Newsletter

El Debate de hoy

Hay jinetes de luz en la hora oscura

  • Portada
  • Política
  • Internacional
  • Economía
  • Educación
  • Sociedad
  • Familia
  • Cultura
  • Historia
  • Ciencia
  • Tecnología
  • Enfoques
  • El Astrolabio
  • Entrevistas
  • Pódcast
  • Viñetas
  • Especiales
M
Medios

Las grandes empresas tecnológicas evaden impuestos y destruyen valor para los mercados

Jorge del Corral | 07 de marzo de 2018

Medios

¿Qué hemos aprendido de la TV en el año de las pantallas? Twitch, el ‘butanito’ del siglo XXI La televisión con código de barras De Canal+ a MiTele Plus: 30 años de televisión de pago en España El padre José Luis Gago: el artífice principal de COPE. Apuntes de su estancia en Navarra Anotaciones a la prehistoria y orígenes de COPE

El dominio del mercado por parte de las empresas tecnológicas viene acompañado por dos cuestiones preocupantes: por qué no suben los salarios a pesar de que la economía crece y qué hacer para que las multinacionales tributen donde generan beneficios.

Compañías tecnológicas como Amazon, Facebook, Apple, Google o Whatsapp no solo practican la ingeniería financiera a gran escala para aminorar impuestos en los países en los que operan y no ingresar en las arcas públicas de cada uno los correspondientes a los que generan por su actividad y beneficios, sino que además acaban con los negocios adyacentes y los reemplazan por otros que solo producen una pequeña parte de la facturación previa a su llegada. El presidente de Indra, Fernando Abril-Martorell, fue muy claro en su exposición en la Fundación SEPI: “El crecimiento de algunos gigantes tecnológicos como Amazon, Facebook, Apple o Whatsapp se está produciendo a costa de la destrucción de valor para el conjunto de los mercados en los que participan”. A su juicio, la irrupción de estas empresas acaba con negocios adyacentes y los sustituye por otros que apenas originan una pequeña porción de los ingresos anteriores. “Por cada 1.000 millones que suben en Bolsa, se está destruyendo en el resto del mundo un múltiplo de esa cifra”, subrayó, antes de poner como ejemplo la “destrucción de valor” provocada por Amazon entre muchos minoristas porque “el valor no solo se traslada de los retailers a Amazon, sino que, en el conjunto, se destruye”. Es lo que muchos piensan pero no dicen cuando se compra a través de un teléfono móvil: que destruyes el concepto de ciudad romana porque perjudicas al comercio del barrio, dejas de entrar en la tienda de tu vecino y olvidas que si a él le va bien, a ti te irá bien. Una máxima que no fallaba.

Y como muestra del proceso de jíbarización, un botón: la llegada de Whatsapp a la mensajería y la desaparición de un mercado que antes movía cerca de 120.000 millones de dólares y que ahora, según Abril-Martorell, “prácticamente ha desaparecido” y ha quedado sustituido por unas aplicaciones cuyos ingresos apenas son “una fracción” de lo anterior. Ahora “los dólares analógicos se convierten en centavos digitales”.

Eludir impuestos tiene consecuencias nefastas

Esta tendencia a la concentración y al dominio del mercado provocado por las nuevas compañías tecnológicas viene acompañada por otros dos fenómenos preocupantes que han hecho saltar las alarmas entre economistas de todas las escuelas y gobiernos de todos los colores: ¿por qué no suben los salarios en los países avanzados cuando la economía mundial vive un momento de expansión desconocido desde la gran recesión? Y, ¿qué se puede hacer en un mundo globalizado para que las multinacionales de la economía digital tributen donde generan beneficios y consumo? Esto último solo será posible si se une un amplio número de países, que es lo que España, Francia, Alemania, Italia y el Reino Unido propusieron en el seno de la UE, en el G20 y en la OCDE. “Los cinco ministros de Hacienda de los países más grandes de la UE –declaró Cristóbal Montoro en esas fechas- ya hemos hecho una carta apuntando que las tecnológicas y todas las multinacionales paguen impuestos donde están generando actividad y donde están generando beneficios”. El impuesto a este tipo de multinacionales “no se puede hacer únicamente desde un país, sino desde un consorcio dentro de la estrategia BEPS (Base Erosion and Profit Shifting) de la OCDE”, añadió Montoro, quien descartó un impuesto temporal en España para esas empresas, porque “no vamos a tener capacidad de implantarlo y no debemos hacerlo. Hay que hacerlo en un consorcio mucho más amplio de países”.

