y la pequeña pantalla, sinónimo de televisión, es ahora más grande; a través de diversas tecnologías; parados y repanchingados en un sofá o moviéndonos; en tierra, por el aire o bajo el agua. Y esta nueva era televisiva está caracterizada también por una enorme cantidad y diversidad de guiones y ficciones, pensados para consumir en diferentes pantallas, cuando y donde quiera el espectador, y hasta con él como usuario activo que puede determinar el desarrollo del guion, en lo que se denomina serie transmedia interactiva.

Vídeos más cortos en pantallas más pequeñas

smartphonesCada vez utilizamos más nuestros dispositivos móviles para ver vídeos cortos. Son las estrellas en los grupos de Whatsapp, pero la tendencia va más allá.

Lejos ha quedado esa imagen de toda la familia reunida en el salón en torno al televisor analógico o con los vecinos en casa porque era un aparato muy caro y solo al alcance de los más pudientes; lejos esos Teleclub fundados en 1962 por Manuel Fraga Iribarne, ministro de Información y Turismo con Franco, que supusieron toda una revolución social, pues era el lugar en el que los vecinos podían ver gratuitamente la televisión. Se crearon unos seis mil por toda España, tuvieron su propia revista en papel para la Red Nacional de Teleclubs y llegaron a competir en importancia con el ayuntamiento y la parroquia, pues no en vano acercaron al rural patrio el invento más importante del momento, el que les trajo el mayor cambio social que sufrieron los pueblos tras la arribada de la electricidad.

Ahora la televisión es cuestión de uno; un acto individual y libérrimo que en vez de socializar aísla y, al mismo tiempo, une en la distancia. En casa, en cada habitación, hay una conectada a varias tecnologías para que cada miembro vea lo que quiere, cuando quiere y cuanto quiere. Solos ante el display en el domicilio o fuera, hasta el punto de que hoy es frecuente ver parejas o amigos en grupo sentados en un banco o en una terraza, aparentemente sin hacerse caso, chateando cada uno con su pantalla y conectados a las redes sociales o a un servidor que les ofrece lo que en ese momento quieren. Es su nuevo lenguaje, el de hablarse a través de un monitor, en un mundo real o ficticio, aunque estén juntos y tengan el don de la palabra y la sensación del tacto.

Narcos: la serie que mitifica el crimen organizado, la droga y la violencia

narcosNeftlix ha estrenado la tercera temporada completa de la serie que relata las «hazañas» de los traficantes colombianos y la lucha contra ellos por parte de la DEA estadounidense.

Ver una pantalla, así en genérico, es la segunda actividad a la que dedican más tiempo los jóvenes después del sueño. Teniendo en cuenta los fines de semana, las fiestas y las vacaciones, los estudiantes pasan más horas viendo algo en un monitor que en clase. Es el punto de referencia obligado en la organización de la vida familiar de la mayoría de los hogares. Está siempre disponible, ofrece su compañía a todas las horas y sustituye, en la mayoría de los casos y de alguna manera, a la función materna, ya que es refugio en los momentos de frustración, de enfado, de tristeza, de alegría. En la era de la comunicación, todo es bidireccional o multidireccional y nadie en su sano juicio prescinde de imágenes y sonidos para ganarse un sueldo o vender un producto. Lo hacen los grandes conglomerados industriales y el pequeño comercio; el emprendedor, el deportista, el intelectual, el famoso y el famosillo. Muchos son los youtubers y los influencers que dictan la moda, inventan otra realidad y se ganan la vida a golpe de clic. Nos pusieron la alfombra roja de las redes sociales y nos lanzamos a la improvisación, la verborrea, la superabundancia, el postureo, el rebote de los mensajes ocurrentes, el me gusta, los emoticonos,… Hemos sido abducidos por el ecosistema digital de los blog, los Twitter, el Linkedin, los Whatsapp…

YouTube: Se dan a conocer los ingresos del youtuber El Rubius en los últimos tres años https://t.co/VTNbTjc7RW pic.twitter.com/ih5LxWReMi

— AlfaBetaJuega (@AlfaBetaJuega) July 26, 2017

Es cierto que esta revolución de las pantallas ha traído beneficios para el espectador y para la libertad, porque ahora el individuo puede organizarse y no depender de la programación de las cadenas generalistas en abierto y gratuitas. Lejos y en el desván de los recuerdos han quedado también esas revistas, como TeleRadio y TeleProgramas, que vendían ejemplares por millones para que el ciudadano, ávido de la única televisión de entonces, supiese a qué hora exacta ponían tal o cuál serie, tal o cuál película, tal o cuál programa. Desaparecieron de la circulación incapaces de sobrevivir en la era digital, esta en la que la información en papel es cosa del pasado o de héroes, como le ha ocurrido a la crítica de televisión, antes prestigiada como la teatral y la cinematográfica y hoy muerta en combate ante tanta señal, tanto contenido, tantas pantallas y tantas formas de verla. Ahora estamos donde estamos: ¡¡siempre conectados, siempre controlados!!

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