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Familia

Los suicidios, una epidemia en sociedades donde la opulencia se impone a lo afectivo

Carmen Sánchez Maillo | 18 de junio de 2018

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El número de suicidios crece en Estados Unidos. Los casos y sus causas son difíciles de analizar de forma estadística. Pese a todo, se antoja necesario fortalecer las relaciones personales para crear vínculos sólidos y buscar el sentido auténtico de la vida. 

Estados Unidos, por su potencia económica, por la irradiación cultural que ha ido generando durante los últimos 60 años y por su creciente población, no solo es el líder mundial en materia económica y militar, sino también es el lugar donde surgen las tendencias sociales que con el tiempo se expanden por todo el planeta.

Cada año más de 800.000 personas se quitan la vida (lo que equivale a un suicidio cada 40 segundos). Y por cada suicidio, hay muchas tentativas más. (OMS) pic.twitter.com/zdeuhK2tul

— El Orden Mundial – EOM (@elOrdenMundial) June 11, 2018

Se podría decir que no ha pasado nada en Europa y en el resto del mundo en los últimos 60 años que no haya ocurrido antes en Estados Unidos. Precisamente por el previsible efecto contagio o expansión de lo que ocurre en ese país parece legítimo preguntarse por la noticia reciente del crecimiento de los suicidios en Estados Unidos, de un 25% con carácter global en los últimos 19 años, superando el 30% de crecimiento en la mitad de los estados de la Unión y llegando a un 40% en otros, según estadísticas relativas al año 2016. Esta estadística menciona que más del 54% de los suicidios se produce en gente que no tiene diagnosticada ninguna enfermedad mental. Estos datos nos aportan claves para tratar de entender por qué cada vez resulta más frecuente tener noticia de la muerte por suicidio de personajes relevantes de la sociedad estadounidense en los últimos tiempos: actores exitosos como Robin Williams o Jackson Odell, disc-jockeys (Avicii), cocineros reconocidos como Antony Burdain o famosas diseñadoras de moda como Kate Spade han engrosado en los últimos meses la estadística citada.

No es posible determinar con precisión la causa última de un suceso así, pues las fronteras de la libertad personal y el misterio último de la voluntad humana juegan aquí un papel que no es posible cuantificar con métodos científicos, ni valorar con el necesario rigor. No obstante, descartando los serios problemas médicos que existen en ocasiones, hay factores que es posible poner de manifiesto por su directa implicación en muchos de estos fallecimientos. Las estadísticas hablan de que 2/3 de las muertes por arma de fuego en Estados Unidos corresponden a los suicidios, lo que indica que hay una correlación entre la disponibilidad de las armas de fuego y su uso en estos casos de muerte.

Avicii . Una efímera historia de éxito, fama y ausencias vitales con un desenlace trágico

En los últimos años, no parece razonable obviar el rebrote de la heroína en las ciudades norteamericanas; varios de los casos mencionados y otros casos de fallecimientos de celebridades sin esclarecer del todo tienen que ver con el abuso de esta sustancia o con la utilización desmedida y sin control de los opiáceos. Sin embargo, los problemas que afectan a las relaciones personales son las causas que las estadísticas apuntan como más determinantes en un porcentaje que llega al 42%. Parece entonces legítimo preguntar si una sociedad con vocación hiperindividualista, con poca pertenencia comunitaria, sin vínculos sólidos afectivos y familiares y que aboca a la soledad y la desvinculación parece producir un efecto letal en el individuo, al que ni siquiera el éxito, el dinero o la celebridad pueden curar o paliar.

¿Qué hacer ante esta nueva epidemia que amenaza a las sociedades aparentemente opulentas? Frente a un vacío existencial y sus amenazas queda la búsqueda y el encuentro de un sentido auténtico, duradero y sólido para la vida. Encuentro que no puede hacerse si no es en compañía, si no es en la experiencia de un amor grande que necesariamente se refleje en vínculos personales que creen matrimonios sólidos, familias unidas, amistades duraderas y probadas en la adversidad. De hecho, me atrevo a decir que estas relaciones que se sostienen en creencias profundas que no tienen caducidad y cuya vivencia diaria atisba un horizonte de plenitud por el que la vida merece ser vivida son los antídotos seguros frente a la vivencia individualista y desvinculada, que puede ser una pendiente inclinada a la oscuridad de un falso sentido de la libertad que termina en el suicidio por la falta de sentido, la ausencia de vínculos y una soledad no buscada.

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