Hay jinetes de luz en la hora oscura
Carmen Sánchez Maillo | 22 de septiembre de 2017
El pasado 7 de septiembre falleció, con 78 años, el cardenal Carlo Caffarra (Busseto, 1938-Bolonia, 2017), sin duda una de las figuras más relevantes del actual Colegio Cardenalicio por su autoridad y conocimiento en cuestiones de bioética, familia y matrimonio. En un precioso artículo en su memoria, el obispo emérito Luigi Negri nos habla de su enorme y cercana humanidad, reconocida por todos, amigos y adversarios, hecha de una grandeza humilde, heredada y aprendida de sus padres y que encarnaba las virtudes del pueblo lombardo, al que se honraba en pertenecer. Su fe, limpia y profunda, se había ido fortaleciendo y afinando a través de largos y productivos estudios que abarcaron varios campos de la teología, pero sobre todo de la teología moral.
Con don Carlo muere un gran defensor del matrimonio, de la familia y de la vida. Su figura nos deja un testamento vital lleno de enseñanzas y sugerencias imprescindibles para proponer hoy, enseñanzas que debemos retomar, pues son certeras e iluminadoras, especialmente para la sociedad occidental, que ha ido olvidando, poco a poco, su origen y fortaleza.
Sus reflexiones siempre partían de que en el Evangelio hay una propuesta para vivir el matrimonio cristiano. En los últimos años, sus palabras venían alertando del peligro de que en la cultura occidental el edificio del matrimonio se fuera deconstruyendo, desmontando pieza a pieza con la Teoría del Género. Teoría que para Caffarra era un verdadero tsunami, cuyo objetivo no es otro que la destrucción del matrimonio y la familia. Con dicha teoría, el dato biológico ha sido expulsado progresivamente de la definición de matrimonio. A raíz de ello, las estructuras que -a su juicio- constituyen el genoma del matrimonio, como son la “conyugalidad” y la “genitorialidad”, han cambiado esencialmente, pues la primera puede ser ahora tanto heterosexual como homosexual y la segunda puede ser obtenida con procedimientos técnicos.
‘TESTIMONIO ESPIRITUAL’ DEL CARD. CAFFARRA. Extracto de la Conferencia que había preparado… https://t.co/p0RTrdC3uB pic.twitter.com/Oh9I7fkRVW
— Dominus Est (@DominusEstBlog) 13 de septiembre de 2017
Hay una pregunta que latía entre sus preocupaciones más graves: ¿cómo es posible que en la mente del hombre se oscurezcan las evidencias más originales? Y él mismo reconocía haber llegado a una conclusión: “Todo esto es una obra diabólica. Estamos frente a la intención diabólica de edificar una creación alternativa”.
Don Carlo consideraba que la misión educativa de la familia es insustituible. Para él, la educación es una comunicación de la humanidad: la transmisión del proyecto de vida que los padres tienen como verdadero, bueno y justo. Era plenamente consciente de que hoy la familia está siendo desafiada por el relativismo cultural en que vivimos y que, por ello, la familia cristiana está siendo víctima de una “soledad educativa” quizá como nunca en la historia. En su opinión, la respuesta al desafío pasa por mostrar la belleza y la verdad de vivir la familia evangélica frente a las personas que lo niegan.
Una de las preguntas que repitió en sus últimos años de vida fue la referida a por qué se ha ignorado el magisterio de san Juan Pablo II sobre la sexualidad y el amor humano. Para Caffarra, la figura y el legado del papa Juan Pablo II es clave para la Iglesia universal. La guía segura para abordar los problemas que afectan al matrimonio y a la humanidad en el mundo contemporáneo está en la Teología del Cuerpo que san Juan Pablo II fue desgranando en sus audiencias de los miércoles, durante tres lustros. Carlo Caffarra no solo fue un entusiasta difusor de este tesoro cuasi desconocido de la Iglesia contemporánea, sino que desde su participación en el Instituto Juan Pablo II puso las bases para que ese legado vaya sembrándose en sacerdotes y familias, que verán los frutos de esa joya regalada al mundo por hombres como Juan Pablo II y Carlo Caffarra.
Solo en la Iglesia surgen estos gigantes humildes que luchan con alegría y denuedo, sostenidos por el Espíritu, hasta el momento de la muerte, sin ahorrarse ningún esfuerzo, siguiendo el mejor ejemplo de san Juan Pablo II. De hecho, estaba confirmada el domingo 10 de septiembre su participación con una lección magistral en la jornada de La Nuova Bussola Quotidiana, en Milán, convocada bajo el lema “Quién reconstruye lo humano”. Se leyó su lección por los asistentes, constituyendo un verdadero testamento espiritual. Para el cardenal Caffarra, “la reconstrucción ha de hacerse en el lugar en el que la verdad se cruza con la libertad”.