Hay jinetes de luz en la hora oscura
Patricia Santos | 24 de noviembre de 2016
Dieciséis años impartiendo Doctrina Social de la Iglesia en la Universidad CEU San Pablo y todavía no me he acostumbrado. No es una asignatura “comercial” ni políticamente correcta. En este sentido es una asignatura “salmón” por aquello de que hace nadar contra corriente. Sin embargo, al acabar cada semestre el balance es positivo. ¿Por qué?
ANTONIO MARTÍN PUERTA Y PATRICIA SANTOS (COORD. ) | MANUAL DE DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA PARA UNIVERSITARIOS | CEU EDICIONES | 2016 | 140 PP | 12 €
Desde luego la materia ofrece más que otras materias. Me explico: es imposible impartir la asignatura sin sufrir una suerte de careo con la propia conciencia y con la sinceridad de la fe que uno dice profesar, sus argumentos, sus convicciones, y eso viene muy bien. Los alumnos son sin duda la otra parte del saldo positivo. Sus interpelaciones audaces, sus dudas, sus objeciones… porque en el fondo eso es querer saber; y es muy de agradecer la confianza con que exponen esas cuestiones, vengan como vengan, pues nos convierten en interlocutores suyos. A veces los docentes pensamos que quizá no llegamos a los alumnos, pero la asignatura está conectando con ellos por nosotros mucho antes de lo que pensamos.
¿Cómo es la mirada de nuestros interlocutores? Estos jóvenes de 20 o 21 años suelen manifestar sorpresa ante las enseñanzas sociales, también aquéllos que han recibido previamente cierta formación religiosa. Descubren una dimensión inesperada, más amplia y práctica de la fe católica. Agradecen poder conocer las cuestiones contextuales: la historia de los Papas, el porqué de sus escritos, los aspectos más delicados de cada momento. También suelen apreciar la profundidad de las enseñanzas sociales. Suele agradarles descubrir que la Iglesia no vive de sentimentalismo y limosna sobrante, ayunos de fundamento.
El estudio de los principios y de los tratados sociales de la Iglesia proporciona a los universitarios nuevos criterios ante los diferentes problemas y debates del momento actual
El estudio de los principios y de los tratados sociales les proporciona nuevos criterios ante los diferentes problemas que se han planteado a lo largo de la historia y en el momento actual. Los debates les ayudan a tomar posición desde unos argumentos cuya resonancia descubren en cada turno de exposición. Es como estrenar unas zapatillas de deporte que les llevan a ganar sin dolor un maratón.
La valoración de estas enseñanzas tras unos meses de clase suele ser positiva. En palabras de uno de ellos: “(…) Dar a conocer una estructura de principios por los que los ciudadanos puedan regirse, no ya siquiera estrictamente obligatoria sino al menos como una referencia, es algo positivo”.
Estos jóvenes son conscientes de estar viviendo una experiencia única en sus clases. Les gustaría que la asignatura pudiera llevarse a otras aulas, más allá de nuestra Universidad. Manifiestan que la mayor dificultad para dar a conocer estos contenidos estriba en los prejuicios y rechazo existentes contra las instituciones eclesiásticas.
Los alumnos son parte del saldo positivo de la asignatura. Sus interpelaciones audaces, sus dudas, sus objeciones… porque en el fondo, eso es querer saber
Comentan que el momento más apropiado para aprovechar estas enseñanzas se sitúa en los últimos años de Grado o durante toda la etapa laboral, pues coinciden en que hace falta cierta madurez como punto de partida para querer moverse por estas pautas de vida y así mejorar la sociedad. Prepararse y estar preparado está en las antípodas de la buena voluntad y de la improvisación. Actividades como el voluntariado y los encuentros promovidos por asociaciones profesionales y ONGs aparecen como complemento importante de los seminarios semanales teóricos.
Esta mirada joven acerca de la Doctrina Social de la Iglesia nos habla de la perennidad de las enseñanzas sociales, de su exigente contenido, de su capacidad intrínseca para promover el diálogo social y la amplitud de miras; la opinión de estos jóvenes es muestra de esperanza en el futuro, de tarea (nadie da lo que no tiene)… y de esfuerzo recompensado.