El oligopolio de los operadores de telefonía . Suben otra vez sus tarifas de forma simultánea

El proyecto BEPS de la OCDE y del G20 para hacer frente a un problema mundial que requiere soluciones globales toma el nombre del término para definir las perversas estrategias de planificación fiscal utilizadas por numerosas multinacionales, principalmente las tecnológicas norteamericanas, para, aprovechando las discrepancias e inconsistencias existentes entre los sistemas fiscales nacionales, cambiar artificiosamente los beneficios a lugares de escasa o nula tributación, donde la empresa en cuestión apenas realiza actividad económica alguna, lo que le permite eludir casi por completo el impuesto de sociedades y estar por encima de la ley. Y con esta práctica ruin no solo son insolidarias con los ciudadanos de los países en los que operan, a los que claramente empobrecen, es que compiten deslealmente con otras empresas nacionales o trasnacionales que sí tributan porque tienen conciencia social y principios éticos, y provocan además lo denunciado por Abril-Martorell: que allí donde se instalan acaban con negocios adyacentes y los sustituyen por otros que apenas generan una pequeña porción de los ingresos anteriores, con consecuencias nefastas para los sistemas nacionales de seguridad social y tributos, y para el adelgazante Estado del bienestar.

La economía crece, los salarios no

Y vayamos ahora a por qué no suben los salarios cuando la economía sube; por qué la relación entre precios y salarios, antaño un paradigma, comienza a resquebrajarse ante el asombro de los académicos que no buscan la competitividad solo a través de la devaluación salarial, que es lo que estamos padeciendo en todos los países desarrollados, y por qué la vieja espiral salarios/inflación se ha quebrado. A juicio del presidente del Bundesbank y quizás próximo presidente del Banco Central Europeo (BCE), Jedns Weidmann, los salarios no suben en la Eurozona “por la presión de la inmigración, que tiende a deprimir los sueldos”. Y a esta explicación hay que añadir la reciente investigación del Banco de Pagos Internacionales, que señala que la integración mundial a través de las cadenas de valor de las grandes multinacionales (otra vez estas señoras) deprime los salarios, sin que los mercados laborales nacionales tengan capacidad de respuesta. Es decir, que la globalización presiona a la baja los sueldos porque las multinacionales imponen precios y salarios aprovechando sus economías de escala. Y, ante esta realidad, las pequeñas y medianas empresas (pymes) no pueden subir los sueldos porque, frente a las grandes, pierden competitividad y cuota de mercado. Y según los economistas del club de banqueros centrales, esto provoca “presiones desinflacionistas” asociadas a la globalización, a la entrada en el comercio mundial de productores con bajos salarios (citando entre estos últimos a China y los antiguos países comunistas) y a los avances tecnológicos, que han reducido el poder de negociación de los trabajadores y la influencia de las pymes en la fijación de sus precios, hasta el punto de que disminuye en el PIB el peso de los salarios en favor de las rentas del capital.

Las redes sociales manipulan . Su sospechoso apoyo a las poderosas empresas tecnológicas

Y en todas estas anomalías tropezamos siempre con la globalización, ese fenómeno que ha sacado de la miseria a millones de personas de países pobres, pero que también ha empobrecido a las clases medias de los países desarrollados y ha hecho más ricos a los ya riquísimos de las dos orillas. Ha sido el experimento mundial de los vasos comunicantes: en esta primera fase, que nadie sabe cuántos decenios más durará, el vaso más lleno baja y sube el más vacío, y mientras este siga creciendo a costa del otro, el primero seguirá empobreciendo a las clases medias y con ello azuzando los populismos, los nacionalismos y las demás pestes que envenenan la democracia y la libertad. Cuando ambos vasos se equilibren y suponiendo que las democracias sigan siendo democracias y no dictaduras a la manera china, rusa, turca,iraní, etc., ¿subirán o empezarán a bajar al unísono hasta quedar uno, siguiendo el guión de la novela Diez negritos, de Agatha Christie?

más
Vídeos

Cómo hacer inalámbricos tus dispositivos

El Debate de Hoy

Vídeos

¿Me hago de Spotify Premium? Autoentrevista de Ramos. El periodismo, títere al servicio del deportista ¿Me compensa tener Amazon Prime? Qué contrato: ¿Movistar o Vodafone? Los asalariados del «procés»

El Debate de hoy

  • Quiénes somos
  • cookies
  • aviso legal
  • política privacidad rrss
  • suscríbete
© 2021 El Debate de Hoy
El sitio web utiliza cookies propias y de terceros para recopilar información que ayuda a optimizar su visita a sus páginas web. No se utilizarán las cookies para recoger información de carácter personal. Si continúas navegando consideramos que aceptas su uso.
Encontrará más información en nuestra Política de Cookies.