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Historia

Marqués de Alhucemas, el ala derecha del partido liberal

Javier Arjona | 03 de febrero de 2019

Tiempo de lectura: 2 minutos.

Protagonista del acuerdo franco-español que propició la creación del Protectorado de Marruecos.

Historia

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Mientras el rey Alfonso XIII repartía el juego político entre conservadores y liberales, la Primera Guerra Mundial marcaba un punto de inflexión ascendente en la economía española de principios del siglo XX. Eduardo Dato, enfrentado a la facción maurista de su propio partido y principal defensor de la neutralidad española en la Gran Guerra, fue reemplazado en diciembre de 1915 por Alvaro Figueroa en la presidencia del Consejo de Ministros. Marqués de Alhucemas

Volvía Romanones a la primera línea de la política nacional, legitimado tras el triunfo en las elecciones generales de 1916, aunque de manera efímera, tras una creciente conflictividad social que acabaría provocando la dimisión del aristócrata madrileño.

El título de Marqués de Alhucemas

En las filas liberales mejoraba su posicionamiento político Manuel García Prieto, líder del ala derecha del partido y rival del conde de Romanones. Aquel jurista natural de Astorga había constituido un nuevo grupo dentro del Partido Liberal, siguiendo la estela de su suegro, Eugenio Montero Ríos, el que fuera presidente del Consejo de Ministros cuando tuvieron lugar los sucesos del ¡Cu-Cut! García Prieto había recibido en 1911 el título de marqués de Alhucemas de manos de Alfonso XIII, tras su destacado papel en la negociación hispano-marroquí que, tras el posterior acuerdo con Francia, acabaría dando lugar al Protectorado de Marruecos.

Tras la caída de Romanones, el rey pidió a Manuel García Prieto, entonces presidente del Senado, formar un Gobierno de transición, tal y como ya hiciera en 1912 tras el asesinato de José Canalejas. Poco duraría aquel Ejecutivo, ya que la legalización de las Juntas de Defensa en contra del criterio del Gobierno, con el apoyo explícito del monarca, que nuevamente se puso del lado del estamento militar, cuestionó la autoridad del marqués de Alhucemas, que no tuvo otra opción que dimitir. Volvió entonces Eduardo Dato a la presidencia del Consejo de Ministros, cuando la crisis de aquel año 1917 no había hecho más que comenzar.

Corría el mes de junio cuando el catalanismo representado por Francesc Cambó aprovechó la coyuntura de unas Cortes suspendidas para convocar en Barcelona una Asamblea de Parlamentarios, con el objetivo de presionar en la creación de una región autónoma en Cataluña. Se trataba de hacer un llamamiento a todos los diputados y senadores, para aprobar la formación de un nuevo Gobierno que llevara a cabo unas elecciones a Cortes Constituyentes. A la cita únicamente acudieron diputados de la Lliga Regionalista, del Partido Reformista, algunos republicanos y el socialista Pablo Iglesias.

A estos sucesos hay que sumar una huelga general revolucionaria decretada por el Partido Socialista Obrero Español y el sindicato UGT en el mes de octubre, que hizo temer el contagio de la Revolución rusa y acabó con la enérgica represión por parte del Gobierno de Eduardo Dato.

Ante la compleja situación social y política, el rey Alfonso XIII optó por pedir nuevamente al marqués de Alhucemas que encabezase la formación de un Gobierno de concentración, atendiendo el monarca a la sugerencia de Cambó, cuando todas las quinielas apuntaban a la figura del veterano Antonio Maura. En aquel Gobierno de García Prieto fue cuando Niceto Alcalá–Zamora, futuro presidente de la República, ocupó por primera vez una cartera ministerial.

De Gobierno a Gobierno

Desde marzo de 1918, momento en que Antonio Maura sustituyó en el Gobierno a Manuel García Prieto, y hasta el mes de septiembre de 1923, cuando Miguel Primo de Rivera llevó a cabo un pronunciamiento militar con la connivencia de Alfonso XIII, se sucedieron hasta once Gobiernos de corte tanto liberal como conservador. En ese periodo tuvo lugar el asesinato de Eduardo Dato a manos de tres anarquistas y el conocido como Desastre de Annual, episodio de triste recuerdo en el que las tropas españolas fueron severamente derrotadas por los rifeños de Abd El-Krim, muriendo casi diez mil soldados.

También en este periodo buena parte de la actividad política estuvo centrada en el aumento de la apuesta nacionalista en Cataluña, impulsada desde la Mancomunidad por la Lliga Regionalista de Francesc Cambó. Hay que resaltar que el dirigente catalán participaba vivamente en la política española, llegando a ser incluso ministro de Fomento bajo el Gobierno de Maura en 1918 y, posteriormente, de Hacienda con Manuel Allendesalazar, en 1921. De ahí la advertencia que Alcalá-Zamora le hizo a Cambó en diciembre de 1918 durante el debate parlamentario: «No se puede ser a la vez Bolívar de Cataluña y Bismarck de España». No deja de ser curioso que, casi un siglo más tarde, el nacionalismo catalán de Convergencia y Unión seguía idénticas premisas.

Imagen destacada: Fotografía de Manuel García Prieto, conocido como el marqués de Alhucemas | Kaulak
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