Hay jinetes de luz en la hora oscura
Cristina Noriega | 06 de enero de 2018
La llegada de los Reyes Magos es una fecha llena de ilusión tanto para los más pequeños como para los mayores de la casa. Sin embargo, cada vez es más frecuente encontrarnos a padres, abuelos y tíos recorriendo todas las tiendas de la ciudad para cumplir con la larga lista de presentes incluidos en la carta de los Reyes Magos. En algunas ocasiones, los niños reciben tantos regalos que ni siquiera son capaces de recordar cuántos presentes ni en qué casa los han recibido. En este punto cabe plantear, ¿de verdad estamos ayudando a los niños con tanto regalo?
Un estudio reciente llevado a cabo en la Universidad de Toledo en Ohio encontró en un grupo de niños que aquellos que tenían menos juguetes a su disposición mostraban mayores niveles de creatividad, atención y profundidad en el juego. Así, parece que el tener menos juguetes favorecía el que los participantes trataran de encontrar nuevas formas de utilizarlos y explorar diferentes maneras de jugar con ellos.
Síndrome del niño «hiperregalado» https://t.co/vB0oeWLrvc
— abc_familia (@abc_familia) January 3, 2018
En contraste, cuando los niños se encuentran ante una avalancha de regalos se produce sobreestimulación, lo que suele llevar a la pérdida de interés. De hecho, es bastante común que los niños salten de un juguete a otro, sin llegar a explorar ni disfrutar realmente de ninguno en concreto, generando una profunda insatisfacción. En otras ocasiones, los niños se decantan por un juguete concreto de entre todos los que han recibido, mientras el resto acaban tirados en algún rincón de la casa. En cualquiera de las dos situaciones, parece que hay algo que está fallando.
Hoy en día parece existir un miedo generalizado a frustrar a los niños. Para impedir que esto tenga lugar, se les da todo lo que quieren y cuando quieren. En otras ocasiones, existen mecanismos de compensación en los que se intenta dar al hijo lo que a uno le hubiera gustado tener en su infancia, o donde se trata de cubrir con lo material el tiempo que no se puede dedicar en el día a día.
A veces, incluso, se dan situaciones en las que los niños reciben regalos antes de desearlos, creando necesidades nuevas que los niños realmente no tenían. Aunque la intención de los adultos puede que sea buena, donde se busca proteger y mostrar afecto al niño, los mensajes que hay en el fondo son poco coherentes con la realidad: “serás más feliz a mayor cantidad de objetos materiales que tengas”, “puedes tener todo lo que quieras y en el momento que lo desees”, “en la vida no hay dificultades ni frustraciones” y “el sacrificio no es necesario para alcanzar tus metas”.
Un árbol repleto de regalos puede generar frustración entre los más pequeños https://t.co/uL0KYzsf8v
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Sin embargo, llegará el día en el que estos niños se enfrenten al mundo real y se darán cuenta que no disponen de las herramientas necesarias para aguantar la espera, tolerar las frustraciones y afrontar las dificultades. Por este motivo, es importante hacer una profunda reflexión sobre cuál es el mensaje que queremos transmitir a los niños de hoy en día: la calidad o la cantidad.
Aplicado a la práctica, es importante dar un tiempo para que los niños deseen y esperen. En este sentido, se les puede ayudar a hacer la lista de regalos estableciendo unos límites claros donde se explique al niño el número de regalos que puede pedir, se les anime a pedir cosas que realmente necesite o realmente son importantes, educándoles en el consumo responsable. Reducir la lista de regalos les ayudará a aprender que no se puede tener todo en la vida, a valorar las cosas que tienen y a autorregularse.
Llegados a este punto nos preguntamos: ¿cuál es el número ideal de regalos? No parece haber una respuesta clara. Algunos autores hablan de la regla de los cuatro regalos, en la que se propone reducir los regalos a uno que sirva para llevar (ej: ropa), uno que el niño realmente desee, otro relacionado con la lectura y otro que necesite. No obstante, esta regla no hay que seguirla de forma literal. El límite siempre debe estar basado en el sentido común.
La Navidad es un momento de ilusión donde lo importante es enseñar a valorar aspectos de la vida que van más allá de los regalos materiales: el compartir, la generosidad, el sacrificio, la gratitud, el valorar las cosas… Los juguetes pueden ser aspectos importantes para los niños, pero en ningún momento deben ser un fin en sí mismos y menos un sustituto de la atención de los padres. El mejor regalo que puede tener un niño es tener unos padres que le dediquen tiempo de calidad y que estén implicados en su educación en valores.