Hay jinetes de luz en la hora oscura
Luis Núñez Ladevéze | 06 de abril de 2017
José Manuel Cuenca Toribio | Marx en España. El marxismo en la cultura española del siglo XX | Editorial Almuzara | 2016 | 260 págs | 19€
Cuenca Toribio es un historiador de bibliografía considerable. Ha ejercido su profesión durante más de cuatro decenios en la universidad española, durante un cuarto de lustro como catedrático en la Universidad de Córdoba. Su último libro es un interesante y prolijo análisis de cómo fue posible que, poco más de un decenio después de haber acabado la Guerra Civil, el marxismo comenzara a cuajar como la doctrina más relevante adoptada por la intelectualidad española en un contexto político y social oficialmente opuesto a su difusión. La propaganda del Régimen fue incapaz de impedir su influencia, a pesar de que los partidos políticos estuvieran prohibidos y lo fuera, de modo particular, el Partido Comunista. El mero hecho de que en el seno del Régimen, especialmente en la universidad y en medios intelectuales, periodísticos y culturales, el marxismo llegara a consolidarse como una ideología de prestigio cuestiona muchos de los tópicos que todavía se difunden sobre la evolución del franquismo y el proceso de Transición a la Democracia.
El prolijo análisis de Cuenca Toribio no deja lugar a dudas sobre este aspecto. El marxismo consiguió impregnar el ambiente cultural para situarse como principal referente de una informal oposición desde dentro. Siguiendo la estrategia gramsciana, mostró su eficacia para remover un cambio en las ideas y las actitudes espirituales, mientras las oligarquías políticas y económicas desatendían o eran indiferentes a la influencia social desempeñada por la industria cultural.
La propaganda del Régimen fue incapaz de impedir su influencia, a pesar de que los partidos políticos estuvieran prohibidos y lo fuera, de modo particular, el Partido Comunista
El estudio de Cuenca Toribio se ocupa de documentar este proceso estudiando la obra y la personalidad de los autores que, de modo directo o indirecto, contribuyeron a que cristalizara esa tendencia como actitud cultural dominante. Independientemente de cuál sea su posición personal sobre el marxismo, no adopta una perspectiva polémica ni tampoco crítica sobre su significación histórica. Cuenca se muestra muy cuidadoso, eludiendo juicios de valor que no sean los intrínsecos al reconocimiento de los textos y de la actividad personal de los autores en que se funda su comentario. Su objeto no es hacer una crítica del marxismo, sino explicar los motivos que lo hicieron tan relevante durante un largo periodo del franquismo, cómo llegó a prosperar desde dentro del sistema y a resultar un factor decisivo para la Transición.
El libro no devalúa el esfuerzo, menos soterrado de lo que a veces se pretende, de una clase que puso su inteligencia no tanto al servicio de una verdad que acabaría poco después desmoronándose al caer el imperio soviético, pero consiguió mantener la iniciativa en el terreno de la propagación de ideas en gran parte de Europa y en un entorno, como el español, aparentemente adverso. Cuenca examina la aportación bibliográfica inspirada en el marxismo y los motivos comerciales por los que encontró una fácil difusión en las principales editoriales del país. Sin pretenderlo, su estudio muestra cómo la industria se sumó con facilidad a las tendencias que llevaron al triunfo de Mayo del 68 en París y otras capitales europeas, prueba de que la apertura a un mercado libre era un signo de la transformación interior del franquismo que explicaría después el éxito de la Transición. Que no se trató de una mera reforma desde dentro para lucir distintos collares lo prueba la importancia que adquirió para ese proceso el cambio cultural producido en el seno del propio Régimen, progresivamente abierto a los designios de las clases medias.
Su estudio muestra cómo la industria se sumó con facilidad a las tendencias que llevaron al triunfo de Mayo del 68 en París y otras capitales europeas, prueba de que la apertura a un mercado libre era un signo de la transformación interior del franquismo que explicaría después el éxito de la Transición
Algunos pasajes de esta interesante crónica muestran el interés del autor por mantener, ante todo, la ecuanimidad. Sus observaciones sobre la importancia de las figuras de Manuel Sacristán o Josep Fontana Lázaro son un ejemplo de ese fair play. De sus casi exhaustivas referencias a la magnitud de la industria periodística que sirvió de tejido a la hegemonía intelectual del progresismo marxista, se echa en falta la mención a la labor realizada por la editorial y la revista Cuadernos para el Diálogo que, durante la última fase del franquismo, sirvió de cauce de encuentro entre los críticos internos del Régimen y los críticos adversos al Régimen.
El libro engloba tres extensos capítulos, complementados con prolijas notas sobre fuentes, referencias y comentarios informativos de tanto o más valor que el texto principal. Para facilitar la lectura, están dispuestas como complemento documental. El primer capítulo se refiere al contexto de recepción y el proceso de asentamiento del pensamiento marxista en España. No hubiera calado tan profundamente si no hubiera sido por la concurrencia de dos factores. El primero, la actitud de muchos hijos de familias franquistas y, el segundo, la afinidad interna entre parte del falangismo radical y el comunismo. En la nómina de nombres propios pueden situarse Javier Pradera, Rafael Sánchez Ferlosio, Daniel Lacalle, Nicolás Sartorius, entre los primeros. Entre los segundos, Manuel Sacristán y reconocidos intelectuales, algunos cristianos, como el padre Llanos, el profesor Aranguren o el padre Díez Alegría, que iniciaron su andadura como falangistas, pero su progresivo distanciamiento los llevó al comunismo o a la complacencia. No fueron casos contados. No hubo un fuera contra el franquismo que no estuviera ya en el dentro que germinó contra Franco. El dentro y el fuera se articularon como un proceso único de transformación del Régimen.
El libro engloba tres extensos capítulos, complementados con prolijas notas sobre fuentes, referencias y comentarios informativos de tanto o más valor que el texto principal
En el segundo capítulo, se estudia la resonancia que tuvieron en España ciertos acontecimientos externos, como Mayo del 68, decisivo para difundir en la universidad un ambiente de confrontación y de disentimiento con el sistema que reforzó al marxismo en su función de pionero de la crítica intelectual al franquismo. Ocurría mientras la política exterior española había ido gradualmente abandonando la actitud inicial orientada a la defensiva frente a las democracias occidentales hasta consolidar una fase de iniciativa para acomodarse a los sistemas democráticos liberales y pasar a ser un interlocutor activo en el proceso de construcción europea. Otros acontecimientos, especialmente la celebración del Concilio Vaticano II, contribuyeron al progresivo desmarque de la jerarquía eclesiástica de la ideología oficial del Régimen. En este ambiente de transformación social y económica, el marxismo acertó a presentarse como una ideología de prestigio, resultando ser el principal beneficiario en los medios universitarios. El tercer capítulo ahonda en esta explicación, mediante un análisis de la sucesiva captación de la universidad por el marxismo.
Su vida política sirve para explicar el periodo que llevó a España desde la monarquía de Alfonso XIII hasta la Guerra Civil.