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Familia

La sobreprotección de los hijos se combate fomentando el aprendizaje de sus errores

Cristina Noriega | 21 de septiembre de 2017

Familia

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Una de las razones para no permitir que los niños asuman sus responsabilidades, apuntan los expertos, es la falta de paciencia de los progenitores, que prefieren hacer tareas que podrían realizar perfectamente los pequeños que esperar el tiempo que requiere que aprendan a hacerlas.

Cuando nace un hijo, el instinto natural de los padres es protegerlo, pero ¿en qué momento se considera que hay una excesiva protección? Hoy en día, a cualquier padre que se le pregunte dirá que la manera de educar es muy diferente a aquella en la que fuimos educados. Incluso, al ser preguntados por su infancia, muchos padres sentirán nostalgia al recordar las tardes montando en bicicleta o jugando en el parque hasta caer el sol. Todo ello sin supervisión de sus padres. Sin embargo, muy pocos padres se plantearían en el mundo actual dejar a sus hijos sin la supervisión de un adulto.

No cabe duda de que, a diferencia de generaciones anteriores, la infancia está mucho más estructurada y supervisada. En los últimos años, la sobreprotección se ha convertido en la norma. Los padres están tan preocupados por los peligros a los que pueden ser expuestos sus hijos que los cuidan «entre algodones», impidiendo que sean expuestos a ningún tipo de sufrimiento, ya sea físico o emocional. Por ejemplo, intercediendo cuando tienen un problema con otro niño sin dar tiempo a que lo intenten resolver primero ellos, no dejándoles salir porque hace frío, haciéndoles tareas que pueden realizar perfectamente (ej: vestirse, ir al baño, hacer los deberes), ocultando sus errores cuando muestran un comportamiento inadecuado, respondiendo inmediatamente a sus demandas u ocultando situaciones que puedan ser dolorosas (ej: enfermedad de un familiar).

«#OrientaciónFamiliar Educar en Valores #Sobreprotección de los hijos» @abc_familia @IFFD_spain @ForoFamilia https://t.co/Mtn41kxrVV

— UCOFA (@UCOFAsevilla) 14 de junio de 2017

Por otro lado, nos encontramos con unas demandas excesivas a los hijos, lo que no deja de ser una ironía. Con el incremento de los valores individualistas en los últimos años, se espera que los hijos sean exitosos en el futuro. Para ello, no se duda en cubrir la tarde de extraescolares, teniendo el niño una agenda casi tan ocupada como la de un alto ejecutivo. Así, con frecuencia nos encontramos con niños de Infantil que ya saben hablar chino, español, inglés, tocar el saxofón y son capaces de realizar operaciones de cálculo mental más rápido que un adulto. Sin embargo, estos mismos niños parece ser que no son capaces de realizar tareas del día a día mucho más simples, como colaborar en labores sencillas del hogar, atarse los zapatos, llevar su mochila o tolerar la frustración cuando las cosas no salen como espera.

Al final, nos estamos convirtiendo en una sociedad en la que estamos transmitiendo un doble mensaje a nuestros niños: por un lado, «tienes que ser exitoso» y, por otro lado, «no puedes valerte por ti mismo». Si lo que se busca es alcanzar el éxito, la sobreprotección como método falla. Si un niño no se siente responsable, autónomo y depende de otra persona (en este caso, de los padres) para enfrentarse a las demandas del exterior, ¿cómo va a poder hacerlo en un futuro cuando tampoco se le da la oportunidad para aprender estos valores?

 

«Los padres deben poner retos a sus hijos para no mermar su capacidad de esfuerzo» https://t.co/eEVhPnfmLb Por @LauraPeraita

— abc_familia (@abc_familia) 13 de septiembre de 2017

En la mayoría de las ocasiones, los padres sobreprotectores creen que protegiéndolos están haciendo lo mejor por sus hijos. De hecho, suelen ser padres amorosos y preocupados que están dispuestos a dar todo lo que esté en su mano. A muchos incluso se les ve agotados por intentar cubrir todas las necesidades y responsabilidades de sus hijos. Sin embargo, impidiendo que los hijos se equivoquen se está frenando su posibilidad de aprendizaje y madurez. En esta línea, diferentes estudios han encontrado que los niños sobreprotegidos muestran menores niveles de autoestima, confianza y mayores miedos e inseguridades.

Hay que tener cuidado con estos dobles mensajes que se transmiten, ya que no generan más que confusión e inseguridad. Los padres deben ser claros en sus mensajes, ejerciendo la autoridad para que los hijos entiendan que en la vida hay límites y aprendan a tolerar la frustración. Asimismo, se debe ir dando autonomía, en función de su edad, para que puedan ir colaborando en distintas tareas y enfrentándose a distintos conflictos. A medida que el hijo vaya mostrando más madurez y responsabilidad, es necesario ir incrementando su autonomía y libertad. Se puede empezar dándole pequeñas responsabilidades (hacer la cama, recoger los platos, resolver pequeños problemas…) y, poco a poco, ir aumentando las responsabilidades, al tiempo que vaya disminuyendo el grado de control.

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Para ello, es necesario fomentar desde pequeños el que los hijos tomen decisiones y aprendan de sus errores, todo ello adaptado a la edad. No consiste en darles todo lo que quieren o resolver sus problemas, sino en ayudarles a entender que son ellos los que tienen que decidir y luchar por conseguir sus metas. Sin embargo, también es muy importante que estas decisiones sean guiadas y supervisadas por un adulto.

A muchos padres les resulta difícil ir cediendo autonomía e independencia a sus hijos, es un sentimiento muy común y totalmente comprensible. Pero no hay que perder de vista el objetivo final: criar niños resilientes que puedan actuar de manera independiente y sean capaces de encontrar su propio camino.

